I want you.

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Hubo un día en que conocí a alguien y la conexión que tuvimos fue increíble. Me desvestí para él, y él me tomó en sus brazos.

Aquella noche no fui mía, pero tampoco fui de él; aquella noche fuimos de la pasión y nos dejamos llevar. Nunca antes habíamos estado juntos, y se sintió cómo la mejor primera vez. Él supo qué piel tocar,  qué piel morder, y supo perfectamente en dónde entrar. 

Me tomó cómo hace mucho no me tomaban; sin importar nada. 

De nosotros sólo sabíamos el nombre, pero parecía que entre sudor y besos, nos lo decíamos todo. 

I want you. 

Nunca antes había querido que alguien me tocara tanto cómo lo hizo él. La noche se volvió nuestra mejor amiga, y cuando podíamos percibir la luz del día entrando por la ventana, los dos sabíamos que nuestro secreto estaba por terminar. Terminaba sólo para esperar de nuevo la noche y que nuestros cuerpos pidieran lo que ya sabíamos...

¡Fue éso! no fuimos nosotros, eran nuestros cuerpos que ya lo sabían. 

Las palabras sobraban.

La primera vez sólo rozaste mi cintura, y pareció que la ropa era demasiado delgada porque pude sentir tu calor. Después me miraste y lo supimos, nos besamos y nos perdimos del espacio y del tiempo. Con tus brazos me apretaste en tí, y con tus manos sostenías todos mis deseos; yo sólo supe colgarme de tu cuello. 

Y salimos del lugar cómo si nada, sin palabras. Y al llegar al supuesto destino, sólo te miré y pronuncié la invitación a casa, no lo pensaste, casi cómo si ya lo supieras, dijiste sí. 

Llegamos a casa y hablamos sin hablar, platicabamos de cosas pero no decíamos nada, porque ésa no era la conexión. Así que sólo me paré frente a tí y tomé tu cuello de nuevo. Listo. Era todo. 

Comenzó el mejor sexo de mi vida. Había tanta pasión en nuestras miradas, tanto deseo en nuestros cuerpos, y tan poca prudencia en nuestras consciencias, que nos quisimos toda la noche.

Y si pienso en tus manos; quiero que me rocen la piel. 
Y si pienso en tus brazos; quiero que sostengan mi cuerpo.
Y si regreso a tus manos; quiero que se enreden en mi cabello.
Si pienso en tu voz; quiero que me susurre al oído.
Si pienso en tus manos; las quiero en mi pecho.
Si pienso en tu espalda; quiero recorrerla con mis manos.
Si pienso en tus manos; las quiero apoyadas en mi espalda.
Si pienso en tus piernas; las quiero entre las mías.
Si pienso en tus manos; las quiero tomando mis muñecas. 
Si pienso en tus labios; los quiero en mi pecho. 
Si pienso en tus manos; las quiero en mi cintura. 
Si pienso en tu sonrisa; la quiero besando la mía.
Pero siempre vuelvo a tus manos; y las quiero.

Y sé que no te quiero, y sé que no me quieres. Pero sé que nos queremos cada vez que nos miramos. Y tenernos siempre será un placer. 

Cuando el sol aparecía por la ventana retomabamos la claridad y nos saludabamos cordialmente. Nos despedíamos y no volvíamos a hablar. Al principio no entendí que pasaba porque yo no esperaba nada, pero aún así te esperaba a tí. 

No sabía que podía desvertirme sin desnudarte. 
No sabía que estaba igual de bien y cómodo hacerlo. 
No sabía que podíamos tener una conexión sin platicarnos.
No sabía que podía quererte sin quererte. 
Y fue nuevo para mí.

No me interesó desnudarte y a ti tampoco que yo lo hiciera.
No te interesó desnudarme y a mi tampoco que lo hicieras. 

Y ahora la memoria de mi piel te recuerda siempre y te quiere.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2023 ⏰

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