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River
Llegué puntualmente a casa de Zoé no queriendo perder un solo minuto de esta noche. Oliver me había estado dando ánimos todo el camino a casa ayer así que me sentía confiado. También me había mantenido toda la madrugada pensando en lo que haríamos en esta cita. Planeando todo para que saliera perfecto y, a última instancia, había decidido que lo mejor era improvisar. Porque los mejores planes en la vida nacen sin pensarlos, sin planear nada, solo iba a dejarme llevar y darle a Zoé la mejor cita de su vida. Estaba emocionado, eufórico, pero podía decir que mi madre lo estaba mucho más desde que le conté lo de la cita, me había dado tantos consejos y repetido hasta el cansancio que debía ser un caballero e incluso intento darme “la charla”, porque aunque sueña con ser abuela, no quiere tener que lidiar con un embarazo no deseado.
Zoé apareció frente a mi, llevaba unos pantalones ajustados negros que resaltaban sus curvas. Un jersey color blanco y sus zapatos negros. Su cabello castaño-rubio caía a su espalda, algo llamo mi atención, lo había cortado, fue solo un poco, casi imperceptible. Pero había pasado mucho tiempo memorizando cada aspecto de su cuerpo que juro que notaría hasta el más mínimo cambio en ella.
También llamo mi atención que se había aplicado maquillaje, algo sutil. En especial, sus labios sonrosados ahora lucían rojo carmín.
Sonreí embobado al verla. Estúpidamente enamorado de alguien tan preciosa como ella.
La espere pacientemente a un lado de mi motocicleta, con ambas manos en mis bolsillos. No deje de observarla ni un solo segundo mientras dirigía su andar hacia mi. Hasta que se detuvo y me dedico una media sonrisa.
—Tan hermosa como siempre —dije en medio de un suspiro dramático que la hizo reír un poco.
—¿A dónde iremos, Alex? —quiso saber, estaba ¿nerviosa?
La mire a detalle, jugaba con un mechón de su pelo y su pierna se movía con insistencia pero con sutileza.
Joder. Estaba nerviosa. Por eso no actuaba borde conmigo.
—A donde nos lleve el viento.
Zoé me puso mala cara al instante. Reí. Nunca me cansaré de molestarla.
—Dejar todo en mis manos ¿Recuerdas?
—Lo preocupante es que haya aceptado dejar todo en manos del niño que tiraba de mis coletas —recrimino.
—¿Lo recuerdas?
Zoé asintió con un deje de molestia y diversión.
Vivir en un pueblo como Holden hacía que todo mundo se conociera entre si y nosotros no fuimos la excepción. Recuerdo la primera vez que vi a Zoé, éramos unos críos de cinco años, a pesar del tiempo era la primera vez que reparaba en ella. Y fue en una fiesta que organizaron mis abuelos, vecinos de los abuelos de Zoé. Ella llevaba su pelo atado en dos adorables coletas, que en ese momento solo me parecieron perfectas para tirar de ellas y hacerla llorar; sus mejillas regordetas sonrosadas y un flequillo enmarcado su rostro. Traía un vestido color lila con estampado de flores blancas que llegaba hasta sus rodillas. Me pareció la niña más fea que había visto en mi vida, por ese entonces seguía teniendo repulsión por el género femenino y juraba que jamás iba a besar a una niña porque eran asquerosas. Qué bonito es tragarse tus palabras. Porque la niña fea no era fea, sino hermosa, pero no supe verlo en su momento. Después de que ambos nos agarramos del cabello, porque Zoé no se quedó a llorar luego de que tire de sus coletas, no, la señorita agresiva me tomo del pelo, que en ese entonces aún mamá no me había llevado a mi corte, y con todas las fuerzas que tenía comenzó a tirar de él.
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DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©
RomanceUn chico enamorado condenado a la friendzone. Un plan para conquistar a la chica. Unos borrachos que se salieron de control. Una noche en comisaría que ayudo a cambiar todo. Un beso robado. Planes inesperados y otros que fueron cambiados. Y muchos...