Capítulo 23: Prohibido

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Capítulo 23: Prohibido

A pesar de que Sayuri se había inclinado infinidad de veces agradeciendo profundamente que lograran salvar a su pequeño hermano, no logró ganar la simpatía de Kagome. Inuyasha decidió que lo mejor era dejar a Shizen al cuidado de Sayuri, pero Kagome no estuvo de acuerdo, de modo que se quedaron toda la noche en el festival.

Todos se acercaron a la gran hoguera, Sango y Miroku se unieron a las parejas que ya bailaban, mientras el resto observaba. Inuyasha se sentó junto a Kagome, pero era evidente que estaba furioso; pero no más que ella, pues Shizen se había quedado dormido en el hombro de Sayuri, que también acurrucaba en sus brazos a su recién encontrado hermanito.

- ¿Tú y Shizen son muy unidos? - le preguntó Kagome, tratando de que sonara lo más casual posible.

- No realmente - respondió la joven sonrojada -. Él muy amablemente se ofreció a llevarme con él para buscar a mi hermanito.

- Ya veo - suspiró Kagome.

- Es una gran persona - murmuró Sayuri.

- ¿Regresarás a tu aldea ahora que encontraste a tu hermano? - preguntó Kagome con brusquedad.

- Yo... no sé. - Y le lanzó una mirada disimulada a Shizen.

- Pues deberías, no es bueno que Naoki se exponga a más peligros.

- T-Tienes razón - concedió Sayuri, con un semblante decepcionado.

Cuando salieron los primeros rayos de sol la festividad dio por concluida, apagaron la hoguera y los aldeanos cansados pero felices regresaron a sus casas. Kento, el guerrero enamorado de Sayuri se quedó horrorizado al ver que Shizen descansaba recargado en ella.

- ¡Estúpido! - exclamó - ¿Qué crees que haces? - Y lo empujó.

- ¡Ay! - se quejó el joven al caer de espaldas - ¡¿Qué te pasa?!

- ¿Qué haces recargado en Sayuri?

- Bueno... estaba soñando con Kagome.

- Shizen... - exclamó conmovida la aludida.

- ¡Kagome! ¿No era un sueño? ¡De verdad estás aquí! - Un tremendo dolor le cortó la felicidad. Se llevó las manos a la cabeza, sentía que le explotaba. - ¡Maldita sea! - exclamó.

- Eso te pasa por tomar tanto - le regañó Kagome, pero al final le sonrió.

- Lo siento - profirió el joven.

- ¡¿Se lo vas a decir o no, Kagome?! - dijo furioso e impaciente Inuyasha.

Kagome se había olvidado que tenía compañía. Su corazón angustiado comenzó a latir más rápido.

- ¡No grites tanto, bestia! - se quejó Shizen - ¡Me duele mucho!

- ¿Y eso me importa? - dijo Inuyasha exasperado.

- ¡No sé, pero cállate!

- ¡Regrésate a tu casa a lloriquear! Aquí no es lugar para mocosos inútiles como tú.

- ¡Déjame en paz!

- Vámonos Kagome, ese tipo sólo es un estorbo. Además ya entregamos al niño, tenemos que continuar.

- Lo siento Shizen, pero tienes que regresar - le dijo Kagome con la vista baja.

- Ni lo pienses, me costó mucho trabajo encontrarte.

- Este no es un lugar para ti - dijo la chica tratando de ser razonable.

- Shizen, puede venir a mi aldea si quiere - propuso Sayuri sonrojada, provocando en Kagome y en Kento la misma expresión de rotundo desacuerdo.

- ¿No es lugar para mí? ¿Para ti sí lo es? - dijo Shizen mirando profundamente a Kagome, ignorando por completo la propuesta de Sayuri.

- Sí - concluyó con desafío.

Inuyasha sonrió complacido, todos los demás permanecían mudos y expectantes. Shizen miró a Kagome y luego pasó a Inuyasha.

- Comprendo. - Y trató de ocultar la tristeza en su mirada con una sonrisa falsa. - Kagome... ¿"quieres" que me vaya?

La muchacha sintió un frío repentino, el sentimiento de vacío se ensanchó con sólo pensar en la ausencia de Shizen. Pero tenía que soportarlo, las cosas con Inuyasha finalmente estaban yendo bien, apenas iba a pronunciar su resolución cuando Shizen habló de nuevo:

- ¿No te molestaría ni un poquito que me quedara con otra mujer? - preguntó pícaro, y le lanzó una mirada disimulada a Sayuri, que sólo advirtió Kagome.

- ¡Haz lo que quieras! - repuso, instigada por la furia de los celos.

- ¡Excelente! - dijo al fin - Porque lo que quiero es quedarme contigo.

- ¡Te quedarás con mi puño! - exclamó Inuyasha al ver qué rumbo tomaba la conversación.

- No me importa tu opinión "perro" - dijo Shizen, dándole la espalda.

- ¡Eres imposible! - le dijo Kagome a Shizen.

- Ya me habías dicho eso. - Y le sonrió. El corazón de Kagome se aceleró, él sabía muy bien cómo afectarla.

La discusión se prolongó un rato más, y es que ni Inuyasha ni Shizen cedían. Kagome no permitía que llegaran a los golpes, pues cada vez que Inuyasha se le acercaba al chico, ella lo lanzaba al suelo con un "¡abajo!", Sango, Miroku, Kohaku, Sayuri y Kento sólo observaban, cada uno con su opinión sin pronunciarla.

- Shizen... - dijo finalmente Kagome - quiero que te vayas.

- No...

El muchacho se quedó helado, el dolor de cabeza incrementó.

- Ya la oíste, ¡tienes que irte! - azuzó Inuyasha.

- ¡No me voy a ir! - dijo cada palabra con pausa, con fuerza y con decisión. Tomó aire y continuó - Tuviste tu oportunidad con Kikyo...

Un silencio sepulcral se impregnó en el ambiente. Luego de recobrarse de la sorpresa Miroku le dijo a Sango al oído "Dijo el nombre prohibido, las cosas se pondrán feas", ella asintió nerviosa.

- ¿Cómo... cómo te atreves...? - dijo Inuyasha temblando de rabia.

- Tuviste tu oportunidad con Kikyo - repitió Shizen fríamente -. Yo no tengo la culpa de que las cosas salieran mal.

- ¡Tú no entiendes nada!

- ¿No? - dijo Shizen sarcástico - Kagome es la reencarnación de Kikyo ¿no es así? Y yo desafortunadamente soy tu reencarnación, ¿qué parte no entiendes tú? ¿Quieres que te explique? Yo no dudo del amor que hubo entre tú y esa sacerdotisa, porque si no hubiera sido así ni Kagome ni yo habríamos nacido, pero tienes que entender que así como Kikyo fue tu destino, Kagome es el mío, y no me voy a rendir tan fácil. No confundas a Kagome con Kikyo.

- Shizen eso es tan... cruel - dijo Kagome horrorizada.

- Es la verdad.

- ¿Cómo te atreves siquiera a pronunciar el nombre de Kikyo? - dijo Inuyasha aún temblando - ¿Cómo te atreves a decir que Kagome te pertenece? ¡Eres un maldito!

Inuyasha liberó en un rápido movimiento a Colmillo de acero, mientras que Shizen casi con la misma agilidad liberó su resplandeciente espada nueva. El hanyou saltó sobre el chico y le cayó encima, derribándolo, el dolor de cabeza de Shizen se intensificaba cada vez más, Inuyasha puso la punta de su espada en el cuello de Shizen, una gota escarlata brotó. El joven se quitó de encima al híbrido y las espadas chocaron estruendosamente.

- ¡Ya basta! - gritó Kagome al borde de las lágrimas - ¡Ya basta!





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*Esta historia no me pertenece. Todos los créditos a su respectivo autor/a.

Kagome, una difícil desiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora