Arabella
Aproveché los segundos que me ofrecía el viaje en elevador para tratar de componerme. Mi corazón latía tan fuerte que podía sentirlo retumbar en mis oídos. Era un manojo de nervios, además de una conjunción de contradicciones.
¿Por qué me sentía así? ¿Por qué me provocaba todo esto verlo? En el fondo pensé que lo había superado, eso me decía el paso del tiempo, ¿no? El hecho de que hubiese podido siquiera contemplar la idea de estar en una relación de nuevo y que, además, se hubiese concretado en una relación estable, ¿no era prueba de ello?
Sabía que estaba tratando de convencerme de algo que no tenía bien en claro, algo que me acosaba todos los días desde que me fui en aquella fatídica noche.
Trataba con todas mis fuerzas de calmar los pensamientos que se habían desatado en mi cabeza, sin mucha suerte. Cuando las puertas del elevador se abrieron, la figura de mi hermana a la distancia, me sacó de la línea autodestructiva en la que me estaba metiendo.
Sabía que no podía correr, porque estaba en un hospital, pero de igual modo traté de acelerar el paso para llegar hasta ella. Justo dejó lo que estaba haciendo con su teléfono celular, a tiempo para verme llegar y fundirnos en un abrazo emotivo, lleno de cariño y nostalgia, expresando el amor mutuo que nos teníamos.
─No puedo creer que estés aquí ─expresó Julia mientras se limpiaba las lágrimas.
─Yo no puedo creer que estés llorando. ¿Acaso te ablandaste en estos años?
─Si se lo dices a alguien, juro que lo negaré a muerte.
Ambas nos reímos de una manera cómplice y, por un momento el tiempo que pasamos alejadas, parecía haber desaparecido y todo volvía a su lugar, hasta que...
─¿Arabella? ─la voz de mi madre me trajo de nuevo, arrancándome con ferocidad de un instante en el que la realidad todavía no me había golpeado.
Mamá se veía agotada. Bolsas y ojeras bajo sus ojos color miel, canas que llenaban espacios que algún día habían sido negro azabache. Líneas de expresión recorrían su frente y los costados de sus ojos. A pesar de todo, estaba de punta en blanco, como siempre. Llevaba su cabello hasta los hombros y estaba apenas maquillada con un toque de rubor y un color de labios nude. Tenía puesta una camisa con mangas color azul navy, un pantalón de vestir negro, zapatos al tono de la camisa y su clásico bolso negro, que nunca dejaba.
Mi madre siempre fue el tipo de mujer a la que yo aspiraba convertirme cuando era niña, quería ser así de perfecta. Con los años comprendí que todo eso que había metido en mi cabeza era solo un ideal, al que me aferraba para evitar ver cuánto año daño me había hecho con muchas de sus conductas. Sin embargo, por mucho tiempo obvié todo eso de manera inconsciente; hasta que retomé mis sesiones de terapia con mi psicóloga Kelly estando en Londres.
A través de video llamadas pude continuar con la terapia que nunca debí abandonar cuando me encontraba en el momento más tumultuoso de mi vida con Jake. Las amenazas, el seguirme, el entrar a mi casa y a la de Jake y hacer destrozos en ella, el haberlo dejado y, finalmente, el haber perdido a nuestro hijo, me llevaron a un estado emocional muy complicado. Primero depresión, luego ataques de ansiedad. Tuve que recurrir a la asistencia de una psiquiatra, para que me recetara medicamentos que me ayudaran a poder salir de la casa.
Fueron días muy oscuros para mí. Días que no pensé que podría superar, pero con determinación y ayuda profesional, logré salir adelante. Hasta ahora.
─¿Cómo está papá? ─pregunté con un nudo en la garganta, preparándome en mi fuero interno para lo que sabía podía no ser lo mejor.
La mirada de mi madre fue suficiente para demostrarme que el panorama no era bueno, tal como lo había previsto. No fui capaz de decir nada, tan solo me incliné hacia ella y la abracé. Todo el trabajo que había hecho con mi terapeuta Kelly, me ayudó a entender muchas cosas de mi madre y a tratar de, por lo menos de mi parte, sanar ciertas heridas que, sin saberlo, mi relación con ella había recibido.
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Casi Demasiado Complicado © (#2)
RomanceLa historia de Arabella y Jake continúa... Ya no están juntos y el tiempo ha pasado. Ambos continuando con sus vidas. ¿Quieres descubrir cómo sigue su historia?