XXXIV

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     Kristian había visto a Evelyn por la zona este de palacio. Según la dirección de sus pasos podría dirigirse a una de las bibliotecas que había, así que salió casi a la carrera en su búsqueda. No la había visto desde la comida, y de eso habían pasado varias horas. 

     Sus cálculos fueron correctos y, gracias a que la seleccionada andaba despacio y él había hecho varios esprints, pudo llegar para fingir su maravilloso encuentro casual. Sonrió ilusionado y se aseguró de encontrarse decente, peinándose con las manos y recolocándose la camisa y las mangas de la chaqueta. No le importaba la presencia de los guardias que había por el palacio, no le importaba que el cámara de Evelyn estuviese detrás de ella, solo quería verla...

- Alteza. 

     Fue el simple hecho de escuchar su voz lo que consiguió acelerarle los latidos del corazón y arrancarle una sonrisa.

- Evelyn, ¿qué tal?

- Bien, gracias por preguntar, alteza. ¿Y vos? - La seleccionada realizó una reverencia para saludarle. Reverencia que Kristian le devolvió, a pesar de que las normas dictasen lo contrario.

     Per no había podido evitarlo. Para él, Evelyn no era una plebeya, una simple joven inferior a él. Para él, Evelyn era su igual y, si ella le dedicaba una reverencia, él le correspondería con otra, pues era su princesa. 

- Alteza... - La joven, por el contrario, no pudo más que agobiarse al ver a Kristian devolverle la reverencia. Se incorporó rápidamente e instó al príncipe a hacer lo mismo. Ella debía mantener una imagen impecable mientras permaneciese en palacio, no podía permitirse que la cámara grabase algún fallo, o tendría problemas con el rey. 

- Yo estoy bastante bien, muchas gracias por preguntar. ¿A dónde vas? 

- Pensaba ir a la biblioteca pero... supongo que ya... no. Alteza.

- ¿Os importaría acompañarme? ¿Tal vez un paseo? Si os apetece, por supuesto. 

     Evelyn notó cómo sus labios se curvaban en una sonrisa sin que ella pudiese evitarlo. Las mariposas en su estómago se despertaban y aleteaban cada vez que Kristian le miraba con aquellos ojos que tenía, y de la manera en la que lo hacía, como si fuese lo más valioso que había podido observar en su vida. 

- Kristian. - Una voz profunda y que ambos conocían muy bien se unió a la conversación. - Aquí estás, hijo mío.

     La expresión que el príncipe tenía en el rostro cambió tan deprisa que el corazón de Evelyn se encogió en un puño. La imagen de la espalda de Kristian, surcada de cicatrices, apareció en la mente de la seleccionada. Y al escuchar la voz del rey de Xirian le entraron ganas de vomitar. 

- Veo que no estás solo. - Comentó el monarca al acercarse más a ellos y ver a Evelyn, inmóvil en el sitio.

- Majestad. - Saludó la joven con un hilo de voz, obligando a sus músculos a moverse para poder realizar una reverencia. 

- Pensaba que estabas teniendo una cita con Brielle, Kristian.

     La estricta mirada del hombre cayó sobre su hijo, y el peso que aquello acarreaba se asentó en los hombros de Kristian, llegando a aprisionar sus pulmones. El aire entraba con dificultad, y tardaba más todavía en salir.

- Se encontraba cansada y ligeramente indispuesta, padre. Ella misma me ha pedido descansar. 

- ¿Y mientras tú te dedicas a pasear por palacio?

- Ya he... terminado con mis tareas de hoy. Había pensado dar un corto paseo, para hacer tiempo hasta la hora de la cena.

- Sí, eso me recuerda por qué te estaba buscando. Ven, tenemos asuntos que tratar, ya pasearás en otro momento. 

- Pero, padre...

     No hizo falta que el rey pronunciase nada al respecto. Únicamente con su mirada Kristian supo que aquello no era una sugerencia, era una orden. Una orden que no podía incumplirse. 

- Nos vemos en otro momento, señorita Aberdeen. - Dijo el príncipe a modo de despedida, dedicándole una sonrisa a Evelyn. Sonrisa triste que acompañaba su expresión de derrota.

- Alteza. Majestad. - Evelyn respondió con una reverencia para cada uno y no se volvió a elevar hasta que ambos habían desaparecido casi al completo de su campo de visión. A pesar de que el rey apenas había visto conveniente mirarle, había sentido la tensión y la desconfianza que emanaba. Recordó a sus hermanos, especialmente a Caspian, pidiéndole que tuviese cuidado y supo que lo mejor que podía hacer era cruzarse lo menos posible con el rey, o con alguno de los príncipes. Sería lo más seguro hasta que la Selección acabase y tuviese que abandonar el palacio. 

* * *

- ¡Evelyn! 

- Brielle. - Saludó la seleccionada al ver a la joven pelirroja acercarse a ella con una amplia sonrisa en el rostro. 

- Tengo la sensación de que hace un montón de tiempo que no te veía. Aunque no solo contigo, desde que el número de seleccionadas se ha reducido tanto parece que ya no tenemos tiempo las unas para las otras. 

- Es cierto. - Brielle tenía razón. Cuando había más chicas en palacio hacían más planes juntas, incluso con la reina. Desde que Bianca, Reiwin, Ada... desde que todas se habían ido, Evelyn, Brielle y Azalea habían estado prácticamente solas. Bueno, Azalea no, ella llevaba meses con Stefan.  

- Echo de menos cuando quedábamos todas para merendar o hacer cualquier cosa juntas. 

- La verdad es que sí. - Evelyn aún tenía en mente las advertencias de Reiwin con respecto a Brielle, cada vez que veía a la chica pelirroja el recuerdo aparecía. Pero era cierto que echaba en falta los momentos que había compartido con ella y el resto de chicas.

- Estaba pensando que... bueno, aún queda un rato para la cena. Antes estaba merendando con el príncipe, y aún no se han recogido las cosas, aunque tampoco ha pasado ni media hora. Os estaba buscando a Azalea y a ti, por si queríais acompañarme un momento.

- Es una buena idea. 

     A Evelyn le apetecía, sobre todo, pasar más tiempo con Azalea. Desde que su relación con Stefan había avanzado tanto apenas la había visto, apenas había podido hablar con ella. Y echaba de menos sus conversaciones. 

- Genial. Aunque... Azalea tiene una cita con el príncipe Stefan. Supongo que solo estaremos tú y yo...

- No pasa nada. - Comentó Evelyn. Le apetecía ver a su amiga, pero no iba a interrumpirla cuando estaba en medio de una cita. Además, podría aprovechar ese rato para determinar realmente lo que pensaba acerca de Brielle, para saber si podía fiarse de ella o no. 

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