XV

269 25 2
                                    

- ¿Qué quieres que opine? - Respondió Azalea encogiéndose de hombros. - Es alegre y una persona muy atenta. Llegaría a ser una buena reina.

- Sí, pero, ¿No te parece que lo hace todo... Perfecto? Da la sensación que nunca ha cometido ni cometería fallas, es como si lo tuviese todo bajo control.

- Evelyn. - Azalea bajó el tono de voz y, aunque le hubiese encantado detenerse y poder mirar a los ojos a su amiga, no lo hizo. - Hay personas que estudian y trabajan muy duro para hacer las cosas bien. No podemos juzgar a Brielle porque se esfuerce más que nosotras en encajar en palacio.

- No eran mis intenciones, desde luego.

- ¿Entonces? Poco más puedo decirte ya, mi opinión es que cada una de las seleccionadas ha buscado y sigue buscando la manera de adaptarse a la vida de palacio. No voy a entrometerme en cómo se comporta Brielle, lo que hace o lo que dice, porque posiblemente en su casa no se comportaría igual, como ninguna de nosotras.

     El punto de vista que expresaba Azalea se veía tan cierto que las sospechas que Evelyn tenía hacia Brielle disminuyeron notablemente. No quiso insistir más en el tema, por lo que continuaron hablando de asuntos banales hasta la hora de la comida.

     Aunque las palabras de Reiwin antes de irse continuaron rondando en la cabeza de Evelyn.

     Durante la comida, la seleccionada no podía evitar desviar su atención de tanto en tanto hacia el príncipe, Kristian. En contadas ocasiones llegaron a establecer contacto visual, o eso le pareció a ella, y su corazón parecía emocionarse cuando aquello ocurría.

     Aunque tuvo que conformarse con esos escasos encuentros de miradas durante todo lo que quedaba de día, ya que el príncipe había decidido tener por la tarde una cita con Iris.

     Aquel comportamiento sorprendía a Evelyn, ¿cómo el príncipe que había comenzado siendo tan frío con todas las seleccionadas había pasado a tener tres citas seguidas, y dos de ellas el mismo día? Suponía que el rey tenía mucho que ver con ese cambio; en el fondo deseaba que así fuese.

* *  *

     El miércoles fue un día significativo para las cinco seleccionadas que quedaban en palacio. No hubo ninguna gran celebración, ni tuvieron citas con los príncipes, ni siquiera la entrevista fue lo que las marcó.

     El día se anunciaba tranquilo, nada fuera de lo normal. Las chicas bajaron a desayunar junto a la familia real como de costumbre. Desde que las seleccionadas habían disminuido tanto, apenas se mantenían conversaciones durante las comidas, cada cual estaba pendiente solo de su plato y pensamientos, aunque, de vez en cuando, el rey desviaba sus ojos hacia Dahlia.

     Fue justo cuando Evelyn se disponía a salir del comedor, encabezando a todas las seleccionadas, que las cosas empezaron a torcerse y las sospechas surgieron entre las chicas.

- Un momento. - Ordenó el rey haciendo uso de su potente voz. Un escalofrío recorrió la espalda de Evelyn y la imagen del día en el que ella y Ada fueron castigadas se asomó en su memoria. - Dirigidos, por favor, al patio de armas.

     Evelyn no se giró para observar al rey, sabía de antemano que tenía la misma sonrisa siniestra que enmarcaba su rostro siempre que ocurría algo que no era de su agrado. No le apetecía volver a ver aquella expresión.

- ¿Qué ocurrirá? - Azalea se acercó a Evelyn con sigilo mientras su mente trabajaba a toda velocidad, intentando descifrar qué era aquello que había pasado.

- No lo sé. Seguro que no es nada bueno.

- No seáis negativas, tal vez quieran anunciar algo importante. - Brielle se introdujo en la conversación que estaban teniendo Azalea y Evelyn en voz baja, elevando el tono y consiguiendo que el resto de seleccionadas también quisiesen participar.

- Si solo quisiesen anunciarnos algo lo habrían hecho en el comedor.

- Evelyn tiene razón. - Añadió Iris, aunque no apartaba la mirada del frente y las manos de su regazo.

     La única que parecía no querer hablar era Dahlia. La más joven paseaba los ojos nerviosos, observando con detalle el suelo que pisaban o los bajos de los vestidos de sus compañeras.

     Cuando llegaron al patio de armas se colocaron igual que el día en el que Ada y Evelyn fueron castigadas. Todos los presentes enmudecieron de golpe, las seleccionadas dejaron de hablar. Los recuerdos se apoderaron de todas y los nervios y la impaciencia no tardaron en aparecer.

     La familia real dejó que pasasen varios minutos hasta aparecer, a pesar de no haber hecho nada especial en ese tiempo. Evelyn sentía que al rey le encantaba llamar la atención de ese modo, conseguir poner a todos en tensión. Y, no estaba segura, pero juraría que su mujer e hijos solo eran arrastrados por el monarca cada vez que aquello pasaba.

- Cuando la Selección comenzó no esperaba tener que reunirnos aquí más de una vez. Y, sin embargo, aquí estamos de nuevo.

     Con la única diferencia de que había muchas más cámaras grabando absolutamente todo y que las seleccionadas ya se hacían a la idea de que alguna había cometido un gran error.

     Evelyn no pudo hacer otra cosa más que desear no ser ella. Sabía que sus amigas corrían el mismo riesgo de ser castigadas, pero ella solo era capaz de decirse mentalmente que no podría pasar por lo mismo dos veces.

- Una de las normas que se os impuso cuando empezasteis a formar parte de la Selección fue que estaba terminantemente prohibido establecer relaciones con alguien que no fuesen los príncipes.

     El rey hablaba despacio, nadie le interrumpía, y nadie lo haría.

- Y, aún así, una de vosotras ha incumplido esa norma. - Niels soltó un suspiro. No era uno de cansancio ni desesperación, cualquiera habría dicho que parecía ser fingido.

     El corazón de Evelyn aminoró la velocidad de sus latidos, ella no podía ser, ella no había hablado si quiera con algún hombre que no fuesen los príncipes; sin contar a su camarógrafo, aunque las conversaciones que habían tenido se podían contar con los dedos de una mano.

     Tuvo el coraje suficiente entonces de levantar ligeramente la cabeza y poder observar a sus compañeras de soslayo. A un lado tenía a Iris, y al otro a Dahlia, Brielle y Azalea.

La CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora