Capítulo 27: El regalo

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Capítulo 27: El regalo

Inuyasha seguía batiendo su espada desesperado, Sango hacía lo propio con su Hiraikotsu, Miroku y Kohaku también ayudaban, y Kagome concentraba toda su energía de purificación en las flechas que lanzaba, incluso susurraba suplicando para que funcionaran. El grupo había descartado la idea de que alguien se sacrificara, eran una familia, y Shizen era un humano inocente, no había manera de que murieran, siempre hay más opciones.

Pero el campo de energía no sufría ninguna alteración y ya empezaba a obscurecer. Estaban agotados, y Shizen se sentía cada vez más impotente. Sabía que ninguno de ellos podría morir sin causarle un dolor agonizante a Kagome, y el hecho de que Kagome muriera era insoportable e impensable. Se decidió.

- ¡Kagome! – gritó, la joven volteó y sus ojos se encontraron, era lo que él quería, ver por última vez los ojos de Kagome, sonrió complacido - ¡Yo lo haré, Ai! – dijo llamando a aquel espíritu.

Y corrió directo a la barrera, inmediatamente el campo de energía lo envolvió impidiendo que Inuyasha llegara a tiempo para detenerlo. Había desaparecido.

- ¡Shizen! – gritó Kagome aterrada.

- Está hecho – susurró la voz dulce, como una caricia. Al comprenderlo el grupo se quedó mudo y paralizado.

Cuando Shizen cruzó la barrera se encontró de frente con la hermosa niña Ai, de nuevo una profunda tristeza lo embargó, cayó de rodillas temblando, luchando por contener el llanto.

- Tu muerte traerá beneficio – le dijo Ai. Y con su delicada mano tocó la frente de Shizen, dejándolo sin vida.

El campo de energía se disolvió. Inuyasha y los demás cruzaron rápidamente para buscar al espíritu y al muchacho. No tardaron en encontrar el cuerpo.

- ¡Shizen! – gritó Kagome y se hincó frente a él, aún seguía cálido. La joven no pudo contenerse y lloró amargamente.

- Ka… Kagome – susurró consternado Inuyasha, no quería que ella sufriera ni física ni emocionalmente, apretó los puños con fuerza.

- No, Shizen… no, Shizen… por favor – repetía continuamente Kagome.

Shizen descubrió que estaba frente a un lago a orillas del bosque, era un hermoso y tranquilizador lugar, jamás había estado en un lugar así pero se le hizo extrañamente familiar. De pronto notó que no estaba solo, había una hermosa sacerdotisa allí, su cabellera se agitaba con el viento, le sonrió dulcemente.

- No esperaba verte de este modo tan pronto – dijo ella, su voz despertó un sentimiento profundo en el alma del joven.

- Kikyo – reconoció. Pero no era Shizen exactamente el que hablaba, era otra esencia que había estado dormida en su interior.

- No importan los tiempos entre nosotros, al fin lo comprendí, primero tú y yo, ahora Kagome y tú…

El sonido del nombre de Kagome despertó la conciencia de Shizen, sometió a la otra esencia de nuevo y recuperó el control.

- No soy el Inuyasha que usted cree – dijo firmemente.

- Lo sé, – Ella sonrió. – Shizen.

Se miraron mutuamente lo que pudo ser sólo un instante o una eternidad. Shizen no sabía qué decir, se encontraba frente a la vida pasada de su amada Kagome, el primer amor de Inuyasha.

- ¿Estoy muerto? Por favor diga que no.

- Sí y no. – Sonrió de nuevo, era encantadora. Transmitía mucha paz y ternura.

- Usted… sonríe mucho – dijo él sin pensar.

- Puedo hacerlo ahora que ya no siento dolor ni tristeza.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora