Capítulo 18: El pozo

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Capítulo 18: El pozo

Shizen observó sus manos, aún temblaba, pero estaba decidido, Kagome valía por todos los sacrificios que tendría que hacer. Se enderezó para infundirse valor y se fue a cambiar de ropa.

...

Kagome había partido al lado de Inuyasha, se sentía feliz, todo volvía a ser como antes ¿o no? Había algo diferente, Shizen ya no estaba, él, su sonrisa fácil. La chica bajó la mirada angustiada, de pronto notó que Inuyasha la observaba, sacudió la cabeza y desterró a esa persona de su mente, no sería buena idea poner triste también a su hanyou.

Kagome volvía a viajar en la espalda de Inuyasha, apretó su abrazo y esa sensación de seguridad y felicidad contagiaron al chico. Tal vez iban en busca de un gran peligro, pero no tenía miedo si estaba con Inuyasha, podría parecer duro y grosero, pero ella sabía que tenía buenos sentimientos, era muy valiente y decidido, la cuidaba y lo mejor e increíble de todo… era que la amaba.

- Te extrañé – susurró la chica.

- Kagome… perdón por no haberte dicho nada.

- Aún no te lo perdono – respondió con enojo fingido – pero gracias por buscarme.

Las dudas y temores se agolparon en el corazón de la joven.

- Inuyasha… - dijo dubitativa – tú… ¿me consideras… necesaria?

- ¡¿Qué pregunta es esa?! – exclamó sorprendido.

- Últimamente pienso que… - cambió repentinamente de opinión, avergonzada –. Olvídalo, no importa.

- ¿Qué quieres decir con necesaria? – preguntó el híbrido. Kagome se sonrojó.

- Nada, era una tontería.

- Para mí eres más que necesaria. – Inuyasha se tornó muy serio. – Por un momento pensé que te había perdido, yo no quiero…

No terminó la frase y Kagome no insistió, algo en la frase la puso en alerta, Inuyasha tenía impregnado un sentimiento de amargo dolor. Él por su parte, trató de desviar la conversación para otro tema que también le molestaba.

- ¿Quién es ese tal Shizen?

- Sólo un chico – respondió rápidamente la joven, pero decidió contarle la verdad, no quería tener secretos con Inuyasha –. Creo… creo que es tu reencarnación.

- ¡Imposible! – dijo el hanyou con desdén – Demasiado debilucho.

Pero recordó el extraordinario parecido, había pasado algo similar cuando conoció a Kagome, él la confundió con Kikyo. ¿Y si Kagome había hecho lo mismo? Una inquietante sospecha le agitó el corazón.

- Kagome…

- No es debilucho – le defendió, e Inuyasha se sobresaltó –. Es el mejor en Kendo.

- ¡Es un inútil! – espetó celoso – Lo derribé con un solo golpe.

- ¡Él no es como tú! – rebatió - ¡Es humano!

- ¿Quién crees que soy? ¡No utilicé toda mi fuerza! – Sonrió complacido de sí mismo. – Lo habría matado, ¡es un inútil debilucho! Alguien como él no puede ser mi reencarnación.

¿Y si Inuyasha tenía razón? Podría tratarse de sólo una extraordinaria coincidencia, sólo un casual parecido físico, ¿eso haría alguna diferencia para Kagome? No, los sentimientos no cambiarían si era o no la reencarnación de Inuyasha. La muchacha sintió una punzada de culpa. ¿Cómo se atrevía a pensar en eso estando con su amado hanyou? “Ya no lo volveré a ver” se prometió para tranquilizarse. El tiempo y la distancia bastarán para olvidarlo.

- Inuyasha ¿por qué no derrotaste a esa mujer malvada? ¿Es muy poderosa? – preguntó Kagome, dando por terminada esa conversación incómoda.

- No hubo tiempo. – El hanyou se tornó sombrío. – Mientras yo peleaba con la mujer, escuchamos una explosión en la aldea, ella huyó y yo la seguí; encontramos a Sesshomaru luchando con otro demonio, supongo que protegía a Rin, sólo pudimos observar un ataque más y el demonio cayó muerto, en ese momento Miroku sacaba a la anciana Kaede, a Rin y su bebé de la aldea. Sesshomaru vio que Rin ya estaba a salvo y su oponente en el suelo, así que se fue; pero la mujer demonio se enfureció por su compañero e incendió la aldea, cargó con el cuerpo y huyó.

- Los aldeanos… – murmuró repentinamente horrorizada.

- Salvamos a la mayoría, pero…

- ¡Es horrible! – exclamó la chica, luego recordó la mano vendada de Sango - ¿Qué le pasó a Sango en el brazo?

- Luchó desarmada, una confrontación de cuerpo a cuerpo no resulta cuando tu enemigo puede quemarte con sólo tocarte.

- Lo bueno es que llegaste a tiempo – suspiró Kagome.

- Si hubiera llegado a tiempo tú no habrías tenido que escapar.

- Inu… Inuyasha. – El resentimiento desapareció del corazón de Kagome, una sensación cálida le hinchó el corazón.

- De verdad lo lamento – dijo muy serio el hanyou.

- Debemos conseguir un arco y flechas – dijo Kagome preocupada, no quería pasar otra batalla sin poderse defender.

- Más adelante hay una aldea.

...

Después de ducharse y vestirse Shizen desayunó, se obligó a dormir pese a que estaba muy cansado, no podía hacerlo por todas las dudas y emociones que lo embargaban, luego de un rato lo consiguió. Despertó al atardecer, llenó su mochila con víveres, una lámpara, fósforos, una navaja y demás cosas que creyó útiles para una expedición. Cuando terminó se acostó en la cama con la vista fija en el techo, se concentró en los relatos que le había hecho Kagome sobre su vida en la otra época.

Le contó que ella misma era la reencarnación de la sacerdotisa Kikyo, primer amor de Inuyasha; que Kagome había nacido con la perla de Shikon dentro de su cuerpo porque la miko que la custodiaba había sido cruelmente asesinada, y dicha perla le permitía atravesar la barrera del tiempo a través del pozo que estaba en el templo de su casa. Pero Shizen dudaba de esa explicación, ya que Inuyasha también podía cruzar sin mayor problema y sin la ayuda de ningún objeto. Así que él debía descubrir la verdadera razón.

Tal vez el pozo reconociera al alma de Kagome como algo del pasado, y por eso le permitiera cruzarlo, y podría ser que pasara igual con Inuyasha, al existir Shizen en la época actual, tal vez el pozo intuyera que el hanyou pertenecía a dicha época… o a ambas. Esa era una opción. Pero también estaba otra posible, Kagome había dicho que después de la batalla final contra Náraku,  el pozo la había regresado a su época, y solo tres años después cuando finalmente aclaró sus sentimientos le permitió regresar definitivamente al lado de su amado Inuyasha. Esto también explicaba por qué se había abierto el pozo cuando la chica huía con las gemelas, su deseo infinito por vivir y escapar del horrible peligro, el desmedido interés de Kagome por salvar a Aimi y Emi.

Así que estaban dos razones, por ser una reencarnación o por los sentimientos, y Shizen se sentía confiado por ambas. Él creía ser la reencarnación de Inuyasha y estaba decidido a buscar a Kagome sin importar nada, y luchar por su amor.

Shizen se colgó al hombro la mochila y salió a la calle, oculto por la obscuridad nocturna se dirigió a la casa de Kagome. Identificó el templo y se adentró, se garró del pozo con ambas manos con mucha fuerza, de pronto dudó, podría morir en esa época extraña, Kagome le había dicho que había peligrosos demonios, pero… en su casa no había nadie que lo esperara, y pese a que en la universidad todo mundo lo admiraba, él estaba seguro que nadie lo quería. Escapar de un ambiente de perpetua soledad no era tan difícil, pero eso era lo que conocía. También estaba el hecho de que Kagome prefiriera de nuevo a Inuyasha sobre de él, su corazón latió muy rápido, tenía dudas y miedos, pero ya había decidido hacer grandes locuras. Sin pensarlo más cerró los ojos y saltó dentro del pozo. Cuando abrió los ojos había enredaderas y plantas creciendo en el pozo, que momentos antes no había. Un sudor frío le recorrió la nuca, lo había logrado, estaba en el pasado.



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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora