2. YOU ARE THE RIGHT ONE

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You are the right one/
Eres la indicada

And I’m just the boy who is lookin’ at you/
Y yo solo soy el chico que te está mirando.

So what will I do?/
Entonces, ¿qué haré?
—You are the right one, Sports.

River

Le había mil vueltas a lo que habían dicho durante el juego de póker. Incluso cuando todos se fueron, a las cuatro de la madrugada, no pude dormir solo pensando en ello y comiéndome la cabeza con todo lo que sus palabras habían generado en mi. Sí, estaba siendo un cobarde muy idiota. Y si, estaba hasta la mierda de tener que ocultar lo que siento por Zoé. Y sí, también estaba muy confundido sobre qué hacer a continuación. Tampoco es como si tuviera muchas opciones: o se lo digo con riesgo a que me envíe hasta China con la rechazada de mi vida, o no se lo digo y vivo sumido en lo incertidumbre y el deseo de tenerla para mi viendo como otros más sí pueden cumplir lo que yo no.

Me quite el casco, frustrado y con ese sentimiento contradictorio instalado en mi, por un lado quería quedarme en la cama y no ver al motivo de mis desvelos, y por el otro, lo único que quería hacer era entrar a la instalación solo para pasar un rato con ella. Al final, la segunda opción siempre ganaba. Así que me baje de la motocicleta y guarde las llaves en el bolsillo de mi pantalón.

Apenas poner la mirada hacia la entrada del Instituto la primer postal que me recibió fue la de Zoé entrando acompañada de Cheryl, con los brazos entrelazados y riendo de algo que solo ellas sabían, captando las miradas de algunos cuantos. Siempre se las arreglaban para ser el centro de atención, y Zoé lo hacía sin proponérselo.

Me quedé allí, solo viendo a la chica caminar como si fuera el centro del universo, con tanta seguridad desbordando en sus movimientos que resultaba poco creíble que fuera la misma chica que antes se sentía insegura hasta de la forma de su rostro y también de su altura de Minion. Detalle cada parte de su cuerpo, de su cintura, sus caderas ni muy anchas ni muy pequeñas, sus piernas gruesas y su trasero que parecía perfecto. Sabía que sus pechos tenían un tamaño ideal para ella, medianos. Llevaba una blusa de tirantes en color rojo y unos pantalones ajustados de mezclilla, junto con esas zapatillas blancas que llevaba a todos lados. Su pelo caía un poco por debajo de sus hombros. Desee que girará en ese momento, que me viera y me dedicará una mísera sonrisa para no ser solo yo quien la veía como un estúpido.

Deje de observar a Zoé cuando sentí una mirada sobre mi. Me gire a observar al propietario de esos ojos escrutadores. A casi un metro de distancia se encontraba Zaid, con la mochila colgando de su hombro y una mirada que pretendía atravesarme el alma. Le devolví una mirada gélida que decía perfectamente: no me hables, no me veas y ni siquiera respires cerca de mi.

El chico rodó los ojos, poco impresionado y siguió su camino. Antes de que él se dirigiera a dónde sabía que lo haría apresuré el paso, apartando con cero sutileza a las personas que se cruzaban en mi camino y brindándoles una falsa sonrisa de disculpa.

Cuando estuve cerca de Zoé y Cheryl, fue el turno de la rubia de ser apartada —de buena manera—, de Zoé. Pase ambos brazos por los hombros de estas dos. Volví a sentir la mirada de Zaid en mi, cuando lo visualice le dedique una mirada altiva a lo que él se molesto notablemente. Acto seguido, pase mi mirada a las chicas a mi lado y les brinde una enorme sonrisa alegre mientras seguíamos andando rumbo a nuestra primera clase. Prácticamente todos los años desde séptimo grado coincidíamos en todas, o al menos la mayoría, de las clases impartidas.

—Adivinen quién les ha traído su chocolate favorito a sus chicas favoritas —exclamé, intercalando la mirada entre Zoé y Cheryl, pero dejando que está persistiera de más en la chica que me vuelve loco.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora