18- Nunca más

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Arabella

Tomé mi auto sin decirle nada a nadie, porque no quería que nadie se metiese en mis decisiones. Fui directo hacia el hotel donde se estaba quedando Shawn. Estaba bastante alejado de mi casa, pero no me importaba que el camino hasta allí fuese largo, lo usaría para pensar en cómo abordaría la conversación con él.

Miles de variables se cruzaron por mi mente y ninguna me convencía del todo, ninguna era lo suficientemente creíble, porque ninguna era del todo verdadera. Había fragmentos de verdad, mezclados con partes modificadas o quizás con mentirillas, pero él no se merecía que le mintiera. Tampoco me lo merecía yo. Ya lo había hecho por muchos años y había llegado la hora de enfrentarme a lo que verdaderamente sentía por Jake.

Tendría que ser brutalmente honesta con Shawn y confesarle todo, sin guardarme ningún detalle. Y tenía que cortar la relación, de una vez por todas y por el bien de ambos.

Estacioné el auto en la entrada del hotel y un chico con traje tomó mis llaves para estacionarlo. Le agradecí amablemente y entré, dirigiéndome con rapidez hacia la recepción.
La recepcionista hablaba por teléfono animadamente y ni siquiera se volteó a mirarme cuando toqué la campanilla. Por lo que escuché en su conversación, su amiga había sido dejada y ella le estaba dando consejos sobre cómo conseguir que regresar con su ahora ex.

Parada allí, escuchando una conversación ajena, entendí que no tenía tiempo que perder; así que toqué la campanilla con insistencia, lo cual, al fin llamó la atención de la recepcionista, quien no estaba nada feliz con mi actitud.

─Buenas noches ─refunfuñó, con una sonrisa fingida─. Bienvenida al Hotel Austral. Mi nombre es Cinthia. ¿En qué puedo ayudarla?

─Buenas noches. Necesito saber en qué habitación se aloja el señor Shawn Belanger, por favor.

─Lo siento pero no podemos dar ese tipo de información. Nos caracterizamos por resguardar la privacidad de nuestros huéspedes.

La cara de la mujer era impenetrable y ahí supe que no habría nada que pudiese hacer para que cambiase su opinión; de modo en un intento desesperado, decidí escribirle a Shawn y decirle que estaba en el lobby del hotel y esperar a que, quizás, apareciera.

Su respuesta no llegó nunca, pero él sí. Radiante, como siempre, salió del elevador y caminó hacia mí, sin emoción alguna en su rostro.

─¿Qué necesitas? ─me preguntó con un dejo de desprecio en su voz.

─Quiero que hablemos. Necesito que hablemos ─le supliqué, conteniendo las lágrimas que luchaban por asomarse.

Él me miró de arriba a abajo con una expresión que solo pude deducir como asco, lo cual me hizo sentir como la peor persona del mundo, casi como si no fuese nada en absoluto.

─Sube a mi habitación. Sea lo que sea que quieras decirme, no quiero que sea aquí. ─Hizo una seña refiriéndose al lobby del hotel, y yo simplemente accedí a su pedido y se lo seguí.

Ya en el elevador y, a pesar de estar solos, no cruzamos palabra. Él se veía demasiado enojado y yo estaba demasiado nerviosa, esperando que las puertas del elevador se abrieran pronto para que pudiese sacar cuanto antes todo lo que tenía guardado.

Y así, tan rápido como lo pensé, sucedió y llegamos al piso donde se alojaba Shawn.

Él continuó sin dirigirme la palabra y yo lo seguí cuando se me adelantó.

─Esta es mi habitación. ─Señaló con su mano y, cuando abrió, me dio lugar para que yo entrara primero.

La habitación estaba a oscuras, pero de inmediato Shawn encendió las luces y pasó por mi lado, encendiendo la luz del siguiente ambiente.

Casi Demasiado Complicado © (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora