Chiloe, Mitología Del Miedo

Mi alma, te la llevas pincoy

En la vastedad del océano embrujado,
surge el Pincoy, hermoso y despiadado,
con su mirada profunda, encantadora,
atrapa mi alma, sin piedad ni demora.

Como príncipe de los mares, elegante y altivo,
su presencia magnética me tiene cautivo,
bajo la luna oculta, en la negra noche,
me arrastra a su reino, sin opción de reproche.

Con palabras suaves, sus promesas engañosas,
seduce mi alma, perdida y temerosa,
me lleva en un barco sombrío y misterioso,
al Caleuche, donde los muertos son espantosos.

En la travesía, el mar se agita y enloquece,
sus ojos brillantes reflejan mi tristeza,
y mientras avanzamos, en un mar de lamentos,
siento cómo se desvanece mi aliento.

El Pincoy sonríe, con malicia y regocijo,
al ver cómo mi alma se sumerge en su abismo,
me muestra su reino, donde las sombras dominan,
y el miedo y la desesperanza a mi ser culminan.

En el Caleuche, un baile macabro se despliega,
las almas sufren en su danza siniestra y ciega,
en medio del horror, mi alma se pierde y se desgarra,
atrapada en la trampa mortal del Pincoy que me amarra.

Y así, en el oscuro y tenebroso mar profundo,
mi alma se sumerge en un tormento sin segundo,
el Pincoy, hermoso y cruel, se adueña de mi esencia,
condenándome a vagar, sin esperanza ni clemencia.