Death Or Faith

11. Búho y Gato

Sus ojos se abrieron tratando de acostumbrarse a la infinita oscuridad, su memoria se encontraba nublada.

—¿Hola? —su voz temblorosa resonó en el vacío, pero la oscuridad engulló sus palabras, sin dar ninguna respuesta.

De repente, el eco distante de gritos cortó el silencio, y un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando reconoció la angustiosa voz de Yeosang...

Fue entonces que recordó, cuando siguió a Yeosang cuando fue atrapado, oh no...

Lo habían atrapado fisgoneando y el búho lo abandono a su suerte...

—Bienvenido a Crestdale —una voz fría y cortante lo sobresaltó, haciendo que su piel se erizara y su respiración se volviera más agitada, se dio cuenta de que había sido estúpido.

—¿Dónde estoy? —sus palabras escaparon temblorosas.

—Creo que sigue mareado —una voz femenina, apenas un susurro, se filtró en la oscuridad.

Wooyoung se sintió más perdido, pero nadie ahí estaba dispuesto a explicarle nada.

—¡Déjenos ir! 

Un grito desgarrador, la voz de Yeosang, rompió la quietud de la oscuridad, haciendo que sus nervios se crisparan como alambres de púas.

De manera abrupta, un círculo de velas parpadeantes se encendió a su alrededor, arrojando una luz mortecina que reveló los contornos siniestros de la habitación y las figuras encapuchadas que lo rodeaban. Un escalofrío recorrió su columna vertebral; los detalles ocultos emergieron de las sombras, y Wooyoung se encontró mirando a los ojos vacíos de la oscuridad misma.

Las figuras vestidas con túnicas oscuras mantenían sus rostros en la penumbra, una presencia ominosa que sugería secretos oscuros y motivos tenebrosos. La sensación de peligro latente se volvió asfixiante, como si el aire mismo estuviera cargado de maldad.

Quería ver más allá, pero no lograba ver mucho, las personas ocultas en las túnicas parecían burlarse de su miedo. 

Todas las alertas comenzaron a sonar cuando escucho un jadeo, su cuerpo reaccionó tratando de alejarse.

Sus manos sintieron quemaduras y roces, las cuerdas eran ásperas y duras.

—Mierda, mierda... Aléjense de mí —pateó a todas direcciones tratando de mantenerse a salvo, sin embargo esto no fue suficiente. Su cuerpo luchó contra las cuerdas que lo aprisionaban. El dolor punzante y las abrasiones en sus manos se sumaron al tormento de su confinamiento.

El jadeo aumentó y de nuevo se encontró con el rostro blanco lleno de pánico.

—Serás un exquisito entretenimiento para nuestro amigo —las palabras goteaban con malicia, como si el mismo eco las retorciera. El sonido sombrío de cadenas cayendo fue la premonición de la inminente pesadilla.

El rugido retumbó por las paredes, en un parpadeo comenzó a sentir el aliento caliente y oloroso sobre su rostro.

Una visión aterradora se materializó en la oscuridad, y supo que había adentrado en las fauces mismas del horror.

Oh

No...

Jongho estaba caminando para ir a la biblioteca, después de vivir una espeluznante jornada el día anterior, su corazón seguía palpitando con extraño temor.

Veía hacia todos los lados, sumido en una paranoia paralizante, convencido de que algo siniestro lo perseguía, y fue entonces que escuchó unos sonidos.

Los arbustos se agitaron con inquietante frenesí, mientras los árboles danzaban macabramente al compás de una melodía tétrica susurrada por el viento helado.