15. Contrato

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El oscuro calabozo parecía cerrarse sobre Yeosang, susurros de incertidumbre llenaban el aire mientras se aferraba a los barrotes con fuerza. Cada golpe resonaba como un eco de su propio corazón palpitante.

—¡Déjenme salir! —su voz desgarrada llenó el espacio, vibrando con una mezcla de desesperación y rabia.

—¡Ya cállate! —el carcelero rugió y se giró hacia él con sus ojos cargados de una amenaza silenciosa, pateando los barrotes con violencia, haciendo que Yeosang retrocediera, cubriéndose instintivamente— si vuelves a chillar, te mandaré a los cuervos.

La advertencia se coló en los huesos de Yeosang, una sombra helada que se deslizó por su espina dorsal. Se encogió en su rincón, tratando de ahogar los sollozos que amenazaban con escapar.

Cada hora que pasaba sin noticias de Wooyoung se convertía en una tortura. La incertidumbre se entrelazaba con el miedo, creando un nudo en su garganta. Esperaba que su amigo estuviera a salvo, que no hubiera sufrido el mismo destino oscuro que él enfrentaba.

El frío calaba en sus huesos, pero Yeosang sabía que no podía permitirse el lujo de ceder ante el desaliento. Miró a su alrededor, escudriñando las sombras en busca de una vía de escape.

Pero solo existía oscuridad, su única compañera que lo asfixiaba en un abrazo.

Sus manos temblorosas se cerraron en puños. Debía encontrar una salida, una grieta en esta prisión fría. Cada segundo contaba, cada respiración era una batalla entre la esperanza y el desespero.

La idea de enfrentarse a los cuervos, a ese destino desconocido, le atormentaba. Pero la alternativa, quedarse allí, esperando a que la oscuridad lo devorara, era aún más aterradora.

Con un último vistazo a las sombras que lo rodeaban, Yeosang se puso de pie, un poco tambaleante y sin tanta seguridad.

—Debo salir de aquí —murmuró para sí mismo— no puedo quedarme aquí y esperar a que decidan mi destino.

—No es buena idea —escuchó el maullar de un gato— si lo haces, no podremos ayudarte.

—¿Quién eres? —trato de buscar a alguien más, pero en la habitación solo se encontraba el guardia.

—Soy un simple mensajero —respondió— y vengo a darte un mensaje de Mingi: Wooyoung está a salvo, lo protegeremos, sin embargo necesitamos una distracción para el Dragón, y tú serás esa distracción, la carnada perfecta...

—¿Wooyoung está vivo? —sintió que el alivio inundaba su ser.

Ese chico que nada tenía que ver con él, se lanzó a salvarlo varias veces, sin importarle los castigos qué tendría.

—Si, está vivo y está bajo la protección de la Bruja, así que no te preocupes —el gato se acerco a Yeosang, al fin dejando ver su figura— reza a Mingi y obedece sus instrucciones, así te mantendremos con vida en territorio del dragón.

—¿E... Eres un gato? —miró con asombro a la criatura que le hablaba con esa pisca de diversión en sus ojos.

—Soy un mensajero —reiteró— y deberías hablar más bajo sino quieres llamar la atención de tu amigo de allá —comento moviendo su cola con diversión.

—¿Él... Puede verte? —cuestiono.

—Podría hacerlo, pero en este momento solo tú puedes verme y escucharme —ronroneo— así que tranquilo, no te harán daño y no podrán matarte si aceptas nuestro trato.

Yeosang no estaba entendiendo nada, no obstante el tiempo y las opciones eran escasas, así que no podía detenerse a pensar.

Su vida estaba en juego.

Death Or FaithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora