Capítulo 2

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Yes I'm Changing - Tame Impala

Yes, I'm changing, yes, I'm gone
Yes, I'm older, yes, I'm moving on
And if you don't think it's a crime
You can come along with me

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Bueno, Rosé podía agradecerle a Lisa el empujón para lo de Juilliard y la luz al final del tunel de su horrible carrera de negocios, pero eso de tener una cita con alguien más... Y encima, una cita a ciegas, definitivamente estaba llevandola a otro tipo de estrés.

Es decir, no es como si no hubiese tenido citas antes pero desde luego no tenía citas desde su única relación real con la coreana odiosa esa que se había olvidado de ella, y en realidad tampoco era que estuviera emocionalmente disponible para ello.

Estaba aterrada con la idea de tener otra relación amorosa que indirectamente le había huído a lo de conocer personas nuevas precisamente por eso. Sus encuentros sexuales y muy eventuales con Lisa eran suficiente para ocupar el calor humado que necesitaba de vez en cuando, pero también estaba consciente de que Lisa no solo vivía en otro país, sino que eventualmente conseguiría a alguien con quien sentar cabeza y no podría estar disponible para ella siempre.

Rosé no estaba dispuesta a involucrar sentimientos nuevamente con Lisa, y la tailandesa no iba a dejar de seguir con su vida solo porque Rosé quería usarla de dildo en tamaño real. Se querían, claro que sí, pero ninguna estaba dispuesta a dar más por ello. Por fin habían conseguido un balance sin dañarse en el proceso y debían prescindir del sexo casual eventualmente.

No podía ser para siempre.

El tema de hacer que Lisa pecara nuevamente en una relación era improbable, al menos si se trataba de su pequeña aventura. El día en que la tailandesa viniera de la mano de otra persona haría algo muy diferente a como lo había hecho las veces pasadas, y era tratar de acunarla en el manto de su familia y no verla como una absurda competencia por una situación egoísta que a nadie le convenía.

Por lo tanto tenía que hacerse la idea de que su aventura con Lisa eventualmente terminaría, y cuando eso pasara tendría que tomar al mundo por los huevos y aventurarse más allá de su zona de confort. Conocer personas, posibles desilusiones y corazones rotos. Era el curso de la vida, no podía detenerse por miedo a ser dañada.

Así que mientras sus tacones resonaban cuando ingresaba al Lobster, el anfitrión le recibía con una sonrisa apretada en un ademán de que continuara caminando. Rosé sentía palpitaciones negativas por todo su cuerpo. Su cita estaba ahora a segundos de distancia.

¿De qué hablarían? ¿Recordaba siquiera como era coquetear con alguien? ¿Y si era fea y no le gustaba? ¿Sí tenía una berruga en algún lado de su cara y no podía dejar de observarla mientras intentaban entablar una conversación? Vaya, sino le gustaba fisicamente iba a ser una desgracia. Pero confiaba en el juicio de Lisa.

Antes había tenido conversaciones profundas con la tailandesa en donde expresaba sus gustos hacia las féminas y podría decir que tuviese algún tipo de chica en mente. Le comentó sobre las cualidades que tendría que tener cada una basada en sus intereses actuales, y estaba casi segura de que Lisa le estaba prestando atención en el momento.

Pero... ¿Y sí era una cara bonita pero vacía y tampoco le terminaba gustando?

¿Cómo funcionaban las citas a ciegas?

¿Estaba pensandolo demasiado?

El anfitrión la dirigió hasta un segundo piso, estaba un poco incómoda de haber elegido un vestido tan corto porque mientras pisaba cada escalón sabía que el anfitrión probablemente estaba mirandole los atributos más profundos y no se sentía demasiado bien al respecto. Pero Lisa insistió en ese vestido.

Rubia Sol (TERCER LIBRO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora