Capítulo 12: Confesión

129 20 18
                                    

Capítulo 12: Confesión

Ante el abrazo de Shizen, Kagome se avergonzó tanto que lo empujó. Él lo tomó con calma y bromeó al respecto. Kaoru salió con paso furioso al terminar la competencia. Poco a poco todos se fueron, algunos se detenían para felicitar a Kagome, hasta que finalmente se quedaron solos.

- ¿Si me presentarás a tus niñas?

- La verdad es que no creo que sea buena idea.

- ¿Por qué?

- Bueno… es que… - No sabía cómo explicarlo. – Ellas han tenido cambios muy fuertes… no sé cómo reaccionarán al verte.

- ¿Al verme? ¿Cómo deberían reaccionar?

- Recuerdas que yo… te confundí…

- Oh.

- Sí, es complicado de explicar.

- Te preocupas demasiado – dijo Shizen más relajado –. Las niñas son muy pequeñas, creo que les vendría bien un poco de diversión. ¿Ya las llevaste al zoológico?

- Shizen yo…

- Sólo somos amigos – dijo al ver la expresión de ella, era fácil de descifrar, por eso le gustaba. Kagome asintió.

- Gracias.

- Nos vemos mañana entonces.

Era fin de semana, así que se vieron temprano en el parque. Ambos se sonrojaron al verse, y en un descuido Emi soltó la mano de Kagome y corrió hacia Shizen.

- ¡Perrito! – gritó con su vocecita infantil.

- ¡Espera Emi! – la llamó Kagome.

- ¿”Perrito”? – dijo confundido el chico.

Emi daba saltitos frente a él, así que la cargó, y la niña entusiasmada buscó las orejas ya conocidas. Shizen se reía perturbado sin entender qué pasaba.

- Lo siento mucho – se disculpó apenada Kagome.

- ¿Me llamó “perrito”? – repitió incrédulo.

- Es… bueno, creo que deberíamos irnos.

Kagome se ruborizó durante todo el trayecto, parecían una joven familia. Shizen tomaba la mano de Emi, que alegre caminaba a su lado, y ella llevaba a la dulce Aimi.

El paseo por el zoológico resultó una gran idea, las gemelas admiraban animales que jamás había visto, corrían de un lado a otro emocionadas. Cuando se cansaron, Shizen se ofreció a comprarles una bebida, fueron todos al área de comida.

- ¿Qué quieren pequeñas? – dijo, levantando a cada una para que alcanzaran el mostrador y eligieran su bebida - ¿Tú de qué quieres Kagome?

- De limón, por favor.

- Dásela a tu mamá. – Le tendió el vaso a la pequeña Emi que seguía en sus brazos.

- ¡No es mi mamá! – Kagome se quedó muda.

- No digas eso, es tu mami.

- ¡No es mi mamá! – repitió impetuosa la niña.

Shizen propuso llevar a las niñas al área de juegos infantiles, así podría hablar mejor con Kagome. Las niñas corrieron encantadas con los otros niños.

- Kagome. – La miró detenidamente. – Cuéntame la verdad.

- ¿Qué? ¿Cuál verdad? – La pregunta la tomó por sorpresa.

- Quiero conocer tu historia. – Los ojos del chico penetraban los de ella aterrorizados.

- Shizen…

- Creo que podré soportarlo, sea lo que sea… quiero saberlo.

- No sé si esté lista para contarlo.

- Créeme, es el mejor momento. – Levantó la vista al cielo. – Así que no son tus hijas.

- No… – Por un momento pensó en mentir rotundamente, pero notó que Shizen era demasiado perspicaz, de modo que continuó. – No lo son.

Él asintió. Se quedaron un rato en silencio, cada uno pensando en lo importante de la revelación. Luego Shizen suspiró y pidió:

- Comienza desde el principio.

- No me creerás – dijo convencida y derrotada.

- Kagome, puedo leer tus ojos, sabré si mientes o es la verdad, no importa qué tan improbable o loca suene.

Ella lo pensó un momento, se llevó una mano al pecho tratado de contener a su desenfrenado corazón.

- Cuando tenía 15 años crucé el pozo que está en mi casa… - comenzó.

Kagome le contó cómo conoció a Inuyasha, le dijo también que era la reencarnación de Kikyo, una poderosa sacerdotisa que custodiaba la perla de Shikon y que fue el primer amor de Inuyasha, de cómo accidentalmente fragmentó la perla, viéndose obligada a recuperarlos. Le habló sobre Sango, Miroku, Shippo, Kirara y los demás, de cómo se enamoró de Inuyasha y se complicaron las cosas cuando una bruja resucitó a Kikyo. También le narró la horrible tragedia que desencadenó Naraku, su misión por destruirlo, y cómo lo habían logrado. Kagome reveló cómo había sido regresada a su época, y que una vez aclarados sus sentimientos pudo atravesar el pozo de nuevo, que apenas llevaba unos meses viviendo felizmente al lado de Inuyasha, cuando sufrieron un ataque de una demonio, le contó el sacrificio de Sango, madre de las gemelas, de las repetidas ocasiones que regresó para buscarlos, todo en vano, de su reciente encuentro con el hermano de Sango, prometiéndole decirle si descubría algo. Del punzante y permanente dolor que padecía por perderlo todo.

- Tú crees que… - Tragó saliva con dificultad. – Que soy la reencarnación de Inuyasha, ¿verdad?

Kagome asintió. Observaba a Shizen esperando que en cualquier momento se fuera o se riera. Él mantenía la vista en el cielo claro. Ya no pudo soportar más el silencio y le preguntó:

- ¿Qué piensas?

- Para serte sincero… tengo mucho en qué pensar.

- E-Entiendo.

- Te creo Kagome – dijo sonriéndole –. Sólo necesito asimilarlo.




--------------------------------------------
*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora