Capítulo X | Amigas

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Camila es una de las mujeres más inteligentes que he conocido en mi corta vida.

El viernes hubo una llamada un poco extensa; de aproximadamente dos horas de duración. En esta, ella me estuvo platicando un plan infalible para ayudar a Victoria, y en consecuencia, ayudarnos a nosotras. Debido a mi poca experiencia, por no decir inexistente, en relación con las citas con el sexo opuesto, me hizo caer en cuenta que puedo ser víctima de un secuestro, o incluso de algún tipo de abuso sexual por parte de ellos.

En conclusión, me hizo dudar de hasta mi propia familia, y ahora nos dirigimos hacia el parque de diversiones juntas, con gas pimienta en nuestros bolsos de mano y una clase de veinte minutos en defensa personal por alguien en YouTube.

El plan se resume en estar las dos juntas y dejar a Victoria sola, pero vigilarla desde lejos. Y en dado caso de que se llegue a presentar alguna de las mil hipótesis que me dijo, entrar en acción y defendernos.

Yo le pedí una foto a Victoria de cómo iría vestida hoy; no me puedo fiar de su cabello rojizo. Y en cuanto a Camila, es fácil de reconocerla por su peinado que se concentra en dos coletas y sus piernas largas. Ella ahora está sentada a mi lado, con un par de auriculares en sus orejas mientras ve clases de defensa personal.

A pesar de que no la conozco lo suficiente, si puedo deducir un par de cosas; y es que Cleik no tiene ningún tipo de oportunidad con alguien como ella. Incluso me atrevería a decir que su cita de hoy tiene más oportunidad que él, y eso ya es mucho decir. Por lo poco que sé, ella no está interesada en establecer algún tipo de relación romántica con nadie. Su mente está centrada en terminar la escuela y seguir con su carrera en esgrima.

Que, entre otras cosas se me olvidó mencionar, yo estoy cargando sobre mis piernas su florete, el cual no dudará en usar.

—Mira Hera —me llama, mostrándome su celular—. Un puñetazo a la garganta y te dejan en paz —me indica, sonriéndome—. Pero si yo estoy cerca, bastará pegarle con el florete para que no vuelva a hablar.

—¿Eso no lo puede matar?

—Mi madre es abogada —comunica de forma seria, antes de volver a centrar su atención en el celular.

Yo dejo salir una pequeña risa, porque sé que no bromea. Creo que está exagerando, pero no está de más estar preparadas para todo.

Al dejar el autobús, dejo que Camila nos guie hacia Victoria, ya que hay muchas personas rondando la entrada al parque. Intento recordar la ropa que me mostró, pero al visualizar dos mujeres con el mismo color de cabello que el de ella, entro en pánico y saco mi teléfono celular. Antes de que pueda encontrar su foto, Camila me toma de la mano y me dice que la encontró. Me señala el lugar y noto a una chica con falda saludándonos al lado de los guardias.

Miro la foto que me envió ayer y la vuelvo a ver a ella.

¡Cambió de ropa a último momento!

—Díganme que estoy linda —es lo primero que dice al vernos. Camila y yo guardamos silencio—. ¿Estoy horrenda?

—¿Dónde están ellos? —inquiere Camila, desviando su rostro.

—¡No me ignores! —proclama Victoria, tomándola de los hombros mientras la sacude—. Hera, ¿estoy fea?

Siento un leve sentimiento en querer ignorarla, pero después de procesarlo, ella no sabe que tengo prosopagnosia.

—Estás linda —me sincero, viendo la falda que llega hasta sus pantorrillas.

—¿En serio?

—No —replica Camila—. ¿Te pusiste relleno en los pechos?

Victoria retrocede un par de pasos.

Hasta que seamos diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora