Capítulo 3

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So Sad, So Sad - Varsity

So sad, so sad
I could never make you stay
Too bad, too bad
I could never walk away

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Eso de "¿Alguna vez te han follado una vez y no te llamaron de nuevo?" no se aplicó demasiado para este caso.

Rosé había contado más de veinte veces en las cuales había quedado con Suzy Bae los últimos tres meses para encuentros casuales en donde compartían conversaciones amenas y fluidos adictivos. La rubia no sabía que había extrañado tanto tener la boca sobre la vagina de alguien hasta que había probado la de Suzy.

No era que se considerara a si misma una persona promiscua, de hecho, antes de los encuentros sexuales con las únicas dos parejas con las que estuvo realmente podría llamarse virgen en todos los aspectos. No tenía mucho conocimiento más allá del visual o los conceptos básicos de como estar con una chica.

Afortunadamente cuando salía con Seokjin tuvo la decencia de no ceder ante la presión de acostarse con él. Obviamente el hombre le había insinuado en varias ocasiones que desearía ser el primero y que la trataría con el debido respeto que se merecía, pero... A ver, era todavía demasiado joven.

Y demasiado era poco para la edad de quince años.

Él era solo un año mayor, pero de igual forma era demasiado pronto.

La rubia tenía un conflicto con los hombres por eso, porque ellos querían experimentar el mundo sexual desde una temprana edad y arrastrar a las mujeres indefensas para las pruebas experimentales. Rosé estaba segura de que Jin era de hecho virgen y que estaba teniendo su propia crisis de adolescente ante la presión de sus otros amigos que sí habían tenido relaciones sexuales.

No eran novios, pero era practicamente eso. Estudiaban en diferentes colegios y se veían muy poco, y las escasas ocasiones en las que se habían quedado solos las alarmas en la cabeza de Rosé indicaban que no le gustaba y que no se sentía bien. Mucho más cuando Jin intentaba besarla en el cuello o poner sus manos más abajo de su espalda baja.

Cuando la había dejado plantada en su fiesta de quince años y Lisa había salido como una princesa encantada para ser su pareja, Rosé pudo respirar con alivio ante la lejanía del tipo. La tailandesa había activado un cosquilleo diferente al que había sentido con Jin, y solo bastó un baile y un par de sonrisas para que la forma en que veía a Lisa cambiara de forma bestial.

No se sentía incómoda cuando le tocaba, en realidad, deseaba más cercanía conforme pasaban los días. Los celos obviamente fueron una clara señal de que algo extraño estaba latiendo sobre su pecho y cuando comenzó a mirar a Lisa de una forma sexual supo que estaba lista para experimentar eso con ella.

Solo entonces se dio cuenta que había entrado en su evento canonico del gusto por los hombres y que gracias a Dios no necesitaba de uno para perder la virginidad. El himen era solo un mito y el que tuvieras que sangrar en la penetración como muestra de que algo se ha roto ahí adentro era solo un disparate de los hombres ante su barbarie de siglos pasados cuando violaban a sus esposas no lubricadas en las noches de bodas. Era la creencia erronea, y no... Un pene era prescindible para dejar de serlo.

Bueno, Lisa tenía uno, pero no importaba demasiado porque no fue con ella con quien había perdido su virginidad.

Fue con otra mujer.

Ésa mujer en específico.

La que había hecho que se subiera a su espalda mientras trotaban en caballito sobre la arena como dos niñas pequeñas mientras se reían. La que hacía que llevara su guitarra y su libreta a todos lados porque la necesidad de cantar juntas era vital cada vez que se veían. La armonía de sus voces, las sonrisas en forma de corazón mientras escribía una estrofa nueva mientras las yemas de los dedos de la rubia se presionaban contra las cuerdas de metal.

Rubia Sol (TERCER LIBRO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora