XVII

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     El ambiente en palacio se volvió mucho más desolador a partir de aquel día. Las cuatro seleccionadas que quedaban apenas hablaban en presencia de la familia real, incluso en las citas que tenían o estando ellas solas llegaban a sentirse algo cohibidas.

     Kristian también se tornó más callado y  reflexivo. No volvió a tener citas con las seleccionadas en la semana siguiente, a diferencia de su hermano, que compartía cada momento que tenía con Azalea.

     Evelyn parecía ser la única que al paso de diez días de aquel incidente seguía perdida y sumida en sus pensamientos. Iris estaba acostumbrada a vivir en la alta sociedad, y había visto demasiadas injusticias en su vida como para superar lo visto en poco tiempo. Azalea compartía su tiempo con el príncipe Stefan y se veía de lejos que una íntima relación estaba surgiendo entre ellos, lo que ayudaba a ambos a sobrellevarlo todo. Y Brielle... Brielle simplemente parecía haberlo superado por su carácter y forma de ser.

     Y mientras, Evelyn no era capaz de olvidar la espalda del muchacho y los gritos de Dahlia y, sobre los pensamientos de su familia, se imponían interminables preguntas sin respuesta sobre el actual paradero de Dahlia y su amado. Ni siquiera Marian pudo ayudarla a olvidarlo.

     El tiempo continuaba transcurriendo, ¿cuántos meses llevaban ya las seleccionadas en palacio? Evelyn había perdido la cuenta, pero las semanas se agolpaban una tras otra y el frío del invierno se acercaba al palacio.

     Evelyn ya no podía salir a pasear por los jardines sin un abrigo y guantes, para no sentir sus manos congelarse. Pasaba horas allí fuera, escondida en los laberintos de arbustos y flores, sin ser muy consciente de lo que ocurría en su alrededor.

     En aquellas semanas en las que Evelyn no fue consciente del paso del tiempo, Iris fue eliminada. Algo que no sorprendió a la seleccionada aludida, pues ella sabía de antemano que no había conseguido captar la atención de ninguno de los príncipes. El resultado estaba casi decidido por completo, los ciudadanos de Xirian también lo sabían: Stefan y Azalea se veían diariamente durante varias horas, y nunca les parecía suficiente. La única duda era si Kristian se decidiría por Brielle o Evelyn.

     El rey se decantaba más por la seleccionada pelirroja y, aunque Kristian sentía que su corazón le llevaba hacia Evelyn, no se atrevía a contradecir a su padre cuando estaba frente a él. Aquello le obligó a tener un par de citas con Brielle en aquellas semanas en la que Evelyn parecía continuar perdida.

     Y él solo deseaba encontrarla y ayudarla a encontrarse.

* * *

- Sabía que estarías aquí, aunque he tardado bastante en encontrarte. - Comentó casi en un susurro. El aliento escapaba de su boca formando pequeñas nubes al entrar en contacto con el frío exterior.

     Evelyn dejó de prestarle atención a un arbusto que meses atrás había estado repleto de flores para dirigirla a los ojos del príncipe, más azules con la llegada del invierno que durante el final de la primavera y el verano.

- Alteza.

- ¿No tienes frío? - Preguntó con una muy leve sonrisa, escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Había visto a la seleccionada pasear desde una de las ventanas de palacio. Había bajado tan rápido a buscarla que no había cogido ni abrigo ni guantes.

- No el suficiente como para sentirme helada. - Respondió la joven. Descubrió a Kristian intentando darse calor en las manos y no pudo contener una sonrisa. El movimiento de sus labios le costó demasiado, no por el frío, si no porque hacía tanto que no sonreía... - Tomad, alteza.

     La joven se deshizo de sus guantes para ofrecérselos al príncipe con una reverencia. En aquel tiempo su espalda había terminado de sanar completamente y podía moverse con soltura. Aunque habían quedado marcas, que posiblemente nunca desaparecerían.

- No, por favor, sigue usándolos.

- Vos los necesitáis más que yo.

- Bien. - Kristian se hizo con los guantes que Evelyn le ofrecía. Se los puso en las manos sintiendo cómo el calor que había desprendido el cuerpo de Evelyn aún no había abandonado el pelo del interior. - Gracias.

     La seleccionada le respondió con una ligera inclinación de cabeza, simulando una reverencia. Se colocó para reanudar la marcha, y Kristian la imitó. Cuando comenzaron a andar el príncipe le dio la mano a la joven, y se la llevó al interior de su bolsillo, sin soltarla.

- Alteza.

- No soportaría que tus manos acabaran enfriándose demasiado por mi culpa.

     Evelyn volvió a sonreír despacio. Había estado trabajando durante el invierno durante muchos años, y si limpiando, con el agua helada, no se le habían congelado las manos, por estar varios minutos paseando sin guantes no le pasaría nada. Aunque no le replicó al príncipe y en el fondo disfrutó la calidez que desprendía su agarre en el interior del bolsillo.

- ¿Cómo has estado? Hace... bastante que no hablamos.

- Bien, ¿Y vos, alteza? - Evelyn aún recordaba el día en el que Dahlia y aquel joven habían sido expulsados de palacio. Y la imagen de Kristian apretando la mandíbula frente a su padre y al final creciendo a sus intenciones tampoco había desaparecido.

     Quería preguntarle al respecto, había deseado preguntarle el porqué lo había hecho desde aquel mismo día. Pero los meses habían pasado, y sus deseos de saber su respuesta continuaban igual de fuertes que el rechazo a preguntarle al príncipe.

- He estado mejor. Y supongo que tú también.

- Sí, he estado mejor.

- Siento mucho lo que pasó con la señorita Firnnald. ¿Erais muy amigas?

     Evelyn negó despacio con la cabeza. Aunque hubieron de pasar varios segundos, que el propio príncipe saquease aquel tema, como si hubiese podido leerle el pensamiento, consiguió sorprenderla.

- Éramos compañeras. Todas las seleccionadas lo somos, o lo fuimos, cuando había más. No entiendo... cómo el mismo rey puede tratar a sus súbditos así. - La joven sabía que se arriesgaba demasiado al criticar al rey del reino frente a uno de sus hijos.

     Pero estaba cansada de vivir en palacio y de compartir estancias con el mismo hombre que había mandado flagerlale la espalda a tres personas ya, en tan poco tiempo. Y, además, había una calidez en su corazón cuando estaba con Kristian que le hacía sentirse tan a gusto y segura como para confesarle cualquier cosa.

- Se ha endurecido demasiado a lo largo de los años. Y yo voy por el mismo camino.

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