27 - La verdad

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Jake

Estaba en shock. No sé cuánto tiempo mi mente quedó en blanco, imposibilitada de reacción alguna. Simplemente me quedé allí donde había leído el mensaje, absorto ante la crudeza de las palabras que confirmaban una noticia para la cual no estaba preparado en absoluto.

De repente, una imagen vino a mí con tal claridad, que me sacó de mi estado. Arabella. ¿Qué iba a decirle ahora? Justo después de que le propusiera casamiento. ¿Me odiaría? ¿Me entendería? ¿Rompería nuestra relación?

Miles de preguntas invadieron mi mente, llenándome de dudas. ¿Cuál debía ser el siguiente paso? ¿Pedirle un análisis de ADN para confirmar que el hijo o hija que esperaba Melanie fuese mío?

Lo menos que deseaba era sonar como un maldito hijo de puta, pero sentía que era razonable que tuviese mis dudas. Siempre había usado protección, salvo... Aquella noche. Aquella noche en la que todo seguía siendo tinieblas en mi mente.

Aun así, decidí que el siguiente paso a seguir sería ver a Melanie, y ganar tiempo hasta que Arabella me pidiera vernos. En este momento, agradecía que me hubiese pedido tiempo para considerar mi propuesta de casamiento; pues era tiempo lo que necesitaba para solucionar este acontecimiento que ahora ocupaba por completo mi mente.

No quería involucrar a nadie más en esto, pero la realidad era que necesitaba ayuda, y mucha. Dos personas vinieron a mi mente rápidamente: mi hermano y... Monica.
Mi hermano me daría su opinión y algún consejo que seguro me serviría mucho, además de su eterno apoyo; sin embargo, en este momento necesitaba algo más que un consejo, y eso solo podía proporcionármelo Monica.

No fue fácil marcar su número y llamarla. De hecho, me tomó casi tres horas tomar el coraje necesario para hacer la llamada. Cuando finalmente la llamé, Monica no tardó ni un minuto en contestarme.

─Jake, querido. ¿Cómo estás? ¿En qué puedo ayudarte?

De repente, mi garganta comenzó a cerrarse y las palabras no lograban salir de mi boca, quedando en un silencio sumamente incómodo.

─¿Hola? ¿Jake? ¿Estás ahí?

Podía sentir mi corazón latir a mil por hora. Sin embargo, respiré profundamente, tragué con dificultad y comencé a hablar.

─Necesito tu ayuda Monica. Es urgente.

No fue necesario que explicara mucho más, Monica entendió demasiado rápido de que se trataba de algo que me estaba afectando demasiado. De modo que me dijo que la esperara, que llegaría a mi casa en treinta minutos.

Siempre fiel a su palabra, treinta minutos después, Monica se encontraba en la puerta de mi apartamento, y yo, recibiéndola con un abrazo tan fuerte, que sentí como si estuviese abrazando a mi propia madre.

─Tranquilo mi niño. Aquí estoy. Dime cómo puedo ayudarte y lo haré.

Monica me contuvo en sus brazos mientras yo me largaba a llorar, como un niño pequeño.

─No sé qué hacer Monica ─sollocé, alejándome de Monica e intentando limpiar las lágrimas de mi rostro con la manga de mi camisa.

─No puedo ayudarte si no me dices lo que pasa, cariño. Trata de tranquilizarte por favor.

Monica me tomó de la mano y me dirigió hacia el sillón de mi living.

Intenté calmarme haciendo un par de respiraciones profundas y, en parte, me ayudó a estabilizarme. Sin embargo, la parte más dura había llegado.

─No creo que te agrade lo que voy a contarte ─expresé dubitativo, con la mirada gacha. La ansiedad haciendo que mi estómago se estrujara.

─Oh Jake, me estás empezando a preocupar. Solo dilo de una vez.

Casi Demasiado Complicado © (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora