Capítulo 6: Comprensión
Cuando Kagome llegó al gran árbol, Shizen ya estaba allí esperándola. Le sonrió con alegría y Kagome se sorprendió, había estado a punto de corresponderle. Se acomodó junto a él y con ademán brusco le tendió el bento.
- ¿En serio? ¿Es para mí? – dijo con una sonrisa aún más extendida.
- Es obvio ¿no? – respondió ella con molestia fingida.
- ¡Excelente!
- Un gracias es suficiente – reprochó.
- Gracias – dijo él con evidente emoción.
Shizen exclamaba placenteramente a cada bocado, tanto que por un momento Kagome no mostró la tristeza perpetua en su mirada y reflejó diversión.
- ¡Está delicioso, preciosa!
- ¡Tenías que arruinarlo! – se quejó la chica - ¡Mi nombre es Kagome Higurashi!
- ¿Tienes más? – Y le estiró el recipiente vacío.
- Eres… ¡No, no tengo! – Se puso de pie iracunda. – Me voy a clase.
Shizen cerró los ojos, recostado bajo el árbol y después de haber comido podría haberse quedado dormido, pero en ese momento Yuri y Kaoru, que vieron irse a Kagome, se acercaron.
- Hola, Shizen – saludó una Yuri tímida y sonrojada. Él abrió los ojos de inmediato.
- Hola.
- Notamos que estabas con Kagome – intervino Kaoru.
- Sí, almorzamos juntos – respondió relajado.
- Sólo queríamos advertirte que…
- No me interesa – le interrumpió.
- Pero yo… – Kaoru parecía ofendida y avergonzada.
- Me voy a clase, nos vemos luego, preciosas. – Se despidió con una respetuosa inclinación, pero con diversión en los ojos.
Ambas chicas se quedaron heladas, no esperaban esa reacción tan desinteresada y superficial de Shizen, luego de recobrar la compostura, para tranquilizar sus corazones se convencieron de que Shizen no estaba realmente interesado en Kagome, tal vez ya sabía que era madre soltera y sólo estaba jugando con ella. Pero decidieron no rendirse, no permitirían que Kagome entrara en la vida de su admirado Shizen.
El día siguiente amaneció muy nublado, durante las clases comenzó a llover y Kagome decidió no salir al jardín para comer su almuerzo, guardó el bento de Shizen y se comió el suyo. No le gustaban los días así, se ponía melancólica y la soledad la atormentaba.
La práctica de arquería se suspendió, pues el cielo anunciaba no una simple lluvia, sino una tormenta. El cielo diurno, prematuramente obscurecido, se iluminaba ocasionalmente a causa de los relámpagos. Al salir de clases, Kagome suspiró; no le daría tiempo de llegar a su casa.
En la entrada de la escuela Shizen la alcanzó, le preguntó dónde vivía y al escuchar la respuesta miró al cielo preocupado.
- Puedes venir a mi casa si quieres, no está muy lejos.
- No gracias – respondió de inmediato. Él sonrió.
- Es sólo mientras pasa la tormenta.
- Sólo es agua… - Un sonoro trueno ahogó la exclamación de espanto de Kagome, luego recapacitó. – Tal vez sólo un momento.
Corrieron hasta la mansión de Shizen, Kagome no notó lo grande y ostentosa que era, sólo quería ponerse a resguardo. Cuando cruzaron el extenso jardín y entraron en la casa, se esforzó por recuperar el control de su respiración. Notó que la mansión estaba vacía cuando Shizen encendió las luces.
- ¿No… no hay alguien más? – preguntó repentinamente nerviosa Kagome.
- Completamente solos – respondió Shizen.
- Creo que me voy – la ansiedad se delató en la voz.
En el momento en que se disponía a salir un sonoro trueno resplandeció en el cielo y se fue la energía eléctrica en la zona. Kagome gimió. ¿Por qué si había enfrentado peligros mortales, una simple tormenta la atemorizaba? Regresó a la seguridad de la mansión.
- Así que te quedas – dijo Shizen tras de ella –. Toma. – Le dio una manta caliente.
- Sólo un momento – respondió molesta.
Se sentaron a la luz de una vela, en silencio. ¿Cómo estarían las gemelas?, se preguntó Kagome. La lluvia se escuchaba estruendosa afuera, sobrecogía el corazón de la chica. Lo mejor sería hablar, Kagome nunca había podido estar mucho tiempo callada, se ponía más nerviosa.
- ¿Por qué vives solo? – dijo sin verdadero interés.
- Así me gusta – dijo cortante.
Kagome sólo lo había visto así aquella vez en el restaurante, generalmente siempre era alegre y espontáneo. Ahora estaba intrigada.
- ¿Tus papás…
- No quiero hablar de eso – espetó.
- Pero gente de servicio… ¿alguien?
- Vienen a hacer limpieza dos veces por semana, ¿feliz?
- ¿Con quién comes?
- Compro comida, como solo. – Kagome intentó verle los ojos, pero él desvió la mirada.
- Lo siento. – Kagome estaba conmovida. Sólo era eso, él almorzaba con ella sólo por compañía. Shizen suspiró, tragó saliva con dificultad, miró a los ojos a Kagome y confesó:
- Mis padres murieron cuando tenía diez años. Heredé todo, mucha gente se acercó por interés, diciendo que querían protegerme; me hicieron mucho daño. Cuando cumplí quince años me enamoré de una mujer mayor, así perdí un tercio de la fortuna de mis padres. Me volví desconfiado, ya no me importa nada ni nadie. Prefiero vivir solo.
- ¿Por qué me invitaste?
- Simplemente porque yo tampoco te intereso. – Mantenían el contacto visual. – Lo veo en tus ojos.
- Pero fue una acción amable…
- No me malinterpretes, el hecho de que nadie me importe realmente, no significa que sea cruel y maleducado… no defraudaré a mi madre. – Sonrió coquetamente.
- Entiendo. – Kagome no sabía qué decir.
- Sé que me porté grosero aquella vez en el restaurante – dijo serio de nuevo –. Ese día era mi cumpleaños… no festejaba desde que vivían mis padres – suspiró –. Siempre me compraban un helado de chocolate. – Sonrió con amargura. De pronto, ambos tenían los ojos húmedos.
- Lo siento – repitió Kagome –. No sabía.
- Qué infantil, ¿no? – dijo mientras disimuladamente se limpiaba una lágrima.
- Yo también perdí a mi familia – dijo Kagome, y se le quebró la voz.
Shizen vio sorprendido cómo Kagome se desmoronaba, recobró él la compostura. Se acercó con duda, ella se tapaba la cara con ambas manos, mientras lágrimas escurrían por sus mejillas. Shizen la abrazó, le acarició el cabello con dulzura. No sabía qué era ese nuevo sentimiento, pero su herido corazón despertó al saber que no era el único que sufría por soledad.
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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.
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Kagome, una difícil desición
FanfictionKagome vivía una feliz vida junto a su amado Inuyasha hasta que un ataque sucede. Huyendo a su época con las pequeñas de Sango para salvarlas, regresa para encontrarse con tristeza y dolor. ¿Era posible que su amado Inuyasha y sus amigos estuvieran...