Capítulo 10: Liberación

140 18 26
                                    

Capítulo 10: Liberación

Kagome esperó junto al pozo de la época antigua la llegada de Kohaku, la última vez le prometió que la noche de luna llena vendría para informarle sobre sus pesquisas, pero no llegó. Esperó ahí hasta el amanecer y luego desesperada deambuló por los alrededores, cuando obscureció de nuevo, ya cansada y hambrienta regresó a su época.

Entró en su cuarto y se encerró, como siempre que estaba deprimida. Las niñas que querían jugar con ella, gritaron y patearon la puerta pero Kagome no respondió. Esa noche Aimi y Emi durmieron con Naomi.

Kagome preparó dos bentos (almuerzos), pero realmente no tenía ganas de ir a la escuela. Souta le dijo mientras desayunaban, que lo mejor sería que ya no regresara a la época antigua, pues retrocedía emocionalmente lo poco que había avanzado, ella también lo pensaba, pero perder la esperanza de encontrar a Inuyasha y sus amigos sería fatal para ella.

En la universidad almorzó con Shizen, que esta vez hablaba de la doble fecundación de las plantas con flores, siempre alegre y divertido, aunque no logró despertar interés en la chica. Al terminar la hora del almuerzo Shizen la detuvo.

- Kagome, ¿tienes algo importante que hacer mañana?

- N-No – respondió sorprendida –. La práctica de arquería se suspendió, la presidenta del club está lesionada.

- Perfecto. Te veo saliendo de clases.

- Yo… no tengo ganas – dijo con todo el tacto del que fue capaz.

- Y es por eso que te lo pido. – La vio con súplica en los ojos. – Por favor.

- Está bien. – Las miradas de Shizen seguían aumentándole el pulso, eso era un problema.

Al no tener la práctica de arquería, Kagome llegó temprano a su casa. Aimi y Emi jugaban con Buyo, pero al verla corrieron a sus brazos, diario la recibían así, sin embargo, Kagome no se acostumbraba a la oleada de amor y ternura infinitos que la invadían.

Al otro día durante el almuerzo, Shizen le recordó la salida que tenían pactada. Cuando Kagome terminó sus clases, él ya la esperaba sonriente.

- ¿Qué haremos? – preguntó Kagome sin ánimo.

- Ya lo verás.

Shizen la condujo hasta el estacionamiento, había traído uno de sus autos; le abrió la puerta y ella subió. Kagome dejó el desinterés y la apatía.

- ¿A dónde me llevas?

- ¿Confías en mí?

Se miraron a los ojos por unos momentos, el corazón de ambos reaccionó al instante, latiendo desenfrenado. Kagome bajó la mirada apenada, y asintió.

Kagome pensó en todo, menos en ir a un parque de diversiones. Shizen se estacionó y le ayudó a bajar. Jugaron y comieron, él bromeaba y reía con naturalidad, sin forzar el ambiente casual a uno romántico, ella agradeció eso.

Cuando Kagome bajó la guardia y comenzó a hablar bastante, casi como era antes, Shizen dijo que ya era hora. La guió hasta un juego mecánico de 66 metros de altura, se formaron y Kagome se aterró.

- ¡No me subiré a esa cosa! – exclamó con los ojos muy abiertos.

El juego realizaba un disparo de abajo hacia arriba hasta su altura máxima. Después de arriba hacia abajo, lo que les daría una sensación de caída libre. Al verlo Kagome sintió perder la fuerza de sus piernas. Shizen sonrió y le acarició la mejilla, ella se sonrojó ante el contacto.

- No te preocupes, no pasará nada malo.

Kagome subió horrorizada, no entendía la insistencia de Shizen, él se sentó a su lado, y a través de los medios de protección le tendió una mano, ella la aceptó y la apretó con fuerza.

Kagome lanzó un grito ensordecedor cuando rápidamente llegaron a más de 60 metros, justo cuando se detuvo el juego a esa altura, sobre una vista panorámica de la ciudad, Shizen le dijo a Kagome:

- Es el momento Kagome – dijo con ímpetu –. Grita todo lo que tienes guardado, grita lo que te molesta, lo que te duele, sácalo todo, grítale al mundo… grita porque no te escuchan.

Fue entonces que Kagome lo entendió. Los demás tripulantes del juego que emocionados o aterrorizados gritaban no entenderían ni una palabra que ella dijera, pero para ella sí tendrían efecto; Shizen tenía razón, desde que dejó a Sango atrás, a Inuyasha y los demás desaparecidos, tenía unas ganas tremendas de gritar. Con la decepción reciente y los sentimientos a flor de piel, en un arranque de inspiración se dejó llevar.

- ¡Inuyasha! ¡¿Por qué?!

Shizen sintió un dolor punzante en el corazón.

- ¿Dónde están? ¿Dónde estás Inuyasha?

Shizen apretó con fuerza la mano de Kagome.

- ¡Quiero estar contigo Inuyasha! ¡Por favor! ¡Ven por mí, por favor!

Lágrimas amargas que los tristes ojos de Kagome derramaron fueron arracadas por la fuerza al bajar a gran velocidad. Otro grito salió del pecho de Kagome, pero éste a diferencia del primero, fue liberador.




--------------------------------------------
*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora