Capítulo 19: Espada

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Capítulo 19: Espada

Inuyasha y Kagome se reunieron con Sango, Miroku, Kohaku y Kirara. La exterminadora se adelantó y abrazó a Kagome, tenía los ojos húmedos.

- De verdad lo siento – suplicó –, por no cumplir mi promesa, Kagome, por favor…

- No te preocupes Sango, ya está todo olvidado. – Y luego con expresión grave agregó. – Pero que no se repita.

- Bienvenida de nuevo, señorita Kagome. – Miroku le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa.

Qué agradable era esa sensación de familia, la felicidad la envolvió y sin poder evitarlo, unas dulces lágrimas de alegría recorrieron sus mejillas.

Después de comer pescados que Kohaku pescó y Sango y Miroku asaron, siguieron su marcha. Kagome volvía a empuñar un arco, sólo el recuerdo de Shizen empañaba su felicidad para ser completa. Deseó con todo su ser que encontrara la felicidad muy pronto.

El sendero se dirigió hacia una empinada montaña, Kagome viajaba en la espalda de Inuyasha como de costumbre, Sango, Miroku y Kohaku sobre Kirara, y aún así el ascenso se hacía cada vez más pesado. De pronto advirtieron una energía maligna, haciéndolos frenar su marcha. Un monstruo de apariencia tosca, parecido a un cerdo salvaje apareció en medio del camino.

Inuyasha sonrió complacido, por fin algo de diversión para salir de su monótona caminata, sacó su espada con esa emoción que ya extrañaba, pero antes de su ataque, una flecha purificadora cruzó la distancia a gran velocidad, y purificó al monstruo sin dificultad, esa técnica, ese poder, por un momento Inuyasha pensó en Kikyo, pero era Kagome la que aún aferraba el arco. Kagome miró a todos, que a su vez la observaban sorprendidos.

- Estuve practicando – explicó complacida de sí misma.

- ¡Eso fue sorprendente! – exclamó Sango.

- En realidad… el monstruo no era tan poderoso – dijo avergonzada la chica.

Inuyasha observó detenidamente a Kagome, y confirmó algo que se venía temiendo, ella había cambiado. Había estado tres años en su época después de la batalla contra Naraku, pero regresó siendo la misma joven enérgica e impulsiva que él conoció; pero ahora, después de sólo unos meses de separación, exhibía un semblante frecuentemente preocupado y reflexivo, ya no gritaba tanto como antes y esa nueva habilidad y precisión para la arquería lo dejaron confundido.

Eliminado el peligro, continuaron su camino. Inuyasha se mantuvo más al pendiente de las expresiones y emociones de Kagome, no le gustaba ese cambio, y lo peor de todo es que presentía que ese estúpido humano tenía mucho que ver con ello. Luego de pensarlo un rato suspiró y se relajó, él no estaba aquí y no la volvería a ver.

Una bola de fuego salió disparada de la punta de la montaña, Sango y Kagome ahogaron un grito de terror, habían encontrado la guarida de esa mujer demoníaca. Miroku propuso subir y esperar su regreso para un ataque sorpresa, todos estuvieron de acuerdo.

...

Shizen llevaba días vagando por la época antigua, pronto se terminarían sus reservas de comida, así que se apresuró a encontrar una comunidad. Él había aprendido a vivir solo, y no le molestaba la soledad, pero tenía que aceptar que la compañía de otro ser humano se valora mucho en ciertos momentos.

Finalmente vislumbró un gran poblado, corrió emocionado. Debía de ser un feudo porque gente pululaba por todos lados y había gran cantidad de guardias de seguridad; mismos que al ver sus ropas extrañas lo detuvieron para interrogarlo. Él contestó con naturalidad, estaba acostumbrado a fingir serenidad. Al verlo sucio, hambriento y cansado lo llevaron con la sacerdotisa a cargo.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora