Cama grande.

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Después de tanto, dormir a tu lado de nuevo ha sido de las mejores cosas que me han pasado, tal y como lo fue aquella primera vez.
Una noche entera y yo sólo rogaba que por favor el sol no saliera.
Y no dormí, lo reconozco. Cada segundo que pasaba y cerraba los ojos temía que al abrirlos ya no estuvieras; pero no fue así, y no era un sueño, en realidad estabas aquí, conmigo, y no hacíamos nada más que yo entre tus brazos y cuidabas mis sueños. Y me sentí protegida, y recordé que soy tuya desde la primera, e incluso esta última vez. Recordé que eres tú quién puede hacerme sonreír tanto, que también de sólo vernos a los ojos y abrazarnos, lloramos. Tal y cómo nos pasó aquella noche. Me bastó abrazarte realmente y dejarme llevar para romper en llanto en tus brazos, y sin decirlo, hacerte saber que mi corazón aún te pertenece.

Pero mirarte después de meses de sólo verte, no fue lo más difícil. 
Tampoco el estar de nuevo en tus brazos aún sabiendo que faltabamos a una promesa.
Lo más difícil viene ahora, que ha llegado la noche y no estás. Y al voltear, no te tengo a mi espalda abrazandome.
Al despertar a media noche asustada, no me miras serena y lista para abrazarme más duro y tranquilizarme.
Pero sobre todo, lo más difícil será despertar, y no verte a mi lado y pensar que tal vez jamás volverá a pasar.

Mis problemas mentales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora