28 - Crudo

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Arabella

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando el mensaje se envió y, para mi sorpresa, tan solo dos minutos después, llegó la respuesta.

Voy para tu casa.

No esperaba que Jake me contestara a estas horas, pero quizás mi mensaje lo había despertado. ¿O... quizás estaba de guardia en el hospital?

Intenté no enredarme en pensamientos que no iban a llevarme a ningún lado, por lo que decidí ir hasta mi habitación para cambiarme y arreglarme un poco hasta que él llegara.

Había terminado de ponerme unos jeans y una sudadera, cuando mi teléfono sonó. Era él.

Estoy afuera.

Mi corazón empezó a acelerarse ante la anticipación del momento. Había tomado una decisión con respecto a su propuesta de matrimonio y estaba a punto de dársela.

Me observé en el espejo que estaba en la entrada, acomodando mi cabello con mis manos, intentando lucir presentable. La verdad es que no había esperado que Jake me respondiera tan rápido, y no tuve tiempo para arreglarme como me hubiese gustado, pero ya qué más daba. Al fin, él estaba aquí y yo, decidida a darle mi respuesta.

Tomé una respiración profunda, limpié el sudor de mis manos en mis jeans, y fui directo a abrir la puerta.

Verlo hizo que mis latidos se aceleraran en un santiamén. Estaba glorioso. Tenía el cabello mojado y llevaba una chaqueta de cuero y una camiseta blanca, al estilo James Dean.

Su presencia era tan penetrante, tan fuerte, que no pude evitar quedarme con la boca abierta, muda ante la visión de su rostro angelado. Sin embargo, al acercarme un poco más, me di cuenta de que la expresión en su rostro había cambiado. Sus ojos habían perdido el brillo de siempre, y algunas pequeñas líneas de expresión empezaban a asomarse, en la que antes había sido una piel impoluta.

Sin siquiera pensarlo, una pregunta se escapó de mis labios.

-¿Qué sucede?

A este punto de nuestra relación, lo conocía lo suficientemente bien como para ver las pequeñas señales en su gestualidad. Algo no iba bien. Y su silencio fue la clave.

No dije nada más. Respeté su silencio, incluso cuando se me hacía intolerable y podía escuchar mi corazón latiendo indomablemente, al punto que parecía salirse de mi pecho.

-Perdona por venir a esta hora. Yo... -hizo una pausa, al tiempo que se acercó a la puerta de entrada-. ¿Puedo pasar?

Asentí. Mi mente y mi cuerpo se habían puesto en modo avión. De alguna forma presentía que la cosa no iba para nada bien.

Jake entró en la casa y cerró la puerta con cuidado. Levantó la mirada, guiándola hacia la escalera. Instantáneamente me di cuenta de lo que estaba en su mente.

-No te preocupes. Todas están durmiendo. Podremos hablar tranquilos -murmuré, intentando demostrar una tranquilidad de la que lamentablemente carecía.

Ambos nos sentamos en el sofá que estaba en el living. Ambos nos quedamos un buen rato en silencio; yo intentando hacer contacto visual con él, y Jake, esquivando mi mirada. Algo iba mal, y ya no era solo mi imaginación.

-Ya dime qué sucede... -las palabras salieron de mi boca, mucho antes que pensara en ellas. Un impulso desesperado ante la incertidumbre del silencio que nos rodeaba.

Jake abrió sus ojos a modo de sorpresa, lo cual me dio a entender que no esperaba que yo tuviese esa reacción. Podía ver lo nervioso que se encontraba, apretando tanto sus manos que sus nudillos se habían vuelto blancos.

Casi Demasiado Complicado © (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora