Las primeras dos semanas fueron un completo caos, como era costumbre en las cárceles, era el juguete nuevo de los demás y en más de varias ocasiones los presos con mayor antigüedad se le acercaban para molestarlo, quitándole la comida de su charola en el comedor, escupiéndole encima e incluso habían intentado en más de una ocasión golpearlo en grupo, pero pronto se dieron cuenta que el rubio sabía defenderse. De un grupo de seis solo uno quedó de pie antes de que los policías llegarán con sus barrotes a golpearlo para detener la pelea.
Algunos presos eran incluso criminales que el mismo llevo a la cárcel cuando fue policía y por ello se hizo de enemigos bastante rápido, tuvo que ser trasladado a otro pabellón por su seguridad ante las amenazas de las decenas de enemigos que le juraban venganza, pero Katsuki trataba evitar pelear a menos que fuera realmente necesario. La razón era que deseaba ganarse la libertad condicional por buen comportamiento.
Las visitas le fueron prohibidas durante los primeros dos meses en los cuales el rubio se había creado ya una rutina. Su vecino de celda era un anciano que había manejado una red de tráfico de droga en su juventud y que hasta la fecha pagaba su sentencia.
Era el único con el que a veces solía hablar mientras trabajaba en el área de producción y reinserción social. Su rutina era simple.
Despertaba con la alarma general que les obligaba a salir al pasillo para calentar e ir a trabajar dentro de prisión. Después era la hora del desayuno y luego eran llevados a los patios para actividad física al aire libre.
Regresaban a comer y a trabajar un par de horas más para luego ir a bañarse y regresar a la cena y ser encerrados a dormir.
Fue fácil para el rubio acoplarse a las reglas y a la rutina, pero la monotonía le parecía aburrida. Día y noche solo podía pensar en Izuku. Imaginándolo a su lado y hablándole con aquella suave voz. Cerrando los ojos imaginando que sus manos le acariciaban rostro y sus labios le regalaban un dulce beso.
"Te extraño tanto"
Pensó mientras acomodaba paquetes en una caja grande siempre siendo vigilado.
Ni siquiera tenía el collar o el anillo. Estaban prohibidos adentro. No tenía nada con que recordarlo ni con que comunicarse con él. Los teléfonos estaban prohibidos y las llamadas eran un privilegio que tenían que ganarse. Si lograba ganarla la llamada era monitoreada y era hecha presencialmente mediante una pared de vidrio y concreto.
La única forma que tenía de recordar a Izuku era mediante su memoria.
Fue una tarde en la que tras realizar horas extras de trabajo se le fue otorgada una llamada.
Katsuki no dudo dos veces en solicitar a Izuku para ella. Cuando el día llegó se sentía un poco nervioso. Fue guiado al área de llamadas, le indicaron que se sentirá en el cubículo 3 y al llegar pudo ver a Izuku sentado del otro lado del muro con el grueso vidrio que los separaba.
Katsuki sonrió suavemente y tomo asiento descolgado el teléfono del cubículo al igual que Izuku.
—Tienes 5 minutos, Bakugo —
Le indico el policía que lo vigilaba a sus espaldas poniendo a correr el tiempo. Katsuki asintió y regreso la mirada al menor pegando bien el teléfono contra la oreja.
—Hola Conejito... ¿Has estado bien? —
Cuestionó con una voz suave y grave. No pudo evitar reír ante el llanto del pecoso. Después de todo había pasado ya casi un mes desde aquel día en el tribunal.
—Solo tengo cinco minutos, ¿vas a llorar todo el rato? —
Río entre dientes suspirando mirando con cariño al menor que lucho por calmarse para poder hablar. Lo había extrañado tanto, llevó su palma al cristal al igual que Izuku en un intento de sentirse más cerca el uno del otro.
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Green Rabbit [BkDk rol +18 ]
FanfictionUno de los burdeles en la zona roja ha alcanzado mayor popularidad los últimos meses por su reciente bailarín llamado Deku, un tierno pero travieso conejito que están en vista de todos. Tras una larga jornada laboral en el departamento de investiga...