7. MAD AT DISNEY

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So call me a pessimist/
Así que llámame pesimista

But I don’t believe in it/
Pero no creo en eso

Finding a true love’s kiss is bullshit/
Encontrar el beso de un amor verdadero es una mierda.
—Mad at Disney, Salem Ilese.

Zoé

—No se, no lo disfruté. ¿Entiendes?

—Me perdí en la parte en la que decías que Trisha había ido a tu casa —masculle un poco avergonzada, perder el hilo de una conservación se me hacía tan fácil cuando me distraigo con todo.

Kaden rodó los ojos con descaro.
Ambos nos encontrábamos en la parte trasera de la escuela, él con una hamburguesa en mano y yo con otra. A veces no comíamos con los demás en la cafetería, cuando estábamos lo suficiente hartos de la sociedad nos veníamos a este lugar, para estar solo nosotros dos. Al frente se alzaban árboles altos que daban buena sombra al lugar, había pasto cubriendo la tierra y una que otra florecilla amarilla pequeña.

—Pues eso, no me gusto besarla —explicó detenidamente—. Claro que el sexo fue otra cosa.

Negué. A Kaden no le gusta besar durante el sexo, pocas veces lo hace. No lo sé por experiencia si es que se lo preguntan, simplemente él y yo tenemos un nivel estratosférico de confianza en la que él llega y me cuenta detalles explícitos de sus encuentros sexuales y de las veces que se masturba, yo, en cambio, simplemente lo escucho e intervengo de vez en cuando, también le cuento cada drama de mi vida. Nuestra amistad es algo fuera de este mundo y todo comenzó con un trabajo en equipo, teníamos doce años, estábamos en mi casa y entonces fui al baño y vi la enorme mancha de sangre en mis bragas. Me alteré, grité, lloré pensando que iba a morir desangrada, Kaden se alteró, ambos nos asustamos y entonces termine viviendo la experiencia de mi primer periodo llorando, con Kaden llamado a la ambulancia mientras vociferaba que me estaba desangrando y posteriormente ayudándome a redactar mi última voluntad y prometiendo que nunca iba a olvidarme. Sí, una buena amistad basada en eventos traumáticos que con el tiempo nos enseñaron a reír de los problemas de la vida.

—Pues al menos te quitaste la espinita de saber cómo besaba —agregué. Trisha le había gustado desde hace meses y él había fantaseado con probarla en todos los aspectos posibles.

Kaden asintió poco convencido y observó hacía el otro lado pensativo, dejándome ver su perfil. Facciones bien definidas, labios medianos, nariz recta y un poco respingona, cabellera oscura y ojos oscuros. Su piel blanca resaltaba con los rayos del sol, mi mejor amigo es atractivo y su cara de culo no lo disminuye ni un poco. Tampoco es de los chicos bien ejercitados, él más bien es delgado, alto y tenía la misma motivación a hacer ejercicio que yo, o sea, ninguna. Ambos somos muy perezosos.

—¿Crees que debería darme otra oportunidad con Hasley? —cuestionó él de la nada dejándome como una estúpida.

—¿Ah?

Mi cara era un poema, lo juro, y cuando Kaden me miró no pudo evitar estallar en carcajadas.

Lo mire, indignada.

—Debiste ver tú cara —dijo él entre risas.

Me cruce de brazos, no sin antes darle un golpe en el brazo.

—No es gracioso, Hasley es una perra que no me agrada —lo admito, al inicio no me desagradaba tanto y cuando se hizo novia de Kaden me llevaba bien con ella hasta que nos enteramos que le estaba siendo infiel con su primo. ¡Con su jodido primo! Al menos podrían decir que todo se quedaba entre familia.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora