17. STARING

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You got me staring like a fool/

Me tienes mirándote como un tonto.

—Staring, Tipling Rock.

River

No podía dejar de observarla con una sonrisa estúpida.

Iba de un lado a otro pasando sus dedos suavemente por los libros en las estanterías. La luz que entraba por los ventanales de cristal hacia resplandecer su rostro, atrayendo mis ojos a sus labios sonrosados que albergaban una sonrisa hermosa. Sus ojos marrones destilaban tanta felicidad que era imposible no notar lo que un libro significaba para ella.

Si alguien me preguntará que hace brillar tanto a Zoé sin duda respondería que ir a una librería.

Se veía tan hermosa mientras revoloteaba por el lugar. Ella siempre se veía hermosa sin importar nada.

¿Por qué no podía ir allí y besarla hasta que nos faltará el aire?

Ah, cierto, porque se supone que somos amigos y debía dar pasos de tortuga con ella.

Zoé se dio cuenta de mi mirada puesta en ella, se giro para verme con esa sonrisa llena de emoción, mirándome a los ojos con complicidad, casi como si supiera que estaba completamente jodido por ella, y luego volvió su atención a los libros.

Mi corazón se había acelerado con tan solo aquella mirada.

Me detuve a observarla sin hacer nada más, sin importarme nada a mi alrededor porque todo lo que quería estaba allí, eligiendo los libros que iba a llevar a casa hoy.

¿Cómo es qué su madre fue capaz de quemar aquello que hace tan feliz a Zoé?

Me resultaba imposible de creer que hubiera hecho tal cosa sabiendo lo mucho que le dolería a su hija. Mi madre ni siquiera se paraba a pensar en tirar el oso de peluche de William solo porque él lo ama, aún cuando el oso ya no tenga un ojo y le haga falta una pata. Aún así, tenía que aceptar que no todos pensaban igual, que cada padre o madre era distinto entre si, pero ni siquiera sabiendo eso me entraba en la cabeza que la señora Hannah se hubiera desecho de una forma tan cruel del tesoro más preciado de Zoé.

—¿Necesitas que vaya por el trapeador o traigo un balde para que puedas babear a gusto?

La voz detrás de mi me hizo girar, mirando al empleado con molestia por haber interrumpido mi deleite visual.

El chico en cuestión me observaba con una sonrisa burlona, creyendo reiría de su intento de broma, se que si estuviera en su posición y viera a un idiota enamorado haría lo mismo que él, pero el idiota enamorado era yo así que exigía un mínimo de respeto a mi alma desgraciada por enamorarme de alguien que me dejaba en la friendzone.

—¿Necesitas tus dientes para algo o puedo tirártelos de una vez?

El chico se quedó en silencio, mirándome fijamente con molestia pero sin atreverse a pronunciar palabra. Así está mejor.

Lo deje allí y comencé a andar en dirección  donde Zoé seguía viendo libros frente a una estantería que iba del piso al techo, estaba ubicada al fondo del pasillo por lo que podía verla directamente.

Zoé estaba de espaldas. Me acerque con una sonrisa hacia ella, siendo silencioso para que no me notará llegar y así poder darle un susto.

Cuando me encontré detrás de ella ni siquiera se dio cuenta, mis ojos vagaron por su piel, luchando contra el impulso de acariciarla y obligándome a ver hacia el frente para concentrarme aún cuando el olor a jazmines que desprendía me hiciera todo más difícil.

DIME SI VAS A QUEDARTE (QUÉDATE OTRA VEZ #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora