24. VALIENTE

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Zoé

Silencio.

En ocasiones me gusta y en otras me atormenta y aturde. Silencios ensordecedores como dice Harry Jefferson. Pero este no se sentía de esa manera. Era más de ese tipo de silencios que se extiende a manera de retrasar lo inevitable. Como una barrera de cristal. Frágil.

Mar no decía nada. Yo tampoco. Pero amabas éramos conscientes de que teníamos mucho por decir.

Cuando se presentó ayer por la noche me dijo algo como: “Necesito unas vacaciones” y entro a casa como si de un escape a una realidad lejana se tratará.

No le pregunté nada en ese momento y acepte su tonta excusa. Me contuve a preguntarle algo por la mañana pero sabía que no podía hacerlo más, el silencio me estaba matando.

—¿Qué haces aquí, Mar? —pregunté por fin.

—De vacaciones —respondió mirando fijamente el techo, era todo lo que habíamos estado haciendo desde hace un buen rato, solo tumbadas en la cama viendo la pintura blanca como lo más interesante de la vida—, te lo dije.

Bufé.

—Claro, porque de todos los lugares para ir de vacaciones decidiste venir a un pueblo donde lo más interesante que hacer es inventar chismes.

—Pues este pueblo chismoso te tiene a ti, y eso es un gran incentivo —dijo, dedicándome una sonrisa divertida pero una mirada carente de humor.

—Si yo fuera tú, no habría venido solo por mi —comenté esperando que lo soltará todo de una vez—. No te gusta estar aquí, Mar —agregué, no estaba de más hacerle obvio que no me creía su mentira.

—A ti tampoco —devolvió borrando la sonrisa y haciendo que un dolorcito se acentuara en mi pecho.

No me gusta estar en Holden, lo odio. Liam y Kaden hacen de esto mucho más llevadero pero se que nunca será suficiente. Lo mejor siempre será estar lejos de este lugar.

—No puedo irme, no todavía.

Solo faltaban unos meses y podría irme con Kaden y Liam a Nueva York, mudarnos a un piso juntos como siempre lo hemos planeado  y jamás volver a Holden.

Hicimos una promesa cuando teníamos trece años, íbamos a vivir juntos en nuestra etapa como universitarios y vivir una vida como la que muestran en las películas, pero teníamos que hacerlo juntos, era un punto obligatorio que Kaden se había encargado de resaltar en un documento que firmamos los tres, ese documento no existe, o quizás sí, pero lo hemos perdido. Pudimos hacer un pacto de sangre también, pero Kaden se negó rotundamente porque era algo asqueroso, yo porque me dio miedo la sangre, y a Liam, él dijo no tener problema con ello. Sonreí al recordar aquel día. No se si ellos lo sabían, pero nunca había sentido tanto cariño por alguien como por ellos.

—¿Estás segura de no querer aplicar a una universidad en Los Ángeles?

—No tengo nada en Los Ángeles.

—¿Y en Nueva York sí?

—Tendré a Liam y a Kaden.

—Y en Los Ángeles me tendrás a mi y a Alek.

Mar nunca lo entendería, yo jamás encajaría en su familia, siempre estaría de más, no pertenecía allí.

En realidad, no pertenecía a ningún lugar. Fuera a dónde fuera, siempre sobraría.

—Me has cambiado el tema —murmuré.

La decisión estaba tomada, me iría a Nueva York y dejaría atrás todo lo que me atará a Holden, dejaría a mi madre atrás para no volver a verla. Si hay una ciudad que Hannah jamás pasaría —ni aunque su vida dependiera de ello—, esa es Nueva York, y solo ella sabía sus motivos.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora