Capítulo 32: Adiós

164 16 27
                                    

Capítulo 32: Adiós

Salieron de la grieta entre las rocas con un aire de paz y confianza. Se dirigieron a la aldea donde se encontraba la anciana Kaede, Rin y el bebé de Sango y Miroku.

Shizen no podía fingir alegría en ese momento, pero se obligó a no mostrarse intranquilo; serio y meditabundo iba sobre Kirara.

Sango abrazó, besó y acarició con emoción y ternura a su bebé cuando se reencontraron.

- ¡Jamás volveremos a separarnos! – prometió.

- Kagome, por favor… - pidió Miroku.

- ¡Claro! – respondió inmediatamente la aludida. La verdad es que no le hacía gracia separarse de ellos ahora que todo volvía a la normalidad, pero sabía que era una separación momentánea.

Inuyasha miró a Shizen, y él a su vez a Kagome, separación, era el momento de la despedida. Rechazado sin palabras, pero recurrió a toda su fuerza de voluntad y le sonrió a Inuyasha.

- Después de esto me compraré un perro – dijo en broma –. Ya sabes lo que dicen, que son el mejor amigo del hombre.

- Cállate – respondió el hanyou, pero había un sentimiento significativo en su mirada.

- Entonces… - Shizen miró a Kohaku - ¿completarás la misión de la señorita Kikyo?

Todos se extrañaron pero nadie preguntó nada, estaba claro que era cosa de ellos. El muchacho asintió sonriendo.

- Vaya – El nudo en la garganta le impidió pasar saliva. – fue… un placer conocerlos y acompañarlos en esta misión. – Tenía que irse, no podría aguantar más.

- Gracias a ti, Shizen – dijo Sango sonriendo, y abrazó con fuerza a su retoño.

- Bueno… ¡Adiós!

Kagome ya lo esperaba sobre Kirara, él subió y se elevaron. Antes de alejarse demasiado Inuyasha lo escuchó decir:

- ¡Si no la haces feliz regresaré a matarte!

El viaje hasta el pozo fue silencioso, evitaron mirarse a la cara, Kagome tenía los ojos nublados por lágrimas contenidas, había evitado demostrar el dolor de la partida de Shizen delante de Inuyasha, no quería que supiera cuánto le importaba el joven humano, y se sentía culpable por ello. Sabía que estaba mal amar a dos personas a la vez, pero había sido inevitable, Shizen había entrado en su vida como un tónico anestesiante, él le había devuelto las ganas de vivir, él la había sacado a la superficie, él la respetaba, la protegía y recientemente le había salvado la vida.

Por un momento se imaginó cómo sería la vida a su lado, vivirían juntos en la época actual, podría ver a su madre, hermano y abuelo siempre que quisiera, estudiaría en la universidad como siempre había deseado, era agradable, la hacía reír mucho, era inteligente y valiente. Si las cosas hubieran sido como deberían, él sería su pareja ideal, su destino. Pero ella había sido llevada a la época antigua, conoció a Inuyasha y eso hacía la diferencia definitiva. Simplemente no podía vivir sin Inuyasha, habían enfrentado muchas cosas juntos, había sufrido tanto ese amor como para ahora dejarlo de lado, y estaba el hecho de que el hanyou y ella habían madurado a causa de Shizen. Ahora podían amar con libertad y confianza. Lo supo porque Inuyasha no se había enojado ni molestado al notar que Shizen y Kagome viajarían solos a la época actual, una demostración de esa madurez.

Bajaron de Kirara junto al pozo, Shizen le tendió la mano para ayudarla, y luego también para cruzar el pozo. Salieron manteniendo el silencio, él se quedó junto al pozo mientras Kagome iba por las gemelas.

Shizen estaba desesperado, quería suplicar de rodillas para que Kagome se quedara, y lo habría hecho si no supiera que Kagome sufriría más con eso. Estaba consciente de que ella sentía también algo por él, pero no era tonto, Inuyasha era el afortunado.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora