27. Sin Retorno

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Jongho despertó y de nuevo se encontró en una oscuridad profunda, las sombras bailaban alrededor de la habitación, proyectando formas grotescas en las paredes.

La cueva en la que se había convertido su hogar era fría y húmeda, y el olor a sangre y azufre le llenaba las fosas nasales.

—¿Cómo te encuentras? —la voz de Yunho lo hizo encogerse en su lugar, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal.  km

—Estoy bien —murmuró sintiendo un poco de hormigueo en su piel, todavía estaba un poco mareado por todas las sensaciones que Yunho le había provocado con sus garras, sus colmillos y su aliento de fuego— solo estoy cansado.

—Pronto te sentirás mejor —la figura humana de Yunho emergió de las tinieblas, iluminada por el brillo rojizo de sus ojos. Jongho lo vio sonreír, pero no era una sonrisa amable, sino una que mostraba una malicia oculta— y como prometí, Mingi vendrá a verte hoy —añadió con un tono que parecía más una amenaza que una invitación.

Jongho sonrió entusiasmado, al fin vería a alguien después de quien sabe cuanto tiempo. Aunque amaba la compañía de Yunho, necesitaba hablar con alguien más, romper la monotonía de estar atrapado en la cueva, a merced de los caprichos de una Deidad cruel y posesiva.

—Sabía que Mingi te levantaría el ánimo —bufó Yunho celoso de ver la emoción en el humano. No le gustaba compartirlo con nadie, ni siquiera con su antiguo compañero.

—¿Qué problemas tuvieron? —preguntó Jongho, curioso por saber más sobre la relación entre las dos Deidades— por la forma en la que se hablan y como actúan puedo decir que antes eran amigos...

—No éramos amigos —Yunho frunció el ceño bastante molesto, recordando el pasado que quería olvidar— Mingi era la Deidad que me complementaba... Separados éramos la luz y la oscuridad, juntos éramos un todo —suspiró, dejando escapar un destello de nostalgia que se mezclaba con una extraña hostilidad.

—Si eran todo ¿Por qué ahora se odian? —insistió Jongho, intrigado por la contradicción.

—Era el orden natural de las cosas, Mingi es mi opuesto —se acercó a Jongho con una sonrisa falsa, acarició el cabello del humano, haciendo que se estremeciera— además él jamás podría amarme como lo haces tú —se agachó para quedar a la altura del humano, se acercó lo suficiente para rozar sus labios, pero sin llegar a besarlos.

—Yunho —susurró Jongho esperando un beso que nunca llegó. Sentía el aliento cálido de Yunho en su boca, pero también percibía una intención oculta tras sus palabras.

—¿Sabías que las Deidades no poseemos emociones humanas? Así que nuestra única oportunidad de experimentarlas es cuando los consumimos —le susurró al oído, haciendo que Jongho se sobresaltara.

—¿Por eso son los sacrificios? —preguntó Jongho, aterrado por la revelación. Hubiera deseado tener su cámara para registrar lo que le estaba diciendo, pero sabía que se había perdido hace mucho tiempo.

—Así es, pero a veces llega un humano especial... Nos hace enloquecer, este humano es el único que podrá sobrevivir a nuestros caprichos y tú eres ese humano para mí y parece ser que lo eres para Mingi... —tomó el mentón de Jongho para mirar sus ojos, que reflejaban el miedo y la confusión del humano.

—Pero yo no soy... —intentó protestar Jongho, pero Yunho lo interrumpió.

—Aguantaste mi forma de dragón sin morir y cuando besaste a Mingi lo liberaste de las ataduras de Seonghwa. Eso no lo puede hacer cualquier humano, eso solo lo podría hacer el humano que es para nosotros —le dijo con una voz grave y seductora, que contrastaba con el horror de sus palabras.

Death Or FaithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora