6- Merecer

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Jake

Mis manos empezaron a temblar apenas leí el mensaje, haciendo que mi cigarro casi se cayera. No estaba preparado para una interacción más larga que la que habíamos tenido previamente, pero tampoco quería quedar como un cobarde y que ella pensara que no podía hacerle frente.

Debatí tantos escenarios en mi mente en un par de segundos, tratando de encontrar la mejor repuesta para el problema que se me presentaba. Y la realidad es que no hallaba ninguna. Eligiese lo que eligiese, mi decisión tendría repercusiones, eso era lo único de lo que no tenía dudas. El problema era que yo no quería quedar herido en el medio y, a la vez, sabía que eso sería inevitable.

Guardé el paquete de cigarros y el encendedor en el escondite de siempre y salí de la azotea. Saqué un chicle del bolsillo de mi bata y lo empecé a mascar para sacarme el aliento a tabaco, no quería que nadie me echara en cara mi adicción.

Pensé en salir a uno de los pasillos y tomar el elevador y no seguir alargando la situación, pero luego me dije que sería mejor ir por las escaleras y así poder despejar mi cabeza.

No me sirvió de mucho, pero algo era algo. Llegué al piso que me correspondía y salí al pasillo. De inmediato la vi. Su esbelta figura parada en el medio del pasillo, mirando su teléfono, completamente absorta a lo que sucedía a su alrededor. Su cabello corto atado en una pequeña coleta con algunos mechones que le sobresalían, nada arreglada e igual de hermosa que siempre.

No Jake. No. ¿Qué carajos estás pensando? Aléjate de esos pensamientos, aléjate de ella. ¿Por qué le dijiste que sí cuando te pidió que hablaran? Debiste negarte. Debiste decirle que no y correr hacia el otro lado, pero ya era tarde. Ella ya me había visto y se acercaba hacia mí.

─Hola ─expresó tímidamente y con una media sonrisa dibujada en su rostro.

─Hola ─contesté fríamente.

Ella se paró frente a mí y por su postura vi que la situación también le estaba costando afrontar.

─Gracias por venir. Yo.. ─Bajó su mirada y se mordió el labio─. Yo sé que no estoy en posición de pedirte nada, pero... Mi padre quiere hablar contigo.

No me esperaba que me nombrara a su padre y eso cambió un poco la actitud soberbia con la que había decido proceder en este encuentro. Sin embargo, el sonido de su teléfono desvió su atención de lo que fuese que estaba por decir, logrando que hiciera una mueca y tirara el aparato de nuevo en su bolso.

─Lo siento, es Ingrid. No ha parado de llamarme desde que me fui de Londres. No le conté que...

─No es necesario que me des explicaciones. No me debes nada ─le interrumpí, de nuevo levantando las murallas que tanto trabajo me habían costado levantar.

Su mirada pasó de risueña a sería, mientras acomodaba las cosas en su lugar.

Tragó con dificultad antes de retomar la conversación.

─No es verdad que no te deba una explicación. No es verdad en absoluto, pero entiendo si crees que no la necesitas.

Mis ojos se abrieron ampliamente ante la sorpresa de sus palabras. Me había dejado mudo. No me esperaba que fuera directo al tema así sin más. Sin embargo, no tuve la valentía para continuar por ahí y decidí evadirlo por completo.

─Dijiste que necesitabas hablar conmigo. ¿Qué es lo que querías decirme? ─Traté de no sonar como un imbécil herido, pero sabiendo cómo ella me conocía, sería imposible. El resentimiento me brotaba por los poros y no había nada que pudiese hacer al respecto.

─Bueno, emm... Como había dicho, se trata de mi padre. Le conté que tú fuiste quien lo revivió cuando llegó en estado crítico al hospital y ahora... ─se detuvo unos segundos, bajando la mirada y entrelazando sus dedos─, dice que quiere conocerte.

Casi Demasiado Complicado © (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora