Capítulo 3: Confusión

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Capítulo 3: Confusión

Kagome se limpió una lágrima al verse al espejo, vestía por primera vez el uniforme universitario, tiempo atrás este sería un día especial e importante para ella, pero ahora sólo quería regresar a la época antigua y olvidar estos meses de inmenso dolor. Sabía que lastimaba a su familia estando deprimida, pero ni siquiera una risa forzada había logrado crear.

Suspiró, aquella visión de hacía un par de semanas sobre un Inuyasha humano la había trastornado, tal vez aún podía retomar su vida antes de volverse más loca, creyó. Por ese motivo decidió seguir el consejo de su mamá e ingresar a la universidad, sin embargo, ocasionalmente cruzaba el pozo para buscar a sus amigos, lo hacía a escondidas y generalmente de noche, porque en el día quería pasar el mayor tiempo posible con Aimi y Emi.

Salió de su cuarto y bajó a la cocina, allí encontró a la familia reunida desayunando para luego ir a sus respectivas actividades, Kagome comió algo sin ganas, tenía un vacío interno que no podía ser llenado con nada. Besó a cada gemela y se despidió, su madre le entregó su almuerzo y se fue.

La universidad estaba llena de alumnos por todos lados, los de nuevo ingreso sentían ansiedad y emoción, pero ella caminaba como robot. Un ruido familiar la distrajo, no pudo evitarlo y corrió en esa dirección, al llegar se llevó una mano a la boca para ahogar su exclamación. Sólo era una exhibición de arquería para invitar a los alumnos de recién ingreso a unirse al club, pero a ella le trajo un entrañable recuerdo.

Caminó despacio, sintiéndose en un sueño, tomó el arco y la flecha que una amable joven le ofrecía, se preparó y apuntó. La flecha dio en el centro, ocasionando asombro en los espectadores. Otra integrante del club le dijo que había tenido suerte, que lo hiciera otra vez, Kagome aceptó la flecha no por comprobar nada, pero empuñar el arco le daba la sensación de algo familiar. Nuevamente el disparo dio en el centro, los aplausos la sorprendieron y dijo que se le hacía tarde.

Saliendo de la escuela se apresuró a su casa, tenía ganas de aferrarse a su familia, de abrazar a las gemelas, para sentirse segura en ese mundo de desconocidos. En la noche, mientras contemplaba a Aimi y Emi dormir pensó en Sango, esa tarde Emi había reído igual que como lo hacía su madre. Las apretó fuerte contra su pecho y se obligó a dormir.

Al otro día, mientras estaba en clase se presentó la joven amable del club de arquería, pidió permiso para que saliera Kagome, la aludida salió.

- Mi nombre es Yuri – dijo la chica sonriendo.

- Soy Kagome.

- Sólo quería pedirte que te unieras al club de arquería, por favor – suplicó.

- Yo…

- ¡Por favor!

- Está bien – Kagome no quería estar lejos de las gemelas, pero también quería sentir un poco de la adrenalina que surge del disparo.

- ¡Excelente! Nos vemos esta tarde. – Sonrió de nuevo y se fue.

La tarde se fue rápida, flecha tras flecha, todas en el blanco, Kagome se sentía en su elemento, una sensación cálida se encendió en su ánimo. Por ello no notó que la misma chica envidiosa la miraba con rabia, Kagome no lo sabía, pero ya se había ganado una enemiga.

Otra estudiante llegó corriendo muy animada:

- ¡Yuri! – gritó – ¡Ya va a empezar la prueba!

- ¿Quieres venir Kagome? – le invitó Yuri.

- No, yo…

- ¿Has visto una práctica de Kendo? – preguntó de nuevo Yuri en son de insistir.

- Bueno, la verdad…

- ¡Eso qué importa! – dijo la chica enérgica - ¡Shizen, es él lo que importa!

- ¿Shizen? – preguntó Kagome, que no entendía muy bien por qué tanta emoción.

- Shizen es el chico más guapo, fuerte, inteligente y rico del mundo… – dijo la joven con un suspiro, Yuri le lanzó una mirada preventiva.

- Tienes que venir, sólo por esta vez, son las pruebas para los de nuevo ingreso – pidió Yuri.

- Si no hay otro remedio – dijo rindiéndose Kagome.

El trío se dirigió al lugar de la prueba, esquivaron a la gente, sobre todo chicas, que ya estaba allí y se adelantaron hasta la primera fila pese a las quejas de los demás. Llegaron justo a tiempo, Kagome observó al joven de nuevo ingreso, estaba temblando, pero se le veía resuelto; Yuri le señaló al otro, de más alta estatura y mejor temple, diciéndole que él era Shizen.

Todo sucedió muy rápido, Kagome se sintió caer cuando descubrió a Inuyasha-humano de nuevo, él era al que señalaban como Shizen, de pronto ya nada tenía sentido, razón o lógica, sólo la sensación de alivio que inundó el corazón de Kagome, olvidó dónde y con quién estaba, cruzó el espacio que los separaba con el corazón latiéndole al máximo y se lanzó al muchacho con un abrazo de pura necesidad.

Todos se quedaron atónitos, nadie reaccionó de inmediato, ni siquiera el mismo Shizen, luego de recuperarse de la sorpresa, el alumnado estalló entre risas, gritos y comentarios. Kagome vio confundida el rostro de Inuyasha al notar que no correspondía al abrazo.

- Disculpa preciosa, pero no es un buen momento – dijo su falso Inuyasha.

- ¿Inuyasha? – El nombre se ahogó en su garganta.

Kagome corrió a la salida esquivando a las personas, estaba convencida de que se había vuelto loca. Llegó hasta el árbol más grande e imponente de la universidad, se hincó ante él y lloró de frustración, de confusión, de dolor y de amor. No supo cuánto tiempo pasó allí, tampoco vio a las personas que al pasar por allí la señalaban y murmuraban, de modo que no escuchó a Shizen acercarse.

- ¿Qué te pasa preciosa? – preguntó, y le tendió un elegante pañuelo.



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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora