EPÍLOGO

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Don’t wanna leave you anymore/

No quiero dejarte nunca más

—Car’s outside, James Arthur

Zoé

1 año y varios meses…

Todo mundo me miraba mientras avanzaba sin saber realmente a dónde ir. Algunas personas me miraban disimuladamente, otras con más descaro, me hacían sentir incomoda. Incluso llegué a considerar que era mi aspecto, que yo sabía no era la viva imagen de la perfección —jamás lo había sido—, pero es que el vuelo se retraso y entre una cosa y otra apenas me dio tiempo de darme una mini ducha en el hotel, peinarme un poco, ponerme el vestido negro con estampado de flores pequeñas blancas y rojas, ese que había comprado para una ocasión especial y que amé al segundo de verlo en mi cuerpo, y luego salir corriendo bajo la mirada asesina de Kaled por no darme prisa, hasta tuve que maquillarme en el auto, cosa que no salió bien y me hizo pasar más minutos dentro arreglando el desastre de lápiz labial y delineador porque finalmente le había dedicado tiempo a aprender el fino —y estresante— arte del maquillaje.

—¿Me veo mal? —le pregunté a Kaled, él me dirigió una mirada irritada.

—Estas acabando con mi paciencia, Zoé —musitó molesto.

—Vaya, y yo que creía que después de lo del aeropuerto ibas a ser un amor conmigo —le devolví con una sonrisita burlona.

—No puedes repetir eso jamás —advirtió visiblemente más irritado.

Cuando le pedí a Kaled que me recogiera en el aeropuerto porque no quería perderme de camino a la galería fue con el pensamiento de que era el único que no armaría un drama al verme llegar. Y no armó un drama, hizo algo que nunca creí que él haría, mucho menos conmigo: me abrazó.

Su acción me dejó tan de piedra que no reaccioné hasta que Kaled se separó amenazándome para que no se lo contará a nadie. Tampoco es como si tuviera planeado hacerlo, era nuestro pequeño sucio secreto, pero más importante, ese momento especial que me había hecho llorar por unos minutos después de que se acabará y por el que Kaled me había llamado “dramática”.

—¿Me dirás si me veo mal?

—Te ves horrible, ¿contenta?

—Nada como un comentario tuyo para subirle la autoestima a alguien.

Kaled rodó los ojos.

—Solo sigue andando —ordenó con un tono de voz que gritaba que prefería estarse sacando los ojos a pasar un rato más conmigo. Él siempre tan dulce.

Me quedé rezagada un momento mientras me miraba un poco, todo lo que podían enfocar mis ojos a mi cuerpo, a último momento recordé que traía mi móvil en el bolso y eche un vistazo a mi rostro en la pantalla apagada (no tenía pila), y sí, me veía decente. Así que no entendía el porqué de tantas miradas.

Kaled me miró indicándome que me invitaba a seguirlo o lanzarme de un puente, y aunque lo del puente no era una mala idea decidí elegir la primera opción porque había algo mucho más importante esperándome, aunque ese “algo” ni siquiera tuviera idea de que estaba aquí.

El nerviosismo se apoderó de mi en ese momento. No sabía como él se iba a tomar que estuviera aquí, quizás se arrepentiría de haberme invitado apenas envió el boleto.

El miedo ante aquella posibilidad me recorrió entera. Me plantee la posibilidad de salir corriendo, huir como hace mucho tiempo hice, pero yo ya no quería huir de nada.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora