31- Lejos

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Jake

Cada vez que alguien mencionaba su nombre, sentía una punzada de dolor en el pecho. Sabía que Arabella estaba en Londres, pero más allá de eso, todo lo que hacía o sentía era un misterio para mí. Monica me decía que no la presionara, que dejara que el tiempo hiciera lo suyo, pero no podía sacudirme la sensación de que estaba perdiendo a Arabella, y que quizás ya no había vuelta atrás.

Me di cuenta de que la única forma de lidiar con esto era concentrarme en lo que podía controlar. Decidí que hablaría con Melanie lo antes posible. Necesitaba respuestas, y cuanto antes aclarara la situación, antes podría empezar a solucionar lo que quedaba de mi vida.

El día que finalmente me armé de valor para ir a ver a Melanie, una sensación extraña me recorrió el cuerpo. Estaba nervioso, pero también decidido. Sabía que esta conversación podría cambiarlo todo, pero tenía que enfrentarla.

Cuando llegué a su casa, ella me recibió con una sonrisa que me hizo sentir incómodo. Nos sentamos en su sala de estar, y después de unos minutos de charla superficial, decidí que era hora de ser directo.

—Melanie, tenemos que hablar seriamente —dije, mirando directamente a sus ojos.

Ella pareció tensarse un poco, pero mantuvo su compostura.

—Claro, Jake. ¿Qué pasa? —respondió, fingiendo tranquilidad.

Tomé aire y, sin pensarlo mucho más, dejé que las palabras salieran de mi boca.

—Necesito que cuando el bebé nazca, hagamos una prueba de ADN.

El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Melanie me miró, sorprendida, y después de unos segundos, su expresión cambió.

—¿Una prueba de ADN? —repitió, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.

Asentí lentamente, manteniéndome firme.

—Necesito saber la verdad, Melanie. Esto no es solo sobre mí, es sobre todos los que están involucrados. Necesito estar seguro de que... —me costó decirlo, pero las palabras salieron—,  de que soy el padre.

Esta vez, su expresión cambió drásticamente, y la sorpresa dio paso a una especie de indignación mezclada con desesperación.

—¿De verdad piensas que te mentiría sobre algo así? —preguntó, su voz subiendo de tono. Se puso de pie, cruzando los brazos, como si intentara protegerse de la acusación—. ¡Este bebé es tuyo, Jake! No tienes que dudar de mí. Sabes que siempre fui honesta contigo.

No supe cómo reaccionar de inmediato. Claro, su respuesta era lo que esperaba, pero algo en su actitud me hizo sentir que había más debajo de la superficie. No podía simplemente tomar su palabra y seguir adelante.

—No es que te esté acusando de nada, Melanie. Pero entiéndelo desde mi perspectiva —le respondí, intentando calmarla—. Si el bebé es mío, quiero hacer lo correcto, quiero estar presente, pero no puedo vivir con esta incertidumbre. No solo por mí, sino por Arabella, por todos. Necesito esa prueba para estar seguro.

El nombre de Arabella cambió todo. Melanie dejó de mirarme con la misma intensidad y, por un instante, pareció perder la compostura.

—Arabella... —murmuró, con un dejo de resentimiento en su tono—. Esto es sobre ella, ¿no? Quieres demostrarle que no eres como ella cree que eres. Que no eres el hombre que destruyó su vida. Pero, Jake, esto no se trata solo de ti y ella. Este bebé es real, y va a cambiar tu vida quieras o no.

Me quedé en silencio, sabiendo que Melanie tenía razón en una cosa: si el bebé era mío, cambiaría todo, sin importar lo que pasara con Arabella o con nosotros. No obstante, tenía que estar seguro, y eso no iba a cambiar.

—Lo sé —respondí suavemente—, pero la prueba es necesaria.

Después de varios segundos en silencio, Melanie asintió, aunque claramente no estaba para nada contenta.

—Está bien, Jake. Haré la prueba cuando nazca el bebé, si eso es lo que necesitas para estar en paz. Pero recuerda una cosa... —Me miró a los ojos, con una mezcla de tristeza y desafío—, cuando esa prueba demuestre que el bebé es tuyo, ya no habrá vuelta atrás. Vas a ser parte de su vida, quieras o no.

Las palabras quedaron flotando en el aire, y aunque sabía que tenía razón, no podía evitar sentir que, sin importar el resultado de la prueba, ya había perdido algo que atesoraba en mi corazón: mi futuro con Arabella.


Arabella 

Apenas bajé del avión, Londres me envolvió con un aire que, por un momento, me hizo olvidar de mis problemas. Sin embargo, esta sensación no duró tanto como hubiese deseado.

Unos días después de mi llegada, me reuní con el equipo de producción de la película. Monica me había enviado el libreto, y lo leí en el vuelo para tratar de despejar mi mente. La película, un drama contemporáneo titulado Rewind, se centraba en los impactos de las redes sociales y la tecnología en la vida personal, abordando temas como la desconexión emocional y la sobreexposición de la privacidad.

Mi personaje, Sarah, era una joven influencer atrapada entre su vida pública y privada. La película seguía su lucha por balancear su exposición online con su vida íntima, y cómo su obsesión con documentar cada momento la llevaba a perder lo que realmente importaba.

Este papel resonaba en mí más de lo que quería admitir. La lucha de Sarah con la sobreexposición pública y sus consecuencias personales no era muy diferente a lo que yo había vivido en los últimos años. En cierto sentido, interpretar este rol era como mirarme en un espejo y ver reflejadas mis propias vulnerabilidades. Sarah, como yo, intentaba proteger su vida privada en un mundo donde todo estaba expuesto, pero el precio de esa exposición siempre era más alto de lo que podía manejar. Me preguntaba si al interpretar a Sarah, podría aprender algo sobre mis propios errores y decisiones.

—El director cree que puedes aportar algo único al personaje de Sarah —me había dicho Monica en una de nuestras conversaciones, antes de que aceptara el proyecto—. Tu experiencia, tu vulnerabilidad... Eso es lo que busca.

El director, Tobias Müller, era conocido por sus dramas oscuros y realistas. Tenía fama de ser exigente, pero también de ser un genio a la hora de sacar lo mejor de sus actores. En nuestra primera reunión en el set, me sorprendió su actitud relajada, pero enfocada.

—Arabella, quiero que sientas el personaje más allá del guion —me dijo Tobias el primer día de ensayo—. Sarah no es solo una víctima del sistema, sino también alguien que contribuye a su propia caída. Quiero que encuentres ese equilibrio entre su inocencia y su responsabilidad.

Lo respetaba profundamente, aunque su intensidad me intimidaba. Sabía que este rol sería un desafío, no solo por mi inexperiencia en el cine, sino porque Tobias esperaba autenticidad, algo que me costaba mostrar frente a una cámara. Había algo en su mirada que exigía más de mí, como si no me permitiera esconderme detrás de ninguna fachada.

Había varios actores más en el elenco, pero quien más llamaba mi atención era Daniel, un joven y carismático actor británico que interpretaba a Alec, el mejor amigo de Sarah y la única persona en quien ella podía confiar.

Desde el primer día, Daniel había sido amable y profesional conmigo, pero también muy comprometido con su papel. Su energía en el set me impresionaba. Siempre parecía estar completamente inmerso en su personaje, y a veces me preguntaba cómo lograba desconectarse de las emociones intensas que emanaba en cada escena.

Daniel hacía que la dinámica entre Sarah y Alec pareciera increíblemente natural, aunque debajo de todo eso, había una tensión en mí que no podía identificar. A medida que pasaban los días, desarrollamos una química natural en nuestras escenas, algo que Tobias notó y aprovechó en el rodaje, al punto de que, por momentos, tanta intimidad en ciertas escenas, llegaba a hacerme sentir una cierta incomodad. 

La trama de Rewind era cruda, real, y me obligaba a enfrentar mis propios miedos. Muchas noches, después de los largos días de rodaje, me encontraba pensando en la vida de Sarah y cómo sus decisiones habían destruido su mundo. Me preguntaba si yo misma estaba tomando decisiones similares, alejándome de las personas que realmente importaban, como Jake.

Y justo cuando las cosas parecían ir mejorando, comenzaron los mensajes...

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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Casi Demasiado Complicado © (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora