Capítulo 14: Amor

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Capítulo 14: Amor

Kagome regresó a su época cuando aún era de noche, sentía un vacío profundo en su interior, la sensación de pérdida incrementó y se apoderó de ella. No sabía en qué momento Shizen se había vuelto tan importante en su vida. Entró en su casa a paso vacilante, tenía náuseas.

Ya en su cuarto observó a las pequeñas Aimi y Emi, que inocentes y ajenas a todo dormían placenteramente. Kagome vació los libros de su bolsa escolar, y en su lugar puso una muda de ropa, bajó a la cocina con cuidado de no hacer ruido, y agregó a su maleta improvisada sopas instantáneas. ¿Qué más se puede llevar a un viaje que posiblemente no tenga retorno? Todo le parecía inútil.

Recargada sobre la pared absorta en sus pensamientos, no notó la presencia que se posó junto a ella.

- Escuché ruido. – Era Naomi, la madre de Kagome. A la asustada chica se le escapó un grito.

- ¡Me asustaste! – reclamó, tratando de controlar su respiración.

- Lo siento. – Naomi observó la bolsa de su hija. - ¿Qué vas a hacer con eso?

- M-Mamá yo…

- ¿Es necesario? – repentinamente los ojos de Naomi se humedecieron al comprenderlo.

- Sí. – Pero Kagome ya no parecía tan convencida.

- ¿Las niñas? ¿Te las llevarás?

- No…

- Entonces… - tomó aire - ¿es tan peligroso?

- Mamá, no pienses eso. – La voz se le quebró.

- ¿No volverás? – Un impulso maternal la hizo abrazar a su hija con fuerza.

- ¡Claro que sí! – mintió.

- Siéntate, te daré algo caliente para beber. – Y se giró para que Kagome no viera sus lágrimas caer.

El amanecer las sorprendió, el tiempo pasa tan rápido cuando te despides de un ser amado.

- Regreso en un rato. – Kagome se sonrojó. – Tengo algo que hacer antes de irme.

- Ve con cuidado, te espero.

Su madre no lo había tomado tan mal, pero ¿qué pensaría Shizen? Caminó a paso lento hasta su casa, era temprano, aún no habría salido para la escuela. Kagome se sentía muy cansada, el peso de las preocupaciones y la constante angustia estaban acabando con ella.

Cuando llegó frente a la casa de Shizen dudó, tal vez sería mejor irse sin despedirse, eso era lógico y práctico, qué sentido tenía molestarlo, él no era nadie importante en su vida. ¿O sí? Su corazón se aceleró, no, no era por nada de eso, ella… sólo quería verlo de nuevo. La conclusión la sorprendió. ¿Cómo podía enamorarse de Shizen si ella estaba dispuesta a ir al fin del mundo por Inuyasha?

Tocó la puerta suavemente dándose tiempo de recapacitar y salir corriendo, como era lo prudente. Tocó de nuevo pese a que su cerebro le ordenaba a sus pies a dar la vuelta. Shizen abrió la puerta, estaba en pijama y con aspecto soñoliento.

- Shizen – murmuró Kagome, y sus pupilas se dilataron al verlo. ¿Se puede amar más de una vez en la vida? Se preguntó.

- ¡Kagome! – dijo abriendo los ojos sorprendido - ¿Qué haces aquí?

- Sólo vengo a despedirme…

- ¿Qué? – Su corazón se estrujó. – P-pasa por favor.

- Gracias, no será mucho tiempo.

Shizen preparó té y le sirvió a Kagome. Ambos miraron sus tazas sin decir palabra, absortos en sus pensamientos. La chica levantó la vista después de un rato, Shizen tenía el aspecto de Inuyasha, pero tenía una personalidad muy distinta, su hanyou era decidido, espontáneo y confiado, Shizen por otro lado era analítico, prudente y educado.

Si ya no lo iba a volver a ver ¿qué caso tenía aparentar indiferencia? No pensaba regresar hasta que encontrara a Inuyasha y a los demás. Respiró profundamente y evadiendo todos los sistemas de alarma que enviaba su consciencia, preguntó:

- ¿Se puede amar más de una vez en la vida?

El joven la observó aún más sorprendido. Trató de dejar las emociones de lado y contestar con objetividad, no debía bajar la guardia. “Kagome es un problema” se recordó.

- Las personas dicen que el amor no tiene límites, supongo que eso incluye “exclusividad” – respondió con su naturalidad y desenfado habitual.

- Ah – dijo decepcionada Kagome. Shizen lo notó.

- Si me dijeras el motivo de tu pregunta… te diré lo que pienso de verdad.

- No… no es nada – dijo ruborizándose. Silencio de nuevo.

- ¿Qué pasó en el otro lado del pozo? – preguntó nervioso Shizen - ¿Por eso vienes a despedirte?

- Kohaku encontró un rastro de la demonio que nos atacó.

- ¿La demonio? ¿No de Inuyasha o Sango?

- No, de ellos aún no sabemos nada. – Kagome se sobrecogió.

- ¿Vas a ir allá para perseguir al demonio que destruyó la aldea y que desapareció a tus amigos? – Shizen parecía horrorizado.

- Sí, Kohaku y yo queremos saber qué paso… y de ser posible eliminarla.

- ¿No te parece que si Inuyasha no pudo con ella es porque es demasiado fuerte?

- ¡No podemos dejarla libre! – respondió ella a la defensiva.

- ¡Es un suicidio! – gritó Shizen.

- ¡Si seguimos el rastro tal vez encontremos a Inuyasha!

- ¿Así es como piensas “ayudarle”? ¿Vas a sacrificarte?

- ¡No seas tonto!

- ¡No dejaré que vayas!

- No puedes impedírmelo.

- ¿Te vas a llevar a las gemelas? – Shizen la retó con la mirada.

- N-no…

- Al menos piensas morir sola – dijo sarcástico.

- ¡De verdad no se puede hablar contigo! – gritó furiosa Kagome.

- ¡Kagome por favor no vayas! – dijo al verla ir hacia la puerta. Bajó su guardia y como cordero en sacrificio se dejó vulnerable –. Quédate… quédate conmigo.

- Lo siento… - Los ojos de Kagome derramaron lágrimas incontenibles. – Eso… eso me habría gustado de verdad…

Kagome salió corriendo, dejando a un Shizen desolado con el corazón desmoronándose.




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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora