Capítulo 5: Bento y pan
Kagome evitaba a toda costa encontrarse con los estudiantes de Kendo, no quería
encontrarse con Shizen. De sus clases se iba a las prácticas de arquería y de ahí a su casa a
cuidar a las gemelas, agradecía amablemente las atenciones de sus compañeras, y rechazaba
las invitaciones de sus vastos admiradores.Yuri, su compañera del club de arquería había estado muy fría y reservada con ella después
del abrazo público que le dio a Shizen, pero Kagome no se molestó en aclararlo, en realidad, la escuela sólo era un método de escape de su depresión, una manera de tranquilizar a su
mamá y el club de arquería le traía recuerdos memorables.Kagome tomaba su almuerzo, que le preparaba su madre, bajo el árbol enorme en el que
había llorado aquella vez, le recordaba a la época antigua, llegando a preguntarse cuánto
tiempo podía vivir un árbol de esos, pero rechazó la idea de que sobreviviera los 500 años
que la separaban de su pasado anhelado.Veía la copa del árbol, los rayos de sol se colaban entre las ramas dándole un bello
espectáculo. Tan entretenida estaba que no notó la presencia que se acercaba. Shizen se paró
justo delante de ella, con una expresión de triunfo, diversión y suficiencia.- Te encontré – le dijo. Luego, se acercó demasiado, al punto de ponerla incómoda, estando
frente a frente Kagome tragó saliva con dificultad; pero él, tomó un poco de su bento (almuerzo).Kagome lo fulminó con la mirada, era un gran atrevimiento.
- ¿Qué crees que haces? – le preguntó furiosa.
- Sólo compartimos la comida, ¿cuál es el problema? – dijo sonriendo coquetamente. Ese
hombre sin duda sabía cómo alterarla.- ¡Y quién te dijo que yo quiero compartir! – espetó.
- Tranquila, preciosa – dijo, mientras se acostaba en el pasto con la cabeza sobre los brazos
cruzados.- ¡Mi nombre es Kagome Higurashi!
- No me es relevante – respondió sin inmutarse.
- ¡Eres… imposible! – Kagome ofendida se levantó y se fue.
- ¡Ey, preciosa! Se te olvidó el bento – le gritó. Ella no volteó.
Al otro día Kagome decidió cambiar su lugar de almuerzo acostumbrado, no quería repetir
la escena con Shizen. Pero justo cuando iba a empezar a comer apareció, nuevamente
robándole el bento.- ¿Qué haces aquí?
- Vine a almorzar contigo, preciosa.
- ¡Me llamo Kagome! ¿Qué no entiendes? ¡Kagome!
- Lindo nombre, preciosa.
- ¡Dame eso, es mío! – Y le arrebató el bento de las manos.
- ¡Ey! Estaba comiendo – se quejó Shizen.
- ¿Qué no se supone que eres rico? Consigue tu propio almuerzo – le gritó.
- ¿Quieres que te invite a comer? – le guiñó el ojo.
- ¡No! Quiero que me dejes sola, sólo eso.
- Eres graciosa, nos vemos mañana – se despidió, luego volteó con mirada pícara y agregó –, preciosa.
Que tipo tan engreído, odioso, confianzudo, y… Kagome no tenía palabras, simplemente la
sacaba de quicio, ese coqueteo, esa elegancia, esa desvergüenza, no eran del tipo de
Inuyasha. “No se parecen en nada” pensó y se angustió por eso.Cada día de la semana buscaba un nuevo escondite, no importaba qué tan oculta entre
arbustos estuviera, él siempre la encontraba, la llamaba “preciosa” y le quitaba algo de su
bento. Y se quedaba parloteando, a veces con aire infantil le buscaba formas a las nubes,
otras se ponía a filosofar sobre el significado de la vida, cantaba canciones o le recitaba
prácticamente las clases que había tenido. Con él todo era descontrol.Cansada de quedarse siempre con hambre, un día Kagome compró una bolsa de pan, esperó
a que llegara y antes de que se acercara a su bento le lanzó la bolsa, Shizen ágilmente la
atrapó, sonrió, sacó un pan, se sentó a su lado y comenzó a hablar del ciclo de vida de las
mariposas. Cuando terminaron él se levantó, agitó la mano para despedirse y le dijo:- Ya que me has aceptado – dijo, mostrando la bolsa de pan vacía – mañana nos vemos bajo
el gran árbol, me gusta… adiós preciosa. – Y le guiñó el ojo.Sin embargo, la conducta de Yuri en las prácticas de arquería empeoraba, y Kagome notó
que Kaoru, la chica que la envidió desde un principio, era la instigadora. Las otras chicas
del club la admiraban, le pedían consejos y ella les explicaba, más incluso que la presidenta
del club.El buen corazón de Kagome no le había permitido sentirse cómoda mientras ella comía su
delicioso y bien preparado bento, cuando Shizen comía pan simple, así que planeó llevarle
un bento para él al día siguiente, pese a que ese gesto pudiera ser malinterpretado.Kaoru y Yuri salieron tras Kagome al terminar su práctica, de modo que vieron y escucharon perfectamente cuando Aimi y Emi corrieron alegres a su encuentro, pues la madre de Kagome, había pensado que las niñas necesitaban distraerse de su continuo encierro hogareño.
Lo que causó furor en Yuri y Kaoru fue que Aimi había gritado a todo pulmón “mamá”, y ambas sabían que Kagome era soltera. Aprovechando esa nueva información, Kaoru sonrió complacida ante la nueva idea que empezaba a formular, tal vez no bastaría mucho para alejar a Shizen de Kagome.
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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.
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Kagome, una difícil desición
FanfictionKagome vivía una feliz vida junto a su amado Inuyasha hasta que un ataque sucede. Huyendo a su época con las pequeñas de Sango para salvarlas, regresa para encontrarse con tristeza y dolor. ¿Era posible que su amado Inuyasha y sus amigos estuvieran...