31. LOVE LIKE THAT

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Zoé

Creo que llevaba aproximadamente una hora —tal vez más—, hablándole a River acerca de un libro y lo mucho que me había hecho sufrir y llorar hasta terminar con los ojos tan hinchados que parecía un sapo en medio de la madrugada. Durante todo ese tiempo él me había escuchado con suma atención, preguntando de vez en cuando para aclarar algunas de sus dudas con respecto a la historia, sonriendo ante mi habladuría e interrumpiendo para decir que me veía hermosa, cosa que hacía que aquella calidez estúpida se adueñara de mi corazón y me arrebatará una sonrisa bobalicona que me encargaba de borrar casi al instante para que él no la notará, algo que realmente no funcionaba.

—En conclusión —dije para finalizar, soltando un suspiro cargado de amor bajo la atenta mirada de River—, me encantó.

—Eres toda una masoquista —comentó sonriendo con diversión, moviendo la cabeza de un lado a otro en negación.

—Es que fue tan… y luego él chico era tan… y la chica… y el final fue tan pero tan… —me callé al no encontrar palabras para describirlo ahora—. Tienes que leerlo —fue lo único que salió de mis labios.

—Me has detallado la trama completa.

—¿Y eso qué? A ti te encantan los spoilers.

—Me encanta escucharte hablar —corrigió sincero, mi corazón se aceleró, dejándome callada por un motivo distinto al de no encontrar palabras—. Ver tu mirada iluminarse. Tenerte cerca. Y si eso incluye llevarme todos los spoilers de los libros que lees, lo acepto con gusto.

Un silencio se prolongó entre ambos mientras mi cerebro procesaba lo que River había dicho, sin importar si él decía cosas como esas todo el tiempo, siempre me pillarían con la guardia baja. Y aunque una parte de mi quería dejarle claro que no debería decir cosas de ese tipo porque no éramos más que amigos, la otra —la que me últimamente cegaba a su contraparte— no quería hacer algo más que escucharlo y suspirar internamente por las emociones que sus palabras desencadenaban en mi pobre y estúpido corazón.

Me acerque a él con rapidez, me senté en su regazo. River sonrió mientras ubicaba sus manos en mis caderas y terminaba de romper la poca distancia que nos separaba uniendo su boca a la mía.

Fue un beso lento, ninguno estaba por la labor de desnudar al otro, al menos no por el momento.

Nos besamos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo en nuestras manos. Era como si nada más importará, como si el mundo pudiera estarse acabando en este mismo instante y no sería relevante porque estábamos juntos. Y era aterrador. Porque estaba sintiendo mucho, y no solo cuando lo besaba, sino en cada momento e incluso cuando lo tenía lejos, no dejaba de pensar en él.

River trazaba caricias sobre mi ropa, era tonto, pero solo con eso podía sentir lo mucho que yo significaba para él.

Cuando nos separamos en busca de aire nos sonreímos como dos idiotas, su frente descansaba contra la mía sin que sus dedos dejaran de acariciarme, mis manos se trasladaron a su rostro, y mientras lo miraba a los ojos sentí esa chispa.

No elijes a quién vas a querer, tampoco elijes el momento en que comenzarás a hacerlo, son cosas que pasan y que arrasan con todo a su alrededor. Como aquella tormenta que llega de la nada y crea destrozos e inundaciones. Como todo aquel desastre que azota sin piedad y sin ningún tipo de remordimiento. Como aquel invitado que nadie dejo pasar y simplemente entró a casa sin dar tiempo a impedir que vaciara las maletas y se instalará con la firme promesa de no querer irse. Así era mi perspectiva de lo que era comenzar a querer.

Yo no sabía cómo querer bonito, lo único que sabía era que, mientras miraba los ojos grises de River, dos palabras pesadas se habían instalado en mi garganta buscando salir.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora