VI

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     Aquella noche Evelyn durmió peor incluso que cuando ella tenía las heridas aún frescas de los latigazos en la espalda. Tardó horas en conciliar el sueño y no paró de desvelarse a lo largo de la noche. Supuso que dormir en una silla tampoco ayudaba mucho.

     Gracias a aquello cuando Stefan abrió la puerta del dormitorio a primera hora de la mañana, Evelyn se encontraba perfectamente despierta.

- ¿Llevas mucho tiempo aquí?

- No, apenas llevaré unos minutos. - Respondió la seleccionada desviando la mirada. No podía decirle al príncipe que se había pasado toda la noche en el cuarto de su hermano, por si este necesitaba ayuda de madrugada.

- A pesar de que estés con él debes ir a desayunar, comer y cenar con el resto de seleccionadas. Y si hay algún evento más especial no puedes saltártelo.

- De acuerdo, alteza.

     Stefan se acercó a su hermano, que permanecía en la misma postura en la que le había dejado, sin siquiera haber girado la cabeza. Posó con cuidado el dorso de su mano sobre su frente, para vigilar que no tuviese fiebre. Le alivió encontrar su piel algo fría al tacto, una infección era lo que menos falta le hacía en aquel momento.

- No despertará en varias horas. - Predijo, recordando el patrón que solía haber en las últimas veces. - Mientras, puedo enseñarte tu nuevo dormitorio, presentarte a tu cámara y necesito que escojas a una mujer para que sea tu dama de compañía.

- ¿Y lo vamos a dejar... Aquí solo?

- Será tan solo un momento. Además, ya va siendo hora de que vayas al compás con el resto de seleccionadas.

     Evelyn asintió, aunque no del todo de acuerdo con las palabras de Stefan. De todas formas, ella solo era una seleccionada, él era el príncipe.

- ¿Puedo elegir a la dama de compañía que yo quiera? - Preguntó curiosa cuando salieron del dormitorio y caminaban hacia la que sería su nueva e individual habitación.

- ¿Tienes a alguien en mente? Aún no te las he presentado.

- Hay una persona. Una chica joven, que trabaja como estilista. Se llama Marian. Ya me ha ayudado en más ocasiones y sería una grandísima dama de compañía.

- Es una estilista, tú lo has dicho. - Repuso Stefan, su cara se había configurado en una graciosa mueca de confusión.

- Sí, pero podría hacer cualquier trabajo.

     Finalmente el príncipe se encogió de hombros, tampoco le afectaba mucho quién fuese dama de compañía y quién no.

- La buscaré. Ya hemos llegado, tu nuevo cuarto.

     Los dormitorios de las seleccionadas se encontraban en una zona del palacio contigua a la principal, en la planta baja. Era un pasillo con seis puertas, tres a la derecha y tres a la izquierda. Aunque de una amplitud tal que había mesas y sillones en el medio y estanterías en las paredes.

     Stefan se había detenido en la última puerta de la derecha, y la había abierto, quedándose junto al marco para que Evelyn pudiese pasar.

     La estancia era amplia y estaba muy bien iluminada. Una cama doble enfundada en blancas sábanas y repleta de cojines de distintas tonalidades azules ocupaba la mayor parte del espacio.

     A parte de aquel mueble había un pequeño escritorio, con una silla de cojín aterciopelado muy parecida a la que había visto en el dormitorio de Kristian. Y un armario empotrado en la pared que se extendía casi por una de las paredes al completo. Junto al escritorio Evelyn divisó una puerta, que llevaría a un baño casi con certera seguridad.

     Pero lo que más llamó la atención de la seleccionada fue un gran ventanal en la pared de la izquierda de la cama, por el que entraba tanta luz a pesar de estar el sol aún saliendo. No había ni balcón ni terraza, al estar en la planta baja había poco espacio para aquello, pero se podían ver con claridad los alrededores del palacio, incluso una parte del patio de armas.

     La seleccionada quiso acercarse a ver, y algo más consiguió distraerla. Bajo sus pies se extendía una amplia alfombra de pelo, de un azul tan claro que se asemejaba más al blanco. No pudo evitarlo y una sonrisa se instauró en sus labios.

- ¿Te gusta?

- Es precioso. - Respondió Evelyn en un susurro. Era un dormitorio con el que toda chica habría soñado, y más alguien como ella, que nunca había dormido sola en una habitación, menos aún tan grande como aquella.

- Kristian y yo nos tomamos la libertad de decorar los cuartos de las últimas cinco seleccionadas que quedáis. Aunque siendo sinceros Kristian quiso decorar el tuyo él solo. - Explicó Stefan, encogiéndose de hombros durante las últimas palabras y paseando la mirada por toda la estancia, sin encontrar tampoco nada especial.

     Pero para Evelyn todo cobró sentido y los detalles que allí había le parecieron más grandes aún. Debía ser por eso, porque Kristian había decorado el dormitorio, que le recordaba tanto al suyo propio. Y eso le transmitía una extraña sensación de tranquilidad.

- Es todo un detalle por vuestra parte, alteza.

- Me resulta irónico que te dirijas a nosotros con tanto respeto, no es algo que te pegue.

     A Evelyn ese comentario le ofendió en cierto modo, aunque no podía negarlo. Nunca había tenido problemas para seguir ciertas normas o sobrevivir en ambientes hostiles, pero su rostro solía ser bastante expresivo y su boca tenía la costumbre de dejar escapar los pensamientos que cruzaban su mente.

     Aunque desde poco antes de entrar a palacio se había tomado muy en serio los consejos de su hermano mayor y había mejorado bastante su actuación.

- Cinco minutos antes del desayuno conocerás al cámara que te seguirá hasta en los sueños, así que ya puedes irte, si quieres.

- Gracias, alteza.

     Evelyn realizó una reverencia, media más bien, pues la espalda aún no le permitía hacer los movimientos completos a pesar de haber mejorado bastante. Stefan le dedicó una media sonrisa antes de abandonar el dormitorio.

     Y la seleccionada esperó. Esperó durante dos cortos minutos que se le antojaron eternos antes de seguir los pasos del príncipe y abandonar la estancia que ahora le "pertenecía", aún le quedaba tiempo para ver si Kristian se había despertado.

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