Capítulo 9: Revelación
Shizen y Kagome comían lentamente su helado de fresa. Habían quedado en silencio, pero no estaban listos para romperlo; “estoy celoso” había dicho él, Kagome no quería malinterpretar así que esperó a que él aclarara.
- Kagome, no eres nada de lo que pensaba.
- ¿Qué dijiste? – Casi se ahoga de la sorpresa con el helado.
- Que no eres lo que pensaba – repitió él confundido.
- No, tú… me llamaste por mi nombre.
- ¿Qué?
- Siempre… siempre me llamabas “preciosa” – dijo esa palabra con desprecio.
- ¿Así lo prefieres? – preguntó Shizen levantando una ceja, incrédulo.
- ¡No! Es que nunca lo habías hecho.
- Ese es el problema – suspiró. La miró a los ojos y Kagome se sonrojó –. Kagome, aquella vez en mi casa te dije que las personas no me interesan, y por eso no me molestaba en aprenderme sus nombres… hasta que te conocí. En realidad, tu indiferencia era refrescante para mí, todos siempre andan admirando hasta mis estornudos, las mujeres… bueno, podría elegir a cualquiera y la tendría… Tú me confundiste con alguien más, y me odiabas por no ser él, lo noté en tu mirada – Kagome se agitó – y eso me gustaba… pero fingir ya es natural en mí, no quiero mostrar debilidad ante nadie, y pensaba que los sentimientos lo eran… Tienes razón, evado los problemas, no le cuento mi vida a nadie… pero te conté a ti sobre mi soledad, y no sé por qué. Iba a almorzar contigo porque quería evitar las hipocresías de los demás compañeros, después para no estar solo y finalmente porque me gustó tu compañía; eres diferente Kagome, eres una mezcla de energía y sentimiento. Aunque, he pensado cómo eras antes de tu profunda tristeza, me gustaría mucho verte sonreír. Confieso que hasta hace poco tu vida no me interesaba, no sé… - Se revolvió el cabello con frustración. – No sé en qué momento entraste en mi cabeza, pero ahora quiero conocer tu historia, quiero hacer algo para borrar esa mirada de dolor y tristeza que siempre tienes. – Posó sus ojos de nuevo en los de ella, y le agitó el pulso. - Ese día que te vi con tus hijas – Kagome tragó saliva con dificultad – la realidad me golpeó fuerte e inesperadamente, entendí que yo no podría entrar en tu vida, odié al tipo que te ilusionó y te abandonó, me odié a mí por ser un cobarde y no arriesgarme a luchar por ti, odié a la vida por presentarte tarde ante mí. No supe cómo actuar, aún no lo sé. Cuando escuché a esa tipa hablarte así… fue insoportable, yo sólo quiero protegerte…
“Yo sólo quiero protegerte” Kagome no pudo evitar pensar en Inuyasha, pero tampoco se pudo negar que una alegría cálida y desconocida le recorrió de pies a cabeza.
- No es correcto – susurró Kagome.
- Pues ya no hay remedio – dijo Shizen con una sonrisa triste.
- No puedo dejar que pase – Kagome sentía una presión en el pecho que le impedía respirar.
- ¿Es que aún amas a ese tipo, a pesar de lo que te hizo? – La mirada dolida de Shizen despertó algo en el interior de la chica.
- No entiendes – dijo impotente Kagome. No podía en definitiva contarle la verdad, y eso la atormentaba.
- Aún lo amas… a ese maldito canalla. – Shizen apretó los puños con rabia. Luego una idea fugaz le nubló el semblante. - ¿Aún lo ves?
- No… no puedo decirte nada.
- ¿Por qué? ¿Por qué lo proteges?
- ¡No me malinterpretes! – gritó desesperada Kagome –. Entiende que NO puedo decírtelo.
- ¿Por qué? Oh. – Shizen se giró, una expresión de lo más rara se plasmó en su rostro. – Ya entiendo, ya… entiendo.
- ¿Qué? – preguntó incrédula.
- No me tienes confianza. – Él la retó con la mirada, esperando a que lo contradijera, pero eso no pasó. – Es tarde, me tengo que ir.
- Lo siento – susurró Kagome.
- Te deseo lo mejor con el canalla – dijo sarcástico. Kagome tragó saliva con dificultad.
Caminó hasta su casa, un caos emocional la consumió. Aimi y Emi la abrazaron y besaron con cariño, emocionadas le enseñaron sus “dibujos”, ella los elogió con cariño y se encerró en su habitación para llorar a solas.
No lloraba esta vez directamente por la ausencia de Inuyasha, tampoco por la malinterpretación de Shizen, lloraba por ella, por su confusión y sobre todo por la culpa. Los sentimientos que tenía por Inuyasha seguía igual de fuertes y profundos, pero ahora Shizen había entrado en su corazón, y ella sentía que estaba traicionando a su amado hanyou. Tampoco quería lastimar a Shizen, lo mejor sería evitarlo, ya no debía verlo, pero eso también la hacía sufrir.
Estar con Shizen y escucharlo hablar de todo tipo de cosas sin parar le hacían creer por un momento que vivía en un mundo normal, que todo estaba bien, era un anestésico para su dolor. No quería perder eso. Él dijo que la protegería, pero ya antes alguien se lo había prometido.
Su madre tocó la puerta, Kagome la invitó a pasar con lo que sonó como un lamento. Naomi abrazó y consoló a su hija, le acarició el cabello con dulzura, espero a que se calmara y le pidió que le contara qué le pasaba. Kagome lo hizo, Naomi pensó un momento y luego le dijo:
- El amor no es algo que puedas controlar, Kagome; uno no elige a quién amar, simplemente pasa. Por otro lado, no puedes sacrificar tu vida, estoy segura de que Inuyasha sólo desearía verte feliz. Aunque, si aún no estás segura, si no te sientes cómoda, no te preocupes, ten paciencia, la vida se encargará de acomodar las cosas y muy pronto encontrarás tu camino.
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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.
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Kagome, una difícil desición
FanfictionKagome vivía una feliz vida junto a su amado Inuyasha hasta que un ataque sucede. Huyendo a su época con las pequeñas de Sango para salvarlas, regresa para encontrarse con tristeza y dolor. ¿Era posible que su amado Inuyasha y sus amigos estuvieran...