XXXVII

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- Evelyn. - Marian llamó por enésima vez a la joven seleccionada, sacudiéndole con cariño el hombro.

- No quiero despertarme. - Susurró Evelyn como respuesta. Le dolía la cabeza y recordaba vagamente lo que había pasado el día anterior. Y no tenía ganas de enfrentar la realidad.

- Ya te has saltado el desayuno, y el rey ha pedido expresamente que bajes al salón del trono.

- Sigo sin comprender cómo... No entiendo nada.

- Venga, levántate, que voy a ayudarte a prepararte.

- No es necesario que te esmeres.

* * *

- No te preocupes, todo irá bien. - Le aseguró Marian justo antes de que Evelyn entrase al salón del trono para enfrentarse al rey.

     A pesar de ser la estancia más importante de palacio, a las seleccionadas apenas se la habían enseñado. Era amplia y estaba cargada de guardias, a ambos lados del centro, donde se encontraban los tronos del rey y la reina. En los extremos había dos tronos más pequeños, dónde se sentaban Kristian y Stefan y, al lado de cada uno, Brielle y Azalea, respectivamente.

- Espero que haya decidido presentarse sobria, señorita Aberdeen. - Comentó a modo de saludo el rey.

- Lo estoy. - Respondió Evelyn apretando la mandíbula y realizando una reverencia.

- Ayer no.

- No recuerdo haber bebido alcohol, majestad.

- ¿Insinúas que soy un mentiroso? - Niels se enderezó en el trono, endureciendo el rostro.

     La joven, sin embargo, permaneció tranquila, sin apartar los ojos de los del rey. Sentía el peso de la mirada de Kristian sobre ella, y a punto estuvo de desviar la vista hacia él. ¿Estaría enfadado con ella? ¿Decepcionado? ¿O se mostraría comprensivo? Evelyn no sabía qué prefería, así que decidió no establecer contacto con él, y ocasionarle así menos problemas.

- Insinúo que sé tan poco como vos qué ocurrió ayer.

- Yo sé muy bien lo que ocurrió ayer. Te presentaste ebria a la cena.

- Con todo respeto, majestad, no bebí.

     Niels dejó que una risa de suficiencia escapase de sus labios y se negó a responderle a la seleccionada. Simplemente dirigió la vista hacia su derecha, haciendo contacto visual con Kristian.

     Fue entonces cuando el príncipe se puso en pie y tomó la palabra. 

- Se te dio una segunda oportunidad, y la has desperdiciado. - Hablaba despacio y apretando la mandíbula. Él no quería decir aquellas palabras, no quería eliminar a Evelyn, no quería casarse con Brielle. 

- ¿Significa eso que soy la eliminada pues? ¿He de irme de palacio?

     Evelyn mantenía la mirada fija en el chico por el que había estado compitiendo las últimas semanas. ¿Era ese momento el final de toda la experiencia? ¿Debería volver a su hogar, con su familia y dejar atrás los vagos sueños que ya habían comenzado a crecer en su interior?

     Cuando cruzó las puertas de entrada el primer día que llegó a palacio no sentía ninguna duda, pero, ¿por qué en ese preciso momento el corazón le latía con fuerza, golpeando desbocado contra las paredes de su pecho? Si había de acabarse su estancia en palacio, eso no era algo que a ella le quitase el sueño, su familia había recibido bastante dinero gracias a ella, había aguantado todo lo que había podido.

     No había nada en palacio que le atase. A no ser... A no ser que se hubiese enamorado. 

     Sí, tal vez... tal vez sentía su corazón correr a tal velocidad porque decía a gritos que no quería abandonar a Kristian. No deseaba ser reina de Xirian, no creía ser capaz de hacerlo bien. Sin embargo... No quería abandonar el palacio. Y el único motivo de ese sentimiento era Kristian.

     El mismo chico que no le prestaba atención alguna al principio, el que le había mirado por encima del hombro con desprecio. El mismo que le había mostrado aquella preciosa sonrisa y su lado más amable en varias ocasiones. El mismo que estaba eliminándola de la Selección y echándole de palacio.

- Sí. Señorita Aberdeen... Estás... eliminada de la Selección. - Terminó de aclarar Kristian. La boca del estómago se le cerró en el momento en que las palabras salieron de su boca y sintió el cuerpo ponerse malo al instante, como si todas las fuerzas le abandonasen al ser consciente de que no podría estar con Evelyn.

     La seleccionada no apartó la vista de los azules ojos del príncipe. Luchaba por mostrarse calmada y serena, a pesar de sentir el corazón golpearle las costillas con fuerza y tener que realizar un esfuerzo excesivo para llenar los pulmones de aire. Notaba las lágrimas a segundos de salir rodando de sus ojos y tenía un nudo en la garganta que apenas le permitía hablar.

     Pero no lloraría. No frente al rey, ni frente al resto de la familia real, todos los guardias y sus compañeras. 

- Muchas gracias... por esta oportunidad. Altezas, majestades. - Con las piernas, y todo el cuerpo, temblando, Evelyn realizó una gran reverencia, llegando casi hasta el suelo a la hora de agacharse. Rompió entonces el contacto con Kristian y en el momento en que dejó de percibir sus ojos azules las ganas de llorar se intensificaron. - Enhorabuena por sus compromisos. 

     No quería permanecer más tiempo en el salón del trono, no quería permanecer más tiempo frente a Kristian viéndose tan lamentable. Se irguió y alzó la cabeza. No miró a Kristian una última vez, sabía que si lo hacía acabaría llorando. Se dio la vuelta y salió del salón del trono con paso firme, caminando con seguridad hasta llegar a su dormitorio.

     Tras la puerta, cerrada, y sin contar con nadie en la habitación mas que ella misma, pudo dejar escapar todos sus sentimientos. Las lágrimas salieron, aunque no podían aliviar el dolor que la joven sentía dentro del pecho. 

     No podía ser tan doloroso, ¿por qué dolía tanto? Ella no había ido a la Selección con la idea de enamorarse, no había participado con la intención de llegar tan lejos. Pero no poder volver a ver a Kristian le mataba.

     No, no era eso. Era el solo ver a Kristian a distancia, compartiendo su futuro, sus sentimientos, deseos, sueños, su vida con otra persona que no fuese ella. Eso era. Eso era lo que aprisionaba su corazón y lo estrechaba tanto que con cada latido sentía un pinchazo de dolor. Y todo porque se había enamorado. 

     Se había enamorado del príncipe. 

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