Año nuevo

464 31 24
                                    

La nueva oleada de placer inició con un ritmo marcado y profundo, la posición en la que tenía a Izuku con las piernas sobre sus hombros le permitía tener un mayor alcance y profundidad en el interior del otro.
Logrando golpear sus entrañas con un deseo febril que no terminaba.

La voz de Izuku gritando su nombre repetidamente con el peculiar tono excitado le encantaba y mucho más observar con atención los dulces gestos de gozo que el menor le dejaba conocer. Gestos que solo el podía provocarle al hacerle el amor y sobretodo que solo en su intimidad los dejaba salir a flote. Era lo más hermoso y privado que podía tener.

La esencia más pura de Izuku siendo tomado hasta el cansancio y solo él sería el único expectador.

Mientras se ahogaba en el éxtasis pudo notar como el teléfono en la mesa de centro empezó a sonar y vibrar haciendo un sonido molesto pero no lo detuvo de continuar con su labor.

Sin embargo, miró como Izuku estiró la mano para alcanzar el teléfono. Katsuki de inmediato la alcanzó para alejarla y que lo dejara sonando.

—No me voy a detener, que se joda y espere, no pienses en nada más que en mi y lo que estamos haciendo —

Gruñó a manera de regaño, pero Izuku indicó que solo quería silenciarlo. Al rubio no le importó y se dedicó a demostrarle que no lo dejaría distraerse de nuevo.

Las estocadas fueron freneticas después de eso, el golpeteo de sus cuerpos húmedos chocando se escuchaba con fuerza, apretó la mano de Izuku bajo la suya hasta dejarle las puntas de los dedos enrojecidas por la presión del agarre. Su mano libre viajo al cuello del menor encajando perfectamente sus dedos alrededor apretando de forma dominante. Hacia tiempo que tomarlo del esa manera ya no le recordaba a Chisaki o Tomura. Simplemente era una acción más de placer entre ellos dos. Despacio la mano que ahorcaba al menor libero el agarre y subió despacio a los labios ajenos para acariciarlos con deseo metiendo su pulgar en la boca del pecoso con la intención de ser lamidos entre los jadeos.

El cuerpo bajo el suyo tembló y se retorció en auténtico placer contrayendo la entrada y dándole un masaje delicioso en su falo que deslizaba una y otra vez hasta sentir la electrificante sensación recorrerle la espina dorsal para liberar una corrida más. Con ella era la segunda que tenía dentro de Izuku llenándolo hasta derramarse.

Despacio salió del interior dejando derramarse de la entrada que aún mantenía su forma cerradose poco a poco. Katsuki lo miró relamiendose los labios mientras su pecho inflaba agitado recuperando el aliento. Las gotas de sudor bajaban por su cuello y clavículas incluso la espalda empapandolo y dándole un erótico brillo a su musculatura.

Respiraba agitado con el entrecejo fruncido y despacio se recostó un breve momento sobre Izuku para recuperar energía y darle de paso al menor un lapso para recuperarse también. Se dispuso a besarlo cuando de pronto el llamado al teléfono volvió a escucharse.

Katsuki de inmediato arrugó el entrecejo con molestia. Sea quien sea era una jodida molestia. Siempre le molestaba cuando insistían tanto con las llamadas.

—Apágalo.

Le dijo con la intención de seguir evitando interrupciónes hasta que alzo una ceja cuando Izuku le indicó de quién se trataba.

— Debe ser alguna idiotez solo apagalo

Volvió a insistir con eso pero Izuku parecía verse un tanto preocupado, Katsuki suspiró, no conocía tanto a esos idiotas como él por ello sabía que no sería algo demasiado urgente. Lo comprobó cuando la llamada fue puesta en altavoz y se escuchó la felicitación navideña.

—¿Lo ves?

Murmuró poniendo los ojos en blanco, pero después alzó una ceja al escuchar que el verdadero motivo era para informarle a Izuku sobre su salida. Katsuki negó con la cabeza al ver la clara reacción abochornada del pecoso y sonrió con travesura de manera ladina perdiendo el interés por la conversación que se efectuaba en el altavoz.

Se inclino para besar el cuello ajeno, las claviculas, sus pezones, succionando y chupando a propósito para hacer que Izuku se distrajera de la conversación, pero no colgaba así que gruñó y tomó su miembro para posicionarlo en la entrada del menor que seguía muy húmeda. De un solo empujón se introdujo dentro jadeando por la repentina sensación de placer.

Sonrió amplio mostrando los dientes con victoria cuando escucho la voz de Kaminari despedirse y recordarle no "matar" a Izuku en el acto. Cuando la llamada finalizó rapido le quitó el teléfono al menor y lo apagó arrojandolo al sofá. No quería más interrupciónes por ese día o de verdad se pondría de mal humor.

Miró a Izuku mientras escuchaba su queja respecto a no ser impaciente pero las acciones decían lo contrario, su mano fue guiada por el propio Izuku a recorrerlo con necesidad y bufó con una sonrisa cuando notó las piernas ajenas enredarse en su espalda baja en señal de desear más.

— ¿Y el impaciente soy yo?

Bromeó inclinando para besarlo. Abriéndole los labios con los propios y acariciando la lengua con suaves movimientos circulares. El vaivén retomo fuerza cuando Izuku le abrazó por el cuello y luego la espalda dejándole un largo camino de líneas rojizas en la piel, marcadas por sus uñas.

Un nuevo round inicio y con ello toda una tarde llena de pasión, arrumacos, besos y gemidos que terminaron cuando el sol empezó a ocultarse. Cuando le rogaba que parara pues ya no podia más y moviendo a un Izuku completamente langido como muñeca de trapo culminó su hermosa tarde de reencuentro.

Completamente agitado se recostó finalmente sobre el cuerpo del menor sintiendo su corazón al ritmo del suyo y con su mejilla contra el pecho ajeno. Lo amaba con locura pero ya habían dado todo de sí. Ambos estaban exhaustos y abrazándose, decidió relajarse ya por completo y dejarle paso a sus cuerpos descansar de esa vigorosa tarde. Pesé a todo eso, Katsuki estaba seguro de que de no ser por el tiempo que para su desgracia corría con rapidez, pudiesen estar haciéndolo eternamente. Besarlo para siempre, tocarlo sin límites. Entregarse a él y que el fuera suyo sin medida.

Ambos terminaron rendidos en el suelo sin saber nada más que el sentimiento de felicidad llenando sus corazones. Apegó al menor a su pecho sintiendo sus latidos conectados como si fuera magia.

¿Era posible oír su corazón y sentir su alma de esa forma?Katsuki no sabía cómo pero lo que tenía seguro era que su mente su cuerpo y su corazón estaban perdidos en las cualidades y la belleza de la del otro.

Entre suspiros apenas escuchó la voz de su amado y lo besó sobre la frente, abrazándolo de forma protectora, quería cuidarlo, protegerlo y dejarle más que claro que era capaz de dar su vida por él y las simultáneas cicatrices de las balas en su pierna costado y hombro eran testigo de ello. Una forma de recordarle al pecoso de forma permanente que era lo más importante que tenía en el mundo.

Luego de un rato recuperandose se removió y cargó a Izuku en brazos para tomar un baño juntos. El baño de burbujas en la tina fue muy relajante. Katsuki no perdió ni un segundo su mirada del pecoso que jugueteaba con la espuma como un niño pequeño. Parecía que estaba recobrando la energía.


—Muero de hambre... ¿Pedimos cena? —

Cuestionó mientras frotaba la toalla en la cabeza del pecoso para quitarle el exceso de agua de los rulos languidos por la humedad. Su estómago rugió hambriento pues había hecho bastante actividad física y su cuerpo demandaba alimento.

Pocos minutos después cuando estaban en la cocina Katsuki observaba a Izuku con detenimiento mientras se movía de un lado a otro buscando platos y cubiertos para comer el pollo que había llegado de una reconocida marca y que en Japón era casi tradición comprar en navidad.

Izuku llevaba una de sus camisas puestas y la cual le cubria hasta los muslos por la clara diferencia de tamaño.

"Parece mi esposa"

Pensó con diversión pero luego borro su sonrisa al repetirse esa palabra en su cabeza. Su esposa, o en ese caso su adorable esposo.

Suspiró con el deseo en su corazón de formalizar aún más esa relación que tenia con el menor. Sabía que el matrimonio igualitario estaba prohibido en el país, pero tal vez podrían viajar a casarse en otro lugar donde si estaba permitido.
Aún tenía su ahorro al cual le fue negado el acceso en prisión. Podia costearse sin problema lo que necesitaba para la propuesta.

Al verlo sonreír mientras le servía el pollo su deseo creció, definitivamente quería pedírselo, quería unirse con Izuku para siempre y estaba totalmente seguro de ello.
Sonrio tomando una pieza de pollo para comerla con calma.

— Izuku, ¿Cuál es tu piedra preciosa favorita?

Pregunto con curiosidad, la respuesta le hizo reír negando con la cabeza pero lo veía venir.

—Solo es curiodad, realmente nunca te he preguntado tus gustos en joyas.

Se encogió de hombros continuando con la comida hasta que terminaron. Ya era de noche así que después de la cena decidieron que sería buena idea descansar.

A la mañana siguiente despertó después que Izuku, pudo verlo abrazado a su pecho con la mirada perdida en él. Katsuki se removio para abrazarlo con más fuerza y besando su mejilla y frente para finalizar en los labios.

— Buenos días...

Le dijo en voz baja y apacible que lo hacía lucir cariñoso. Estiró su brazo a la mesita de noche para alcanzar su celular, sintiendo pesadez era como esa sensación cuando iba al gimnasio y al día siguiente le dolían los músculos por el ejercicio hecho.

Miró la pantalla con una mueca adormilada y noto que ya eran las 12:30 p.m. Y la notificación de un mensaje de Mirio.

"Hola Katsuki, espero que Izuku y tú hayan pasado una bonita navidad, recuerda que ahora es tu turno de ayudarme"


Era cierto ahora debía tratar de contactar con Camie para hacer lo posible por que le dejara ver al niño y llevárselo en secreto a Mirio para que lo conociera.

Suspiro y dejó el teléfono en su lugar de nuevo para volverse hacia el menor y notar como se marcaban mucho más los chupetones en todo su cuerpo. Las que eran marcas rojitas ahora eran manchas violentas y moradas con ligeros toques rojos, se veía doloroso y pensó que se había pasado. Al menos no era el único herido pues el roce de la tela en la piel le ardía en toda la espalda llena de araños.

—¿Dormiste bien?

Le dijo sonriendo suavemente mostrando sus caninos y acariciandole los rulos despeinarndolo más de lo que ya estaba.

—Es tarde... ¿Quieres desayunar?

Le preguntó mientras se levantaba, se acercó al closet para sacar ropa y volvió hacia el menor, le tomó de la mano para levantarlo también pero noto que parecía arrugar su rostro. Algo le dolía.

—¿Estas bien?

Le preguntó alarmandose al verlo poner una de sus manos en su espalda baja. Entonces el mayor sonrió sabiendo de lo que se trataba.

—¿Te lastime mucho? ¿Puedes caminar?

Le pregunto acercándose para tomarlo de los hombros pero luego se le ocurrió mejor cargarlo hasta la cocina.

Se puso de frente al menor y se inclino a su altura para que este subiera a su espalda. Fácilmente lo cargo y caminó hacia la cocina en donde dejó al menor sentarse a la mesa.

Se sentó a su lado y le miró finamente sin dejar de suspirar al sentir las mariposas revoloteando cada vez que los orbes verdes se fijaban en los suyos, pudo oír el ruido del estomago del pecoso lo que le hizo reír.

Compartir la cama, la ducha, su casa, compartir su tiempo y su vida, solo con Izuku. Esa era su mentalidad ahora y lo tenía bien en claro mientras se fundian en un delicioso beso.

Sentir los labios ajenos dulces cual miel le distraía del ardor de los araños en su piel y más cuando el pecoso le expresó que lo amaba a lo cual respondió con una suave sonrisa y sus brazos tomándolo de las caderas.

— No sabes cuanto te amo también... Tonto conejito.

Le murmuró en la boca para seguir besándolo suavemente y profundizar con su lengua mientras sus manos recorrían los costados del menor y bajaban hasta sus nalgas, tras varios minutos más de compartir besos y suaves caricias el rubio se separó un poco agitado.

—Mójate la cara estas rojo como un adorable tomate.

Le bromeó con calma para entonces buscar que cocinar.


—Luego de desayunar iré por mis cosas a casa de Mirio. No es lejos de aquí. Así que esperame, ¿si? Cuando llegue haremos algo juntos.

Indicó mientras preparaba el desayuno. Recalentando un poco del pollo que había sobrado para crear un nuevo platillo con el.
Pronto se llenó de un delicioso aroma y Katsuki no dejaba de moverse con habilidad en la cocina.

Sirvió los platos y comenzaron a comer con tranquilidad mientras escuchaban las noticias desde el televisor de la sala. Anunciando que habría un show de fuegos artificiales por año nuevo e invitaban a todos a asistir.

Al terminar, Katsuki tomó su teléfono y las llaves para besar al menor en la frente y despedirse.

—No tardaré, llamame si necesitas algo.

Le dijo acariciando su cabello para entonces irse. Katsuki tenía en mente otra cosa, ir a casa de Mirio había sido solo una excusa para salir a solas y poder buscar algo que debía conseguir antes de año nuevo.

En el camino aprovechó para llamar a Camie y aunque las primeras dos veces no contestó intento con una tercera hasta que finalmente tomó la llamada. Parecía oírse tranquila. Quizá por que el número era desconocido para ella.


—Hey Camie, ¿cómo estas?

Hubo un silencio corto a través de la llamada.

— ¿Katsuki?... ¿Por qué me llamas? ¿Que quieres? Ya no estás obligado a tener contacto con nosotros. Incluso retiré la pensión que me dabas, ¿Qué es lo que necesitas ahora?

Cuestionó la chica, Katsuki supo que ella seguía molesta. Siempre había sido de carácter fuerte así que debía abordarla con mucho cuidado.

— Solo quería desearte feliz navidad... ¿Como esta Katsuma? Se que no es mi hijo pero me encariñe un poco con el —

Le preguntó con calma y cuando ella respondió supo que lo escucharía por lo que comenzó a sacarle un poco de platica.

Katsuki era bueno moviendo a las personas y no le tomó mucho trabajarla, logrando hacer que accediera a dejarlo ir por el pequeño aunque ante la ley ella le había quitado todo derecho de verlo.

— Podras verlo en vícpera de año nuevo, ven por él en la tarde y traelo de regreso el día primero.

Tal vez era por la temporada navideña que los corazones de los demás se ablandaban de a poco. Katsuki suspiro con alivio de saber que al menos podría hacer que Mirio conociera a su hijo. Solo sería un día. Mirio sabía que era imposible convivir con el diario pero al menos quería conocerlo.

El pequeño ya tenía cuatro años y reconocía a Katsuki perfectamente. Era muy callado y tímido pero era un buen niño.



— ¡Gracias! ¡Gracias Bakugo! Haras posible mi milagro de navidad! —

Le decía el ojiazul con lágrimitas en los ojos tras la llamada que el cenizo le hizo para darle la buena noticia, alzó una ceja "¿un milagro de navidad?" no sonaba mal aunque para nada era un milagro.

Se dirigio primero al banco para retirar su dinero y después a buscar aquello que necesitaba. Terminó visitando al menos cuatro lugares hasta encontrarlo.

Cuando regresó a casa encontró a Izuku dormido en la sala por lo que fácilmente pudo escabullirse a la habitación y guardar lo que había comprado. Definitivamente sería una linda sorpresa.

_______________________________________

Tokyo Japón 31 de Diciembre

Katsuki había planeado todo con detalle durante los últimos cinco días.
Kirishima había planeado una fiesta de año nuevo en su casa invitando a Mina, Kaminari y compañeros del departamento de policía, incluso insistió en que ellos fueran y que Izuku invitara a sus amigos más cercanos. Para Katsuki era una buena idea para sus planes pues entre más gente cercana hubiese mejor. Shoto, Tenya, Ochako entre otros fueron algunos de los que confirmaron asistir.

Mirio le había prestado las llaves de su auto a Katsuki para que fuera por el pequeño Katsuma. El rubio ya le había contado el plan al pecoso de ir por el niño y dejarlo con Mirio hasta la mañana siguiente, de casa de Mirio se irían a la fiesta de Kirishima.


—¿Izuku donde estas? ¿Estas listo? —

Le pregunto en voz alta mientras caminaba por el pasillo y bajaba las escaleras.

—Vamos. Hoy cierran temprano los negocios debemos darnos prisa para alcanzar abierto. ¿Que te parece ir por un café y pancakes de burbujas? Uno dulce para ti y uno salado para mí.

Le decía mientras se acomodaba el traje formal que llevaba puesto y escuchó al menor bajando las escaleras también.

— Hoy haremos un "milagro" para Mirio también, ¿Lo recuerdas? —

Murmuró sonriéndole al pecoso que se veía precioso con el lindo conjunto semiformal que había elegido. Todo se le veía bien.


— Te ves muy bien. Aunque preferiría verte sin ropa.

Le bromeó tranquilo rodeando al menor por la cintura e inclinándose para plantarle un beso en los labios que le permitió a la vez percibir el dulce a aroma de frutos rojos que el menor tenía impregnado en la piel gracias a su crema.

Definitivamente ese aroma le quedaba. Era fresco y juvenil tal como la misma esencia que irradiaba el pecoso al sonreír. Joven y lleno de alegría. Se separó para tomarlo de la mano y entonces al saber que el menor le parecía bien comer los pancakes pensó en ir a esa tienda que el recordaba esperando que estuviera abierta en pleno 31 de diciembre y pasado el medio día.

— Vamos entonces —

Le dijo sonriendo suave para salir y cerrar con llave la puerta del departamento.

Sin soltarle la mano caminaron bajando las escaleras hasta llegar al estacionamiento en donde desactivo la alarma y los seguros del auto de Mirio el cual hizo un corto pillido y sus luces parpadearon.

Entonces subieron y el rubio le pidió al menor que se pusiera el cinturón de seguridad. Hacía bastante frío, de sus bocas salía vapor que desaparecía al expandirse en el aire.

Encendió el auto y prendió la radio dejando una canción de rock suave en una estación cualquiera y comenzó a conducir.
Afortunadamente había poco tráfico. La mayoría de las personas estaban en casa ese día aunque conforme avanzaron a zonas más céntricas el tráfico aumentó un poco y al llegar al centro comercial llegó a estacionarse sin problema.

Durante el camino habían hablado de cosas triviales y amenas como que había hecho el pecoso en el trabajo la noche anterior o si la pizza del restaurante/bar donde trabajaba era buena así como típs de cocina que Katsuki sabía.

Una vez que bajaron le volvió a tomar de la mano. No le importaba las miradas de las personas, ya no tenía miedo de ocultarse más a nadie. Caminaba junto a él con orgullo atravesando los pasillos relucientes y mirando de vez en cuando hacía los distintos locales que le sorprendió estaban abiertos.

—Mira... Ese traje se te veria bien si nos casaramos.

Le dijo señalando a una tienda de ropa de etiqueta para caballero, en los anaqueles estaba un maniquí con un bonito traje de color blanco de corbatin, sacó de cola de pingüino, chaleco y pantalones rectos. Se veía formal, pulcro y elegante.

Luego sonrió y acarició el cabello de su amante con la mano y siguieron caminando distrayendo en algunas tiendas hasta llegar al local de los pancakes que para mala suerte estaba cerrado.

Katsuki maldijo y torció los labios en una especie de puchero, busco con la mirada otra opción alzando una ceja al ver que estaba abierta la tienda de ramen.

—¿Quieres un ramen? Nos vendría bien con este frío del demonio.

Le dijo sonriendo leve, caminaron hacia el local a entrar y tomar asiento en una mesa para dos en donde una chica se les acercó para dejarles la carta.

Todo en el menú se veía delicioso y cuando llegó el momento de ordenar el rubio pidió un ramen extra picante con pollo crispy y una cerveza de bebida y luego dejó que el menor ordenará también.

Una vez que la mesera se retiro el rubio observó al pecoso con detenimiento, contemplandolo, parecía algo nervioso. Tan lindo.

—¿En qué estas pensando? ¿Recordaste el ramen de cumpleaños de aquella vez?—

Adoraba ver su sonrojo y ese brillo en sus grandes ojos verdes. Katsuki se sentía afortunado de tener a su lado a alguien tan lindo y que irradiaba tanta belleza y energía. Lo que más le gustaba era que pese a su imagen de ahora un chico bueno y decente, podía ser también picante y atrevido y eso era lo que más le gustaba.

Extendió su mano a lo largo de la mesa para tomar la de Izuku y acariciarle los dedos con los suyos. A lo lejos escucho los gritos de emoción de alguna chica que seguro los veía y le hizo sonreír y negar con la cabeza. Luego aclaró su garganta y suspiro pensando en que más tarde debían ir por el pequeño Katsuma y llevarselo a Mirio.

De pronto alguien tocó el cristal de la ventana desde afuera del local por lo que ambos voltearon. Frente a ellos estaba Denki, pegado a la ventana con las manos puestas sobre este y mirando a ambos con una expresión llena de alegría y ojos llorosos.

Katsuki abrió amplio sus ojos y se sorprendió aún más de ver como Kirishima estaba también detrás de Denki ambos mirando sorprendidos al rubio desde el otro lado. Entonces los dos jóvenes corrieron adentro del local hasta frenarse frente a la mesa del rubio y el pecoso.

Katsuki apenas pudo ponerse de pie cuando Denki se lanzó a sus brazos llorando y llamando mucho la atención. Kirishima solo sonreía mirando a su viejo amigo y luego desvió la mirada hacia Izuku saludando con una sonrisa.

— ¡Bakugo, estoy tan feliz por ti! La fiesta será estupenda —

Decía Denki y Katsuki gruño tratando de quitarselo de encima hasta que Kirishima le ayudo y entre gimoteos Denki observó a Izuku emocionandose mucho por él.

—¿Que hacen aquí? No deberían estar descansando? ¿Están investigando algún caso? —

Murmuró el cenizo, Kirishima y Denki rieron.

—Vinimos a llevar algunas cosas que olvidamos para la fiesta. Los veremos más tarde , debemos decorar y preparar la comida que daremos —

Dijo Kirishima y tras ello con alegría se despidieron para dejar al rubio y al pecoso solos nuevamente. Katsuki sólo suspiro y miró a Izuku. Justo en ese momento la camarera volvió con sus platos de ramen y se los entregó junto a sus palillos y sus bebidas.

Los platos brillaban humeantes Katsuki se relamio los labios tenía mucha hambre debido a la energía que había gastado al tomar al menor toda la noche de nuevo, así que comenzó a comer su ramen el cual disfruto gruñendo de lo delicioso que sabía y soplando de vez en cuando para luego llevarse los fideos a la boca y sorber mientras hacía una cara de satisfacción.
La sonrisa con la que el pecoso le miraba entre lapsos mientras comía eran suficientes para hacerle sentir una cálida sensación de bienestar en su alma.

Comieron con calma hasta terminar y luego llegó la ahora de ir a casa de Camie. Ya no podía esperar por ver la reacción de su camarada también así que miró al menor y le sonrió sin mostrar los dientes.

—Estoy feliz de poder salir contigo... Finalmente somos libres. Gracias por seguir a mi lado.

Le dijo con franqueza y en voz tranquila para después ponerse de pie y tomarlo de la mano, lo acercó a su cuerpo rodeándolo de la cintura para darle un beso sobre los labios. Lo besó con profundidad pero sin llegar a ser descarado. Transmitiendole la alegría que sentía.

Luego de ello se separó de él y le sonrió travieso.

—Estás rojo de nuevo.

Le murmuró de cerca besandole la mejilla para entonces simplemente salir de ahí.
En el camino hubo silencio uno tranquilo y en paz en el cual hubo algunas risillas entre lapsos. Katsuki sentía gracia de lo lindo que era Izuku. Parecía un chico en su primera cita aunque ya habían salido de esa forma en Kioto. Incluso pensó en volver a ir a alguna pista de hielo en cuanto su motocicleta llegara del taller. Había quedado averiada tras la persecución de un año atrás.

Una vez se estacionó frente a la casa de Camie le pidió al menor que se quedara en el auto, no tardaría mucho así que bajó y cruzó la calle para tocar el timbre. Casi de inmediato Camie abrió y al ver a Katsuki sonrió suavemente.

— Hola Katsuki, bienvenido, espero estés teniendo buena víspera de año nuevo.

Le dijo en tono tranquilo, Katsuki asintió y seguido ella lo abrazó con calma rodeandolo por el cuello.

—Te ves bien, no supe de ti desde el juicio... ¿Has estado bien? —

Le dijo la chica y Katsuki se encogió de hombros.

—Si, espero que tú estés bien. Tus padres igual y pasen un feliz año nuevo.

Respondió el cenizo de la forma más cordial posible y la chica se separó sonriendole algo decaída.

Miró de reojo a espaldas del rubio y pudo notar el auto estacionado al frente pero también pudo notar la presencia del pecoso encontrándose con sus grandes ojos verdes así que suspiro y bajó la mirada.

—¿Sigues con él?

Katsuki alzó una ceja y sabia perfectamente que se refería a Izuku, asintió con firmeza.

—Él es mi mundo, desde un inicio lo fue.

Confesó, la chica sonrió y se alejó del rubio, sabía que ella no tenía ya ninguna posibilidad de intentar algo con él cenizo así que sólo asintió.

—Entiendo, bueno me alegra que encontraras a alguien. Mereces ser feliz después de todo... uhm, perdón por lo que pasamos. Iré por Katsuma, espera aquí —

Le dijo dejando al cenizo algo ingenuo por el drástico cambio de opinión, se giró hacia Izuku haciéndole una gesto de sorpresa y luego regresó la vista al ver qué la chica volvió con el pequeño de ojos azules en brazos, bien abrigado con un gorrito y un pequeño suéter. El pequeño sonrió al ver a Katsuki parecía ser que aún lo recordaba.

Katsuki lo tomó en brazos y agradeció a la chica haciendo una venia.

—Te lo agradezco. Esto significa mucho, lo traeré mañana temprano. Gracias Camie, por favor cuidate —

Le dijo a la chica que solo sonrió y asintió despidiendose del pequeño.

Ella parecía haber cambiado mucho desde la última vez que la vio y trató con ella. Eso era bueno se había alegrado por ella. Así que después de que ambos se despidieron el rubio volvió al auto y entró tomando asiento y entregándole al pequeño al peliverde.

—Katsuma él es Izuku, ¿lo recuerdas? —

Le preguntó al pequeño que ya balbuceaba pequeñas palabras cortas y miró al pecoso para después sonreír y estirar sus manitas hacia él para ser abrazado.

El cenizo sonrió al ver como Izuku tomaba al niño y le hablaba con lindura. Se quedó pensando en que la paternidad le quedaba y definitivamente sería un increíble educador de preescolar.

Sonriendo en silencio encendió el auto y se puso en marcha rumbo al apartamento del ojiazul. Ya no podia esperar más para grabar a su amigo y luego ir a la dichosa fiesta de Kirishima.

Mientras conducía miraba de reojo como el Izuku jugaba con el pequeño que ahora le tenía mucho más parecido a Mirio, cuando finalmente llegaron estacionó el auto y bajó con calma. Katsuki lo tomó en brazos apoyándolo contra su pecho para cubrirlo del frío y luego con su mano libre tomó la de Izuku.

— Llegó la hora... Saca tu teléfono que esto será memorable —

Le dijo a Izuku besándole la frente para entonces comenzar a caminar al departamento de Mirio y cuando estuvieron afuera tocó un par de veces antes de que le abriera la puerta.

— ¡Hola! Bienvenidos, por favor pasen, pasen —

Dijo el más alto con una sonrisa amplia y entusiasmada. Cuando vio al pequeño de espaldas en los brazos del cenizo, el ojiazul tragó saliva y sus ojos se llenaron de brillo.

Ambos entraron y Mirio cerró la puerta para que el frío ya no entrará y sonriendo abrazó a Izuku primero.

—Izuku me da gusto verte. Estás mas lindo que antes, ¿te gustó tu regalo de navidad?

Le dijo sonriendo y Katsuki le gruño.

— Oye sueltalo —

Le dijo de forma posesiva pero graciosa que hizo reír al ojiazul.

— No te preocupes, también tengo abrazo para ti, ven aca —

Le dijo Mirio abrazando también al cenizo haciéndolo gruñir y entonces suspiró una vez que Mirio se separó y miró directo al niño.

— ¿E-Es él cierto?... ¿Es mi hijo? —

Le pregunto entusiasmado con la voz temblorosa. Katsuki asintió y miró a Izuku de forma cómplice para que sacara el teléfono y grabara.

—Así es, te presento a tu pequeño, se llama Katsuma —

Le dijo el cenizo girando al niño en sus brazos quien abrió sus ojitos y de inmediato miró a su alrededor topándose con los ojos de su verdadero padre.

Ambas miradas azules como el cielo se analizaron y el pequeño sonrió mostrando sus dientitos inferiores derritiendo al instante el corazón de Mirio quien se quedó mudo, sus labios temblaron y sus ojos se humedecieron al instante derramando lágrimas.

— Hola pequeño... Soy Mirio. Soy tu papá... Tu eres mi hijo, mi pequeño —

El ojiazul ya no aguantá y rompió en lágrimas de alegría tomando al pequeño con cuidado para abrazarlo y llenarlo de besos en sus rosadas mejillas haciendo que el pequeño soltara gritos divertidos. Era una escena muy emotiva.

Katsuki caminó al lado del pecoso y lo rodeo con su brazo por la espalda y suspiró con una sonrisa satisfactoria.

—Misión cumplida —

Murmuró bajito mientras Mirio seguía llorando embelesado con él hermoso niño que era igual de alegre y noble que él.

Entonces escuchó al menor decir que sentía hasta cierto punto envidia aunque estaba feliz consigo mismo por lograr ayudar a que un padre y su hijo se encontrarán y sonrió suavemente.

A la vez también recordo que él ya tenía tiempo sin saber nada de sus padres, se preguntó si estarían bien, si lo odiaban por no haberse casado con camie. Por no haberles mantenido como prometió o por haber sido enjuiciado y enviado a prisión.

No lo sabía. Quizá era hora de que él también enfrentara finalmente ese lado de su vida pues sentía una pequeña espina y quería resolverlo. Mientras pensaba en eso miraba como Izuku se divertía con el niño haciéndolo decir papá para Mirio.

—Bien Katsuma, cuida bien de tu padre. Es demasiado tonto. Volveremos por ti mañana —

Le dijo Katsuki al pequeño bromeando y acariciandole la cabecita rubia para después tomar de la mano a su pareja.

— Mirio, nos vamos. Si necesitas algo llamame —

Le dijo al ojo azul quien asintió y agradeció entre mocos y gimoteos haciendo soltar a Katsuki un "que asco" entre risas.

La siguiente parada sería la fiesta de Kirishima pero Katsuki pensó que era una buena oportunidad para buscar a sus padres y enfrentarse finalmente a ellos. Si iba a hacer su vida con Izuku lo haría bien, con o sin él apoyo de sus padres y sólo había una manera de saberlo.

Por lo que condujo hasta la casa donde supo se hospedaban cada año para pasar año nuevo en Tokio. Esperando que aún siguieran allí y ante la mirada confusa de su pareja le sonrió tratando de darle calma mientras acarició su mejilla con cuidado con el dorso de su mano.

—Izuku... Lo que voy a hacer será difícil, pero prometeme que no te sentirás mal pase lo que pase ¿está bien?. Tengo que hacer esto para estar en paz conmigo mismo. Tú eres mi vida ahora así que esto te concierne. —

Le dijo con calma en un hilo de voz sereno. Sabía que lzuku estaba asustado y confundido así que le sonrió lo mejor que pudo.

—Ven conmigo. —

Le dijo una vez que salieron del auto y cruzaron la calle hasta detenerse frente a la puerta de aquella casa y tocar el timbre.
Los segundos que pasaron hasta que la puerta se abrió le pareció eterno. Una mirada café se posicionó sobre la pareja junto a un rostro incrédulo y lleno de sorpresa.

—Hola, cuanto tiempo papá —

Saludó el rubio y a lo lejos una voz perfectamente reconocible se escuchó provenir desde adentro.

—¿Quién es cariño? —

Katsuki tragó saliva y apretó la mano del pecoso con fuerza antes de que el castaño sonriera suavemente y asintiera.
La voz de su madre era como un sonido de alarma, en cuanto la escuchó todo su cuerpo se tensó, su padre parecía estar sorprendido pero sabía que nada sería comparado a la reacción que tendría su madre, sin embargo, al sentir la mano del pecoso aferrarse a la suya le hizo sentir más valor

Su padre estaba feliz de ver a su hijo después de tanto tiempo sin saber de él así que lo abrazó un breve momento para después dejarle pasar, miró al pecoso y suspiró dándole una sonrisa un poco más suave.

— Pasen... Llamaré a Mitsuki —

Les dijo con calma invitándolos a pasar a la sala. Katsuki asintió y miró al pecoso con una sonrisa tersa.

—Ven —

Le dijo para luego sentarse juntos en el sofa a la espera de que sus padres regresaran. Katsuki podía notar que el menor estaba nervioso. No lo culpaba él estaba igual, pero solo sería por un momento. En el peor de los casos, se irían pronto de ese lugar.

—Tranquilo, deja que yo me encargue de esto —

Le susurró en voz baja antes de ver como sus padres volvían por el pasillo.

Su madre iba al frente y al ver al rubio junto al pecoso se detuvo de golpe y abrió los ojos sorprendida.

— Katsuki... ¿Te dejaron salir ya? —

Susurró con una voz seria para después mirar al pecoso a los ojos y fruncir el entrecejo. Katsuki era idéntico a ella físicamente e incluso en el temperamento.

—¿Y él por qué está aquí? —

Murmuró la rubia directo hacia Katsuki quien trago saliva y asintió.

—Lo he traído por una razón.—

Los padres del chico se miraron mutuamente por un segundo para volver la vista de nuevo, Katsuki se puso de pie e hizo una venia de disculpa.

— Primero que todo quiero pedirles perdón por haberme ido sin avisar hace tres años... Por no haberles buscado y por haber roto mi promesa de enviarles dinero. No he sido el mejor hijo —

Katsuki tomó aire, no daría más detalles de lo necesario, luego volvió a erguirse y miró fijamente a su madre.

—Espero que ambos estén bien, ya no desaparecé nuevamente de eso pueden estar seguros. Por último... Traje a Izuku esta noche porque cómo ya saben estoy saliendo con él. Estamos juntos.—

Dijo tomando el hombro del pecoso.

El castaño bajó la mirada y suspiró con una leve sonrisa, pero la rubia frunció aún más su ceño negándose a aceptar aquellas palabras.

— Haré cómo que eso jamás lo dijiste, no aceptaré que estés con este criminal. Por su culpa perdiste tu trabajo y te enviaron a la cárcel, ¿Esperas que lo acepte en la familia? —

Escupió la mujer cruzandose de brazos. Katsuki ya lo veía venir.

— Él ya pago su deuda con la sociedad madre. No lo llames criminal... Y no te estoy pidiendo permiso, les estoy avisando. Yo lo amo y no hay nada que me haga renunciar a él. No me importa si voy a perderte como madre —

Le dijo con firmeza dejando a la mujer con la boca cerrada y el rostro colorado en coraje.

— ¡Fuera de mi casa! No aceptaré esto. —

Gritó la mujer señalando hacia la puerta. Katsuki apretó los labios y bajó la mirada sintiéndose impotente.

— ¿De verdad no hay nada que te haga cambiar de opinión? —

La mujer negó. Katsuki solo suspiro y cerró sus ojos un segundo.

— Madre... Esta es mi vida y la viviré como yo quiera, esperaba comprensión de tu parte. Aun así eres mi madre y te aprecio, si algún día estás dispuesta a aceptarnos con gusto podemos hablar. —

Dijo el cenizo soltando un último suspiro y se puso en pie tomando al menor de la mano para ir a la salida.

— Gracias por su tiempo, nos vemos —

Dijo el cenizo para después salir de la sala rumbo a la puerta principal. Katsuki amaba a sus padres en el fondo y eran su única familia además de Izuku por ello era tan importante que aceptaran o por lo menos estuvieran al tanto de su nueva vida y de su relación con el menor.

Sin mirar atrás se dirigieron hasta el auto de nuevo. Katsuki sabía que algo andaba mal con el menor pues lo podía notar muy tenso aún pero las palabras de confort tampoco salían fácilmente.

En ese momento el rubio estaba en blanco. Parecía ser que su padre no tenía problema pero su madre era otro asunto. Pudo notar el rostro preocupado de su padre al verlo salir por la puerta cuando su madre literalmente le corrió.

Aún incluso afuera podía oírse la voz del hombre tratando de calmar a aquella mujer que parecía haberse vuelto loca momentáneamente.

Suspiró profundo por enésima vez mientras se colocaba el cinturón de seguridad y ponía la llave para encender el auto. Mientras el motor se calentaba se recargó dejando caer su espalda contra el respaldo del asiento y cerró los ojos hasta que el sonido de un par de sollozos le hicieron abrirlos de nuevo.

—Izuku... —

Le llamó suavemente al oírlo llorar y confirmar que era así cuando le notó derramar gruesas lágrimas por sus ojos, no lo culpaba su madre le había dicho cosas horribles. Katsuki dibujó una cálida sonrisa en sus labios al oírle pedir perdón. ¿Por qué lo hacía? ¿Perdón de que? Katsuki no evitó sentir ternura al mismo tiempo. Ese niño se estaba echando la culpa de lo que había ocurrido como si amarlo fuera el verdadero problema. Que tonto.

— Hey... No llores, nada de lo que pasó es culpa tuya, mi madre siempre ha sido así, con el tiempo tendrá que aceptarlo —

Le murmuró con suavidad tocando el rostro el pecoso para limpiarle las lágrimas pero parecía ser que en vez de ayudarlo lo había hecho llorar más pues de pronto se abrazó a él llorando tendidamente y siguiendo con sus disculpas. Katsuki sonrió mientras lo rodeaba entre sus brazos dándole suaves caricias y palmaditas en su espalda.

—Tranquilo, que no te afecte lo que ella haya dicho. Ya lo esperaba por eso no me sorprendió. Lo único por lo que debes pedirme perdón es por robarme el corazón... Ladronzuelo. —

Le dijo de forma juguetona alzandole el rostro y limpiando sus lágrimas para dejarle un beso en los labios.

— Mira tus párpados se han inflado como un sapo —

Le bromeó sonriendo calidamente antes de besarle la nuca y entonces suspiró sonriendo y mirando al frente.

Hasta cierto punto aunque no había salido como el quería, se sentía ahora finalmente libre. Sin nada que esconder ni que deber a nadie. Tranquilo con su propia conciencia y feliz por estar junto a ese chico llorón y lindo.

—Anda vamos a la fiesta, Kirishima y los demás ya nos estan esperando —

Le dijo con calma mientras ponía en marcha el auto rumbo a la casa del pelirrojo. Tardaron casi media hora en llegar, no era lejos de ahí.

Al llegar a la casa del susodicho detective ya se podían ver las típicas luces navideñas adornando la fachada aún no las retiraban, la puerta estaba abierta y varias personas llegaban bailando al ritmo de música, se veía un buen ambiente.

—Llegamos. —

Le dijo tomando su mano con calma para después bajar del auto y adentrarse a la casa sosteniendo la mano sin pena. Fueron recibidos por Mina en la entrada y luego fueron guiados a la sala en donde estaban el resto de invitados que ya comían y bailaban algunos jugaban juegos de mesa.

— ¡Gracias por venir chicos! Hay botana, cerveza y golosinas por allá, mas tarde traerán pizzas y también ordené algo del extranjero... Una pi.. Piña.. ¿Cómo era? Piñaja. —

Dijo el pelirrojo haciendo que los tres hicieran muecas.

— ¿Qué rayos es esa mierda? —

Preguntó Katsuki con una sonrisa divertida y Kirishima explicó que era una cosa extraña que se llenaba de dulces y se rompía con un palo. Muy popular en otros países.

— Creo que quisiste decir una piñata —

Dijo Mina y todos rieron.

— Si...Eso, será divertido, hay que vendarse los ojos y tratar de golpear esa cosa hasta romperla. Todos amamos romper cosas ¿o no? En especial tu Bakugo—

Todos rieron. Katsuki jamás había oído hablar de esa cosa llamada piñata. Al parecer era un juego o una especie de tradición extranjera que se escuchaba peligrosa y divertida. Así que sonrio y miró al menor con cariño notando que ya se veía más feliz que hace un momento y eso le lleno de tranquilidad.

Las horas pasaron rápidamente, entre música de ritmo contagioso, varios vasos de cerveza, comida y risas.
Shoto llegó con un gran pastel de chocolate y luego los amigos de Izuku llegaron poco después llevandoselo para platicar a los sofás.

Cuando llegó la hora de romper la tan aclamada piñata todos salieron al patio trasero en donde estaba colgada de una cuerda en una rama del árbol. De esta forma Kirishima la jalaria para evitar que la rompieran.

Comenzaron a turnarse según las reglas del juego. Parecía algo más de niños pero era divertido.

Llegó el turno de Katsuki y aunque se negó a ir por sentir vergüenza de hacer algo tan estúpido fue la mirada brillante de su amado lo que le terminó de convencer y se dirigió en medio para que le colocarán la venda de los ojos y le dieron vuelta un par de veces antes de comenzar a contar en cuenta regresiva.

El rubio no veía nada, pero aún así intentó golpear aquella cosa en forma de lo que parecía ser una bola con varios picos de distintos colores brillantes y tiras colgando de cada pico asemejando a una estrella.

Logró golpearla un par de veces, más no romperla por completo, sólo pudo hacer que uno de los picos se desprendiera. su turno acabó para darle paso al siguiente que era Izuku. Katsuki volvió a su lado algo agitado y sonriendo.

— Ahora vas tu... Golpea con fuerza... Imagina que es la cara de mi madre. —

Le dijo bromeando y guiñandole un ojo de forma divertida mientras recuperaba el aliento viendo como el pecoso pasaba al frente para ser vendado.

Definitivamente sería divertido así que sacó su móvil para grabar ese momento. La fiesta era por mucho una de las mejores en las que había estado.

Luego de ver como el pecoso pasaba al frente para ser vendado no evitó reír, jamás había visto al menor interactuar con otras personas de esa forma, pensó que era lindo verlo reír y divertirse conviviendo con otros.

Entre risas capturó los primeros momentos del pecoso. Una y otra vez el palo golpeaban al viento mientras Kirishima movía la piñata rápidamente.

Katsuki sabía que el menor no sería capaz de romperla y lo confirmó cuando este hizo trampa al quitarse la venda para golpear directamente ya al objeto colorido que se balanceaba sobre el y el cual ni aún así se rompió.

Entonces el rubio carcajeó y se dejó llevar al centro de nuevo por acción del pecoso quien le pedía romper ya esa cosa y así lo hizo, de un par de fuertes golpes el sonido de la piñata rompiéndose se hizo presente y con ello los dulces salieron volando.

Como por instinto el rubio atrapó varios dulces que después terminaron en sus bolsillos y noto al pecoso acercarse también después de haber salido de aquel mar de personas y de haberle entregado un chocolate al pelirrojo.

Notó la clara insinuacion del pecoso al verlo meterse el chocolate a la boca y acercarse para que mordiera el otro extremo. Así lo hizo. Katsuki sonrio con calma y abrió la boca para meter la otra parte del chocolate y comerla hasta terminar uniendo sus labios con el pecoso. Un dulce beso a sabor chocolate el cual correspondió lento llevando ambas manos a la cintura del menor. Se separó relamiendose luego de unos momentos.

— Tendremos muchas aventuras más... Ya lo veras.—

Le murmuró con mimo después de besarlo y como respuesta a sus palabras. El también estaba de acuerdo en que había sido un día grandioso quitando lo de sus padres.

Un par de horas después Kirishima indico que debían salir al patio para ver los fuegos artificiales que lanzaban desde el centro y eran fácilmente visibles en casi toda la ciudad. Esa era la señal para que Katsuki llevará a cabo su sorpresa.

— Ve, te alcanzo en un momento debo ir al baño —

Le dijo al pecoso para después retirarse a otra habitación en donde ya lo esperaba Denki y Eijiro.

— ¿Tienes todo? —

Cuestionó Katsuki, Denki le entregó una bolsa plástica negra al rubio sacando de ella un elegante chaleco corset en tonos negros con plata y una corbata color metálico.

Katsuki se quitó el saco y el chaleco para ponerse esa otra pieza con rapidez con ayuda del pelirrojo que le apretó las cintas desde la espalda mientras que Denki le ayudo a arreglar un poco su cabello.

—Rapido los fuegos artificiales ya casi son lanzados —

Dijo Mina abriendo la puerta y saliendo rápido.

—Joder... ¿Está ya bien apretado? —

Cuestionó Katsuki acomodándose la corbata y Kirishima asintió dando un último nudo.

— ¿Recuerdas bien lo que dirás? —

Pregunto el pelirrojo pero Katsuki suspiró nervioso. Sus amigos podían notarlo.

— Si... Eso creo... Mierda, estoy temblando —

Gruño el pelirrojo y Denki palmeó su hombro.

—Relájate, todo saldrá bien. Toma —

Katsuki recibió en sus manos una caja de terciopelo color verde esmeralda. Katsuki la presionó ansioso y la guardó en el bolsillo del pantalon.

—Es hora... Ve por él, tigre —

Dijo Kirishima empujando a Katsuki a la salida y los tres caminaron hacia el patio en donde los invitados ya estaban enterados de lo que iba a pasar. Todos excepto Izuku.

Katsuki se repetía en la mente las cosas que iba a decirle al menor una y otra vez tratando de relajarse, lo había practicado por días pero seguía sintiéndose con los nervios de punta.

Se acercó al pecoso que estaba de espaldas mirando al cielo esperando vislumbrar algún fuego artificial.

El rubio lo rodeó por la espalda anunciando su presencia.

—Regresé... ¿No me perdí nada? —

Cuestionó a su oído empujándolo despacio hacia el centro del patio en donde todos los invitados se quedaron atrás. Algunos grabando con sus teléfonos, Kirishima y Denki luchaban por no soltar a llorar de emotividad al igual que los amigos de Izuku que observaban atentos y emocionados.

El primer fuego artificial salió disparado explotando en detellantes colores en el cielo a lo lejos. Seguido muchos más comenzaron a estallar y Katsuki supo que era el momento. Suspiró por última vez armándose de valor y se separó un poco de la espalda del pecoso para que esté pudiera girarse a verlo.

Cuando el menor le miró confuso y sorprendido por ese nuevo atuendo que llevaba puesto, el rubio sonrió con suavidad.

—Izuku... Tengo algo que decirte —

Le dijo con la voz más suave y metió las manos al pantalón para sacar la cajita forrada de terciopelo verde sosteniéndola con fuerza entre sus manos y tragó saliva.

Luego se inclinó en una pierna y con un poco de vergüenza tomó la mano del menor y le miró a los ojos

—Esta noche... Frente a todos nuestros amigos presentes quiero confesar que tú eres el amor de mi vida. La luz en mi camino y que eres todo mi mundo. Quiero estar el resto de mi vida contigo así que por eso esta noche quiero preguntarte algo —


Abrió la cajita dejando ver un par de argollas de oro blanco. El diseño era liso, con un rubí incrustado en el más pequeño mientras que el otro tenía una esmeralda. En su reverso cada anillo tenía las siglas "I&K" más un kanji de eternidad.

— Izuku Midoriya, ¿te casarias conmigo? —

Le preguntó finalmente sonriendo de lado y poniéndose un poco rojo, casi no era visible pero ahí estaba pues estaba avergonzado y nervioso. Bajo las decenas de explosiones de colores de los fuegos artificiales, Katsuki arrodillado sobre el pasto con la caja de anillos en la mano y la otra en la mano temblorosa de su amado.

Nunca en toda su vida se imaginó llegar a hacer lo que estaba haciendo en ese momento. El rubio siempre había sido bastante "amargado" como para llegar a pensar si quiera en pasarse por la mente la idea de dar un anillo y pedir matrimonio.
Pero bien había aplicado el dicho que una vez escuchó "lo haras cuando conozcas a la persona indicada".

Aun hincado en el piso, miró al menor a los ojos esperando su respuesta pero no era necesario oír palabra alguna tras haber notado la reacción que el chico tuvo.

Pudo ver sus ojos llenarse de lágrimas a la par que le gritaba que si entre palabras torpes y una voz temblorosa.

Katsuki solo pudo dibujar una amplia sonrisa mostrando sus colmillos para atraparlo entre sus brazos cuando él menor se agachó y se lanzó sobre él.

Le había parecido tan lindo que no evitó sentir su pecho latir con fuerza dándole caricias en su espalda con la mano libre y suspiro alegre cerrando los ojos y llevando su mano al cabello del menor para acariciarle con calma mientras le oía sollozar y agradecerle por amarlo lo que le hizo reír bajito hasta que el menor se separó y le miró entonces también le contempló limpiando sus lágrimas con el dorso de su dedo índice para después sólo sentir el beso que el chico inició y al cual correspondió de la misma forma emocionada y feliz.

Mientras todos aplaudieron y celebraron alegres que dijera "SI".

Katsuki estaba seguro de que ese era el mejor dia su maldita vida. No podía pedir más, ya tenía todo lo que deseaba. Se sentía realizado y tranquilo así que tras besar al menor con todo su cariño se separó para darle otro beso sobre la mejilla y sacó los anillos de la cajita.

Tomó la mano izquierda del menor para colocarle el anillo con cuidado.

—Prometo ser el sol en tus tormentas. Amarte y protegerte con mi vida. Ser tuyo hasta que muera. Mi lindo Izuku... Mi conejito travieso. Te amo con toda mi jodida alma —

Le dijo para luego ver la mano del menor ya con el anillo, éste le había quedado perfectamente haciendo ver su mano más hermosa de lo que ya le parecía. Luego le dio el otro anillo al menor para que se lo pusiera.

Nunca había pensado en cómo decir sus votos o si quiera si sería capaz de decir algo lindo. El rubio no era muy bueno con las palabras pero estaba seguro de que lo que había dicho lo había hecho con el corazón.

Green Rabbit [BkDk rol +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora