Capítulo XV | Desaparece

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Todos a mi alrededor están con el corazón en la mano; incluso yo, quien había dicho que este tipo de deportes no me interesaba. Desde que pisé el salón, vi que el televisor que se usa para proyectar en las clases es usado para trasmitir el partido del equipo de básquet. Y podría jurar que en los demás salones están igual que nosotros; ya que hace unas horas cuando caminaba hacia la escuela, la mayoría llevaba puesta la camiseta del equipo. Desde hace un tiempo me he preguntado por qué se permite tal libertad, y creo que esto es algo que ha utilizado las directivas para llamar la atención de las demás personas.

Después de todo, imagino que me gustaría asistir a una escuela en la cual se promueva tanto los talentos personales cómo en esta.

Pero contrario a los últimos partidos, el ambiente está pesado y callado; después de todo, estamos perdiendo por una diferencia de veinte puntos. Aunque no conozco a la mayoría, por su comportamiento y también referenciándome por las palabras de todos cuando anotan un punto, Aren es el que más ha destacado entre todos. Ha anotado varias canastas desde afuera. Mientras más veo y escucho voy entendiendo cómo funciona este deporte.

Pero que sea el pilar del equipo no me hace cambiar de opinión sobre él, incluso me reservo a celebrar sus anotaciones. El sábado después de todo lo sucedido se despidió amenazándome diciendo que, si hacia esto en la escuela, me mataría. Y aunque haya dicho mil veces que no sería capaz de tal cosa, a veces si llego a pensar que podría hacerme algo, incluso siendo la amiga de su hermana.

—¡No! —todos gritan, y es porque anotaron en nuestra contra. Dirijo mi mirada hacia el asiento a mi lado y veo que el profesor Pedro está atento y lamentándose. Él nos hizo poner las sillas en modo cine, e incluso por debajo de su camisa blanca se observa la camiseta del equipo.

Vuelvo a centrar mi atención en el televisor, y la voz de la persona que está trasmitiendo hace un comentario que nos deja pensando a todos. Preguntó el motivo por el cual Jordan no estaba jugando, y al igual que la mayoría, giro mi cabeza y empiezo a buscarlo. Los últimos días ha sido difícil encontrarlo, ya que ha estado vistiendo ropa manga larga. Pero imagino que también ha sido difícil porque no quiero encontrarlo, e incluso he estado evadiéndolo cada vez que escucho que me llama.

Mi mente me juega malos ratos cada vez que pienso en él, y no quiero que siga de ese modo.

Al ver a un chico con su cabello lacio, con uno de sus codos sobre la mesa y su cabeza reposando sobre su mano, destaco la pulsera que resalta de su brazo. Es él. Está sentado en el otro extremo de la primera fila, atento al juego, tanto que no se percata que casi todos lo ven.

El lunes cuando lo vimos entrar por la puerta supimos que no viajó con el equipo, y que lo que me dijo el viernes es probable que le cueste más de lo que creo. Pensaba que iba a volver, y por eso, aunque mis únicas intenciones los últimos días han sido evitarlo, me traje debajo de la chaqueta la camiseta con su número. Por ese motivo soy la única persona que está usando un abrigo cuando el sol está insoportable.

A veces ni siquiera llego a entender mi comportamiento; pero una de las cosas que he estado deseando desde hace un tiempo, es verlo jugar.

—Termino... —masculla Victoria, y vuelvo a llevar la vista al televisor. Veo a unos jugadores de negro sentados sobre el piso, y al más alto de todos de pie, con sus brazos en forma de jarra. La trasmisión termina y yo volteo a mi derecha. Victoria está acariciando sus manos—. Aren...

—Les dije que perderíamos; ese infeliz de Dreik nos destruyó por completo —escucho la voz de Cleik—. Y pensar que casi nos llamamos igual.

—¡No pasa nada! —Pedro se pone de pie, antes de aplaudir, presumo que intentando alentarnos—. Aren y los demás lo dieron todo. Aún quedan dos partidos, la próxima semana será un todo o nada —menciona, sonriendo.

Hasta que seamos diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora