Capítulo 24: Acusación
Inuyasha tuvo que recurrir a todo su sentido común para no lanzarle un verdadero ataque con su espada, aunque lo estaba deseando y estaba seguro de que lo merecía. Shizen se aferraba con todas sus fuerzas a su espada, estaba consciente de que el híbrido tenía más probabilidades de ganar, pero era una batalla y no estaba dispuesto a retroceder, había considerado la posibilidad de morir en ese extraño lugar, pero no de ese modo. El joven humano superaba a Inuyasha en técnica, pero este último en fuerza y agilidad.
El dolor de cabeza de Shizen iba más allá de una simple resaca, empezaba a ver doble y a marearse de nuevo; pero se obligó a seguir de pie, no quería quedar como “inútil” delante de Kagome. Reunió toda su fuerza para soltarla en un último golpe, lo dirigió a la cabeza pero la visión doble y la rapidez de Inuyasha hicieron que fuera sólo un mechón de cabello plateado el que cayera al suelo.
Shizen también cayó al suelo. No supo cuánto tiempo permaneció inconsciente, pero en algún momento logró escuchar voces a su alrededor.
- ¡No podemos dejarlo así! – dijo la voz de Kagome.
- Sí, está muy débil – concordó Sango.
- Pero traerlo con nosotros sería un gran problema – repuso Miroku.
- ¡No pienso llevar a ese estúpido con nosotros! – sentenció Inuyasha.
- Yo… yo lo cuidaré – escuchó decir tímidamente a Sayuri.
- ¡Por supuesto que no! – gritó Kento –. Debemos regresar a casa cuanto antes, él sólo nos retrasaría.
- ¿Puedes escucharme? – Y sintió el toque de una mano suave en su frente.
- Ka… Kagome – se esforzó en decir, pero apenas fue audible.
- Abre los ojos, Shizen, por favor – suplicó la chica.
Shizen abrió los ojos y la luz le hizo cerrarlos de nuevo, el dolor de cabeza volvió.
- Me… me duele mucho.
- Lo mejor será que duerma otro poco – escuchó decir al monje.
- Tal vez deberían llevarlo a su época ahora que está inconsciente – sugirió astutamente Kohaku.
- ¡Es una gran idea! – coincidió Inuyasha.
- Pero… - dudó Kagome.
El joven soportó el dolor y abrió los ojos de nuevo, realmente no se sentía bien pero no permitiría que lo hicieran a un lado tan fácilmente. Se puso de pie con mucho esfuerzo.
- Ya… les dije que… no pienso irme ahora.
- ¡Pues quédate entonces, pero aléjate de Kagome! – rugió Inuyasha.
- No les causaré molestias – dijo con seriedad a Sango, Miroku, Kohaku y Kagome, ignorando por completo a Inuyasha –. Les procuraré comida y protección en la medida de mi alcance, incluso… incluso haré de esa demonio mi objetivo si eso es lo que ustedes quieren. Pero por favor… permítanme viajar a su lado. – Y se inclinó con profundo respeto y súplica.
Todos se miraron entre sí, sorprendidos.
- Por mí no hay problema – declaró Sango.
- Yo no estoy de acuerdo – dijo Kohaku inseguro.
- Creo que será interesante – repuso Miroku –. Yo tampoco tengo objeción.
- ¡Pues yo sí! – espetó el hanyou - ¡No lo quiero cerca!
- ¿Tú qué dices Kagome? – preguntó Sango. Todos sabían que su respuesta sería la definitiva.
- Yo…
Kagome sentía las piernas débiles y las manos le sudaban, tenía unas tremendas ganas de salir corriendo, pero el cuerpo no le respondía ¿Cómo es que se habían complicado tanto las cosas? Sabía que si aceptaba la compañía de Shizen Inuyasha saldría lastimado, pero si lo rechazaba ¿qué haría el joven humano?
Shizen notó el predicamento en el que se encontraba la muchacha, suspiró y reveló:
- En este momento no te pido que te quedes conmigo – dijo –, te pido que me dejes acompañarte por un tiempo.
Sus miradas se encontraron, Kagome se consumió en la determinación que expresaban los ojos del chico. “Te quiero” aceptó, “pero también quiero a Inuyasha”.
- Lo sé, estoy consciente de ello – murmuró Shizen, adivinando los pensamientos de Kagome.
- Entonces no puedo impedirte nada.
Shizen extendió una sonrisa en su rostro. La felicidad aminoró el dolor de cabeza.
Inuyasha sentía que la sangre le hervía, sus puños temblaban de rabia. En un ataque de impulsividad cargó a Kagome y se la llevó a gran velocidad. Shizen los siguió. Sango y Miroku intercambiaron una expresión de gravedad.
El hanyou bajó a la chica cuando consideró que estaban lo suficientemente lejos.
- ¿Qué te pasa? – reclamó la joven.
- ¡¿A mí?! ¡¿Qué te pasa a ti?! – Inuyasha lanzó los brazos al aire, furioso.
- Lo siento – dijo por fin Kagome – pero Shizen no es una mala persona, puede ser de gran ayuda.
- ¿Si? – preguntó mordaz - ¿En qué puede ayudarme?
- Bueno…
- ¿En qué puede ayudarte a ti? – Y sonó como acusación.
- Inuyasha estás exagerando – dijo la chica, que también empezaba a enojarse.
- ¿Exagerando? ¡Dijo que te amaba y tú permites que nos siga!
- ¡Él sabe que te quiero!
- No quiero… ¡no quiero que se te acerque! – Apretó los puños con fuerza.
- Elegí estar contigo. ¿Por qué no confías un poco más en mí?
- Porque…
- ¿Qué? – inquirió exasperada.
- Porque has cambiado…
- ¿Qué? – Ahora Kagome estaba pasmada.
- ¿Pasó algo entre tú y él? – soltó Inuyasha por fin, con el corazón doliéndole a cada latido.
- ¡Por supuesto que no!
- Pero tú… sientes algo por él, ¿no es así?
Kagome evadió la pregunta.
- Lo que siento por ti no ha cambiado – dijo firmemente.
- Eso no responde la pregunta.
- ¡Ya basta, Inuyasha! – estalló la chica – Sufrí mucho cuando pensé que te había perdido, él sólo aminoró el sentimiento de soledad, jamás he dejado de amarte y no pienso dejar de hacerlo, quiero estar contigo ¿está bien?
- Tengo miedo, Kagome. – Y se acercó para abrazar a la joven.
Shizen se dio la vuelta después de contemplar la escena, había escuchado y visto suficiente.
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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.
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Kagome, una difícil desición
FanfictionKagome vivía una feliz vida junto a su amado Inuyasha hasta que un ataque sucede. Huyendo a su época con las pequeñas de Sango para salvarlas, regresa para encontrarse con tristeza y dolor. ¿Era posible que su amado Inuyasha y sus amigos estuvieran...