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     En el interior de palacio no parecía haber revuelo, como si no hubiese nada fuera de lo normal.

- Tal vez nos lo hemos imaginado. - Susurró Evelyn. Sabía que había visto algo, estaba segura. Pero quizás... quizás había sido producto del cansancio y la oscuridad.

- Puede ser. De todas formas, iré a ver a mi padre y a mi hermano. Vuelve a tu dormitorio, y no salgas de ahí.

- Suenas preocupado. ¿Crees que va a pasar algo? No debería quedarme escondida en el dormitorio si eso es así. - Replicó la joven. Percibía cierta urgencia en la mirada del príncipe y tuvo la sensación de que algo iba a ocurrir.

- No, no te preocupes. Por favor, ve a tu dormitorio a descansar. Si algo ocurre prometo que serás la primera persona a la que informe.

     Evelyn no terminaba de estar de acuerdo en separarse del príncipe, pero acabó accediendo. Tampoco podía seguir a Kristian por palacio como si tuviese el derecho de hacerlo, así que no habría llegado muy lejos.

- Buenas noches. - Kristian se acercó a la joven y depositó un rápido beso en su frente. Le dedicó una sincera sonrisa y no se movió de su posición hasta asegurarse de que Evelyn entraba a su dormitorio.

     Acto seguido fue a buscar a su hermano. Prefería hablar con Stefan antes que con su padre, aunque posiblemente solo el último supiese realmente si estaban siendo atacados o si no había nada de lo que preocuparse.

     Kristian caminaba rápido. Algo en su interior le hacía preocuparse, una sensación extraña que le avisaba de un peligro inminente. Y debía hacer lo posible por acallar aquellas sensaciones y poder proteger a Evelyn y a todos los demás trabajadores, guardias y presentes en palacio.

     Era tanta la urgencia que tenía que cuando llegó frente a la puerta del dormitorio de su hermano, ni siquiera se detuvo a llamar.

- ¡Kristian! Serás... ¿No te han enseñado a llamar antes de entrar?

     Cuando Kristian percibió con la vista y el resto de sentidos lo que estaba pasando, Stefan ya caminaba hacia él con velocidad y una sábana alrededor de las caderas.

- Más te vale que sea algo importante. - Amenazó con el entrecejo fruncido y en voz baja. Bloqueó la vista de su hermano hacia la cama, dónde Azalea se había escondido bajo las sábanas y la almohada.

- No quería... interrumpir. - Kristian carraspeó, ligeramente azorado. Se dio un par de segundos para volver a centrarse, recordando el motivo por el que había entrado con tanta urgencia. - Me ha parecido ver a alguien en los jardines más cercanos a las habitaciones de los criados.

- ¿Y por ese motivo vienes como una exhalación a mi dormitorio? - Preguntó Stefan incrédulo. No podía ser que hubiese interrumpido algo tan importante por aquella nimiedad, posiblemente ni siquiera habría nadie realmente en los jardines.

- ¿Y si intentan planear un ataque? Los rebeldes... - Susurró Kristian, no quería que Azalea pudiese llegar a oírlo y preocuparla sin necesidad.

- Kristian, eso son historias que nos contaba padre para meternos miedo de pequeños.

- Las salidas recientes de nuestros padres a reinos vecinos han sido por ese mismo motivo.

- Si tanto te preocupa ve a hablar con el rey, yo solamente soy uno de los príncipes, y ni siquiera el heredero.

- Pero eres mi hermano.

- Y ahora mismo estoy ocupado.

     Kristian captó que no conseguiría nada por parte de Stefan, al menos no en aquel momento. Asintió despacio y salió del dormitorio, cerrando la puerta.

     Comenzó a caminar, más tranquilo, sin rumbo fijo. Valoraba si buscar a su padre para hablar con él o no. Seguramente Stefan tuviese razón y aquello no fuese nada, siempre habían existido los rumores de los rebeldes, pero nunca habían llegado a atacar de verdad. ¿Y si ni siquiera existían? Tal vez estaba preocupándose por nada.

     Acabó yendo a su dormitorio, con la intención de descansar y dejar de preocuparse por aquel asunto. Sin embargo, y aunque de verdad lo intentó, no consiguió conciliar el sueño. No podía deshacerse del sentimiento que le atormentaba, y la imagen de Evelyn en peligro se aparecía constantemente en su cabeza cuando cerraba los ojos.

* * *

- Evelyn. - Fue lo primero que Kristian pudo articular al escuchar el primer disparo.

     Habían pasado las horas y la luna llevaba un tiempo en su punto más alto. Era bien entrada la madrugada, la mayoría de personas en palacio estarían durmiendo. ¿Habrían escuchado los disparos?

     Al mismo tiempo que se maldecía por no haber hecho caso a su instinto, Kristian sopesaba si salir de su dormitorio o permanecer oculto. Acabó decidiéndose por lo primero: encontrar a Evelyn y asegurarse de que estaba bien era su prioridad y, si eran rebeldes los que estaban atacando, querrían acabar con la familia real.

     Cuando salió del dormitorio escuchó con más claridad los gritos que habían ido cobrando vida. No era capaz de predecir el origen de estos, como si surgiesen de cada uno de los rincones de palacio.

     Encontró el dormitorio de Stefan completamente vacío y quiso suponer que era porque había escapado y no porque los atacantes le hubiesen encontrado.

     ¿Qué debía hacer? Las armas estaban bastante lejos del ala de palacio en la que se encontraba y, si era un ataque bien planeado, se habrían hecho con la mayoría. No sabía dónde se encontraba su padre, madre o hermano, y lo peligrosos que eran los responsables de los disparos.

     Debía ir a buscar a Evelyn, sí, esa era su prioridad. Comenzó a moverse por los pasillos intentando mantenerse todo lo oculto posible y yendo por los menos concurridos. Por el camino pudo encontrarse con un par de hombres altos y robustos. No llevaban el uniforme de guardias reales, sino ropa algo gastada y de tonalidades oscuras. Se escabulló como pudo, rezando porque Evelyn estuviese bien.

- Kristian. Menos mal que estás bien. - El príncipe sintió cómo le abrazaban por la espalda.

     Apenas había escuchado la voz. ¿Evelyn? ¿Era ella? Se giró deseando que así fuese pero, en su lugar, se encontró con una motosa cabellera pelirroja y unos ojos verdes e impactantes.

- Brielle.

- ¿Qué está pasando, Kristian? - Preguntó la joven, volviendo a abrazar al príncipe.

- No lo sé... Nos están atacando, pero no sé quiénes, ni qué quieren.

- ¿Qué van a querer? La corona, el reino. Tengo miedo, Kristian.

     El príncipe separó a Brielle de su cuerpo con lentitud. Debía encontrar a Evelyn.

- Será mejor ponerte a salvo.

- ¿A dónde vamos?

- No, yo aún tengo que asegurarme... de que todo el mundo que pueda está bien. Además, si es la corona lo que quieren, vendrán a por mi familia. No es seguro que te quedes conmigo, ve a buscar un lugar donde esconderte.

- ¡No! Quiero estar contigo, por favor. - Rogó la joven pelirroja, volviendo a aferrarse al príncipe con fuerza.

     Kristian soltó un suspiro. No podían quedarse más tiempo en aquel pasillo en el que se encontraban, era demasiado arriesgado permanecer tanto rato en el mismo punto. Permitió que Brielle le siguiese, a pesar de no estar de acuerdo.

     Su única prioridad era encontrar a Evelyn.

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