Capítulo 25

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All i wanted - Paramore

I could follow you to the beginning
Just to relive the start
And maybe then we'd remember to slow down
At all of our favorite parts

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El último viernes de ensayos intensivos, Rosé ingresó al estudio de Alexandra Blacker con la frente en alto. Primero porque al fin podría darle un break a sus pies maltratados por los constantes azotamientos de los últimos tres meses, y también porque había tomado una decisión esa misma mañana.

Saludó a algunos bailarines que se habían vuelto conocidos con el tiempo, en ocasiones solía compartir algo en la cafetería con Jungkook y otra chica llamada Danielle. Ambos menores que ella y con el doble de la energía que podía albergar en su cuerpo. Eran amables y conversadores, por lo que no tenía que preocuparse demasiado en participar. Así que era habitual encontrarselos por la vida como en ese momento.

Un último saludo de manos e ingresó a la sala especial para ellas, todavía faltaban un par de minutos para que Alexandra llegara por lo que podía estirar los músculos y hacer los respectivos calentamientos.

Estaba aliviada de que las puntas de sus pies por fin tendrían un descanso merecido hasta la próxima semana que empezaran las grabaciones. Había pasado toda esta semana estudiando las primeras escenas que tenía pendiente y poseía el 80% de todas las líneas de la película, por lo cual se venían meses complicados para la rubia.

En un suspiro caminó hasta el interior, pero quedó paralizada con la entrada al escuchar las notas de Asleep de The Smiths en el piano. Estaba en el estribillo pero no había ninguna voz de fondo y cuando Rosé ordenó a sus pies moverse al interior, sus sospechas fueron ciertas al caer en el rostro serio de alguien en particular.

Parpadeó varias veces al notar un detalle nuevo y totalmente aplastante cuando la había detallado un poco más. No eran sus brazos descubiertos y pálidos moviendose con maestría por las tecas del piano, ni siquiera la ligera sombra en sus ojos o su leotardo negro que hacía contraste con el tono de su piel.

Era su cabello...

Jisoo se había pintado el cabello a un tono rojizo.

A Roseanne se le secó la boca, si había corroborado desde hace tiempo que Jisoo era dolorosamente perfecta a la vista de cualquiera, en ese instante concluía que parecía un ángel. No había focos más allá de los pre-instalados por el estudio, pero era como si un aura clara se extendiera sobre ella como un halo.

Quedó rigida, sin habla, y cuando Jisoo dejó de tocar al sentir la presencia de alguien más en la sala y alzó sus ojos negros a los de Rosé, la rubia pensó que le temblarían las piernas. Se había olvidado como respirar, ¿cómo su cerebro había pasado por alto un acto tan imprescindible para el funcionamiento de sus pulmones? Si no respiraba ahora se moriría en ese instante.

Pero su cuerpo no respondía.

Jisoo se sorprendió a si misma hablando.

—Hey.

Rosé tragó saliva, sacudiendo su cabeza como si saliera de un ensueño. No hablaban en semanas, no se saludaban y se ignoraban con constancia. Pero ese día tenía que ser diferente, así que inspiró hondo y depositó su bolso a un costado de ella y se sentó en indio el centro del estudio para comenzar a estirarse.

—Hola.

Jisoo asintió, sin saber mucho más qué decir.

Lo cierto es que cualquier conversación que intentaban terminaba normalmente en comentarios con púas escondidas, y después de pasar la mayor parte de su día en un salón de belleza lo cierto es que no le apetecía discutir con ella.

Rubia Sol (TERCER LIBRO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora