Capítulo 16: Sacrificio

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Capítulo 16: Sacrificio

Kirara la dejó junto al pozo y se fue de nuevo al lado de Kohaku. Kagome atravesó y se quedó un rato de rodillas en el fondo, no quería que la vieran así. ¿Por qué la dejaron pensar que los había perdido? ¿Por qué tantos meses de angustia? ¿Es que era un enemigo tan poderoso... o ella era tan débil? ¿Sólo la utilizaban mientras necesitaban y buscaban la perla? Su llanto no fue ese que deja los ojos brillantes y hermosos, su llanto era del que deja los ojos hinchados.

No supo en qué momento se quedó dormida, el cansancio físico y emocional además del hambre la habían agotado. Su interior era un caos, tenía unas enormes ganas de regresar y gritarle a Inuyasha, pero también de tocarlo y confirmar que estaba vivo y bien. Tenía interés por la herida de Sango; por otro lado, las gemelas Aimi y Emi seguían en su época, tarde o temprano tendría que llevárselas.

No quería fingir ante las niñas y su familia, tampoco quería preocuparlos innecesariamente. Cuando salió del templo se dio cuenta de que estaba obscuro, no le importó y no razonó mucho al respecto, corrió hacia la casa de Shizen.

El joven abrió medio dormido, al verla se quedó con la boca abierta de la sorpresa. Kagome tenía un aspecto horrible. La invitó a pasar y le sirvió la escasa comida que había en la despensa. Él no había dicho ni una palabra. Shizen creyó que Kagome había descubierto que sus amigos estaban muertos, no había otra razón para que ella hubiera llorado de esa manera. Se armó de valor y le tomó la mano, con afán de reconfortarla.

Kagome tan susceptible y emocional se arrojó a sus brazos y profirió una sarta de palabras ininteligibles.

- ¿Qué sucedió? – preguntó Shizen, le dolía tanto ver a la chica así.

- Ellos… ellos… - Kagome se aferró a su pecho. – No me necesitan.

Shizen pensó que había entendido mal. ¿Ya no la necesitaban? ¡Qué absurda idea! ¿Quién no podría necesitar a Kagome? Él en definitiva la amaba demasiado.

- Por favor – pidió –, dime qué pasó, no entiendo a qué te refieres.

- Los encontré, Shizen. – Kagome ignoró el nudo en su garganta. – Todos están bien.

Shizen suspiró.

- Pero ya no me quieren con ellos. – La chica hundió su cabeza en el pecho del joven.

- Kagome, por favor contrólate. – Le acarició el cabello. - ¿Por qué dices eso?

- Ellos sabían que estaba aquí, Sango me prometió que él vendría a buscarme, él no quiere tenerme a su lado – Kagome dijo todo muy rápido.

Shizen escuchó la información, pero tardó en entenderla. No quería sembrar una esperanza que moriría en cualquier momento. ¿Inuyasha le dejaba el camino libre? Inuyasha no quería a Kagome, Shizen agitó su cabeza para desechar esa ilógica idea, se concentró y volvió a preguntar.

Kagome se calmó finalmente, el sonido de los latidos vigorosos en el pecho de Shizen, sus manos recorriendo su cabellera, el silencio total. Le contó desde que encontró a Kohaku al otro lado del pozo, su búsqueda por las aldeas, el reencuentro, sus palabras hirientes, la frialdad, su furia e indignación y su regreso. Shizen tenía razón, no era buena idea crear falsas esperanzas tan pronto, pero aún así el dolor era profundo, la perdería de nuevo, pero tenía qué decirle su conclusión, él podría huir de los problemas, pero no era un mentiroso egoísta, no si eso hacía sufrir a Kagome, él podría aguantar su propio dolor, pero no el de la muchacha.

- No seas injusta con ellos, Kagome – le dijo con voz dulce. Kagome reaccionó al acto, irguiéndose –. Inuyasha te ama demasiado. – Y esas las palabras le secaron la boca.

- Pero ellos me hicieron a un lado.

- Ellos te protegieron – siguió, quemándose por dentro –. Yo… no sé si habría actuado diferente…

- S-Shizen…

- Si Inuyasha se encontrara en gran peligro, estando los dos aquí en tu época, y conociendo su carácter… tú… si tuvieras la oportunidad de protegerlo… si mandándolo a su época…

- Lo haría… yo… lo protegería… con mi vida.

Shizen asintió y sonrió, pero sintió que su corazón se volvía de plomo.

- Ahora lo entiendes, Inuyasha te ama tanto, que se atreve a hacerte a un lado… sólo por protegerte. – Shizen comenzó a temblar. – Le importas mucho Kagome.

- Pero… combatimos juntos a Náraku, incluso al borde de la muerte… estuvimos juntos, a pesar de Kikyo, a pesar de todo.

- Uhm… comprendo la situación Kagome, porque puedo entender a Inuyasha.

- ¿Qué?

Él cerró los ojos y se imaginó la situación.

- Si llego a una lucha entre una poderosa demonio y una amiga desarmada, peleo pero me cuesta trabajo igualarla, sin embargo logro hacerla huir, sólo para darme cuenta que la mujer que amo logró escapar con las dos niñas pequeñas… la aldea destrozada, la demoníaca mujer aún viva, lo único que pensaría sería ir a buscarla hasta que acabe con el peligro.

- Pudieron haberme avisado, estos meses…

- ¿Te habrías quedado aquí? – preguntó Shizen levantando una ceja, incrédulo.

- Pues… - dudó, pero decidió sincerarse – no, habría ido con ellos.

- ¿Ves? Al parecer Inuyasha te conoce.

- ¡Pero Sango me lo prometió! – dijo neciamente Kagome.

- Eres del tipo de persona que se sacrificaría por sus seres queridos ¿no? ¿Por qué te cuesta tanto aceptar esa misma conducta en otras personas?

- No es eso… no es eso… - negó Kagome –. Inuyasha ya me ha protegido con su propia vida… pero estos meses sin él… me hacen pensar que no me extraña tanto como yo a él.

- Sólo hay una forma de saber eso… - pero Shizen fue interrumpido por un estruendoso ruido.

Una figura apareció en el umbral de la puerta.

- ¡Seguí tu rastro hasta aquí! – gritó Inuyasha - ¡Me dejaste hablando solo, tonta!

Pero cuando los ojos de Inuyasha se encontraron con los de Shizen se quedó hecho piedra de la impresión.





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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora