- ¿Evelyn?
En ese mismo instante Evelyn se arrepintió de haberse acercado a ayudar a Ada.
Kristian y Evelyn estaban a punto de iniciar el camino de vuelta a casa justo cuando la joven divisó en la propia plaza una figura conocida: se trataba de Ada, aunque no parecía ella misma.
Se había cortado el pelo, de tal manera que apenas podía recogerselo con una coleta baja sin que se le escapasen los mechones. Evelyn no recordaba haber visto a Ada nunca con el pelo así de corto, siempre había presumido de su larga y perfecta cabellera.
Llevaba uno de sus vestidos, Evelyn se lo había visto puesto varias veces, aunque de lejos bastante menos gastado. Y cargaba un par de cubos y varias bolsas, haciendo malabares para evitar que cayesen el suelo.
No aguantó demasiado, sin embargo, hasta que todo lo que llevaba en brazos cayó con un ruido sordo, desperdigándose por los alrededores. Con una corta maldición Ada se dejó caer al suelo, derrotada.
Evelyn no pudo quedarse quieta y se acercó a ella casi a la carrera. No pretendía decirle nada, simplemente ayudarle a recogerlo todo de vuelta y continuar su camino, porque sabía que Ada podría llegar a reconocerla si se entretenía demasiado.
Y fue exactamente lo que ocurrió al segundo de agacharse Evelyn y cruzar miradas con Ada, sin realmente pretenderlo.
- ¿Evelyn?
- No sé de quién... - Comenzó a excusarse la joven. Desvío la vista rápidamente y se apresuró a recoger los objetos más cercanos a ella, intentando modular la voz todo lo posible.
- Vamos. - Interrumpió Ada. Su expresión había cambiado radicalmente, abandonando la tristeza y recobrando su brillo descarado habitual. - A cualquier otra persona podrás engañarle, pero a mí no. Es evidente que eres tú, ¿Desde cuándo estás eliminada?
Evelyn vio en la firmeza de la mirada de su compañera que no tendría escapatoria, debería contarle todo o Ada no le dejaría volver al palacio sin llamar la atención, y aquello era crucial para que el plan saliese a la perfección.
- Es que no estoy eliminada. - Susurró. Como aquello no era respuesta suficiente, Evelyn dirigió la vista hacia Kristian, que se acercaba a sus espaldas, caminando más despacio de lo que lo había hecho ella.
- No me digas que... - Ada no tardó en atar cabos, al fin y al cabo era una chica ávida, con la mente despierta. - ¿Te has escapado con el príncipe Kristian? El rey os va a matar a los dos.
- El rey no va a enterarse.
Un silencio algo extraño, aunque para nada incómodo, se instauró entre ambas jóvenes. Recogieron los bártulos que habían caído por el suelo con cierta parsimonia, aunque no se levantaron cuando acabaron. En otro momento Ada habría mirado a Evelyn por encima del hombro, con una sonrisa triunfante y denotando superioridad. Habría hecho cualquier comentario ingenioso que se le hubiese ocurrido con la intención de menospreciar a Evelyn. Pero en aquel instante Ada no sonreía, y se veía realmente perdida.
- ¿Qué ha sido... de ti y tu familia? - Quiso saber la joven. No para devolverle todas las veces que Ada le había hecho sentir inferior, no para restregarle que ella seguía formando parte de la Selección, si no porque realmente sentía curiosidad.
- No he vuelto a ver a mi padre. Y de la vida que mi madre y yo llevamos ahora te puedes hacer una idea, no tienes más que verme. Nunca imaginé que tendría estas pintas.
- A mí me parece que aún sigues siendo hermosa.
- Mejor cállate. - Replicó Ada, aunque en el fondo, agradeció enormemente aquellas palabras pues hacía meses que nadie le dedicaba un cumplido. - Como mi padre era el único que traía un sueldo a la casa, ahora sin él mi madre y yo estamos arruinadas. Ella... bueno, trabaja en las calles bajas. Y a mí, con tal de no ponerme ahí, me ha ido buscando casas en las que limpiar.
- Siento mucho escuchar eso. - Susurró Evelyn. No podía imaginarse cómo deberían estar Ada y su madre. Recurrir al trabajo en las calles bajas era denigrante para cualquier mujer, y solo se iba ahí cuando realmente no te quedaban medios para poder comer.
- Bueno, al principio fue difícil, ahora al menos yo tengo la trabajo. No sabes la cantidad de personas que quieren que vaya a limpiar simplemente para burlarse de mi. Se quedan observando con una estúpida sonrisa, apoyados en el marco de la puerta, o me sueltan comentarios con respecto a la Selección o el estatus que antes tenía. Es una tortura.
Evelyn asintió despacio y tuvo la necesidad de poner una mano sobre el hombro de Ada, para transmitirle ánimos. Ella entendía perfectamente a lo que se refería, también le había pasado, cuando la familia Corday simplemente llamaba a Evelyn para recordarle la diferencia de posturas sociales que tenía cada uno. Aunque se imaginaba lo duro que debía de ser para Ada, quién lucía realmente dañada.
- Puedes pasarte por nuestra casa cuando lo necesites, allí tienes comida, o podemos prestaros cualquier cosa que necesitéis.
- No, no es necesario. Evelyn, siento mucho... lo de tu madre. Y... siento también... todo lo que hice que pudiese dañarte. - Ada hablaba bajando la voz progresivamente, hasta que apenas fue un susurro casi inaudible.
Era la primera vez que aquella chica se disculpaba o admitía haber hecho algo mal. Y aquellas palabras tocaron el interior de Evelyn. Fue como si todos los años de malos recuerdos, todo el odio que se tenían mutuamente, desapareciera de repente. Ahora eran del mismo nivel social y económico, ahora eran iguales. Y sabía lo mucho que le dolía a Ada aquello, aunque también sabía que saldría adelante, pues Ada era una de las personas más fuertes que conocía.
- No te preocupes. - Evelyn comenzó a incorporarse despacio, ofreciéndole su ayuda a Ada y dándole algunos de los cubos y bolsas que había recogido. - Toma. ¿A dónde vas? Tal vez podamos acompañarte.
- A la calle primera, pero no necesito que me acompañéis. Tú ve a terminar tu paseo con el príncipe y que no os descubran.
- Gracias, por no decir nada. - Evelyn se despidió de Ada con una sonrisa, afianzando más la bufanda a su alrededor y calándose la capucha todo lo que podía.
- No tienes que darlas. Y Evelyn... Espero que ganes la Selección, de las que quedan eres la menos inútil.
Con una última sonrisa y una ligera carcajada ambas chicas terminaron su conversación. Pasaría tiempo hasta que Evelyn volviese a ver a Ada, pero su relación aquella mañana había cambiado por completo. Ya no era, ninguna de ellas, la misma de antes.
ESTÁS LEYENDO
La Corona
RomanceCinco son las seleccionadas que quedan. A estas alturas, Evelyn podría llegar a pensar que tiene posibilidades de ser una de las dos ganadoras. ¿Se hará con la corona de Xirian? ¿O tendrá el destino otros planes? *Basada en las historias de Kiera C...