- ¿Necesitáis algo? Si no es el caso, apartaos de la puerta, por favor. - Se notaba la rabia en la voz de la persona que había pronunciado aquellas palabras. Palabras que tardarían poco en convertirse en amenaza y que habían ido dirigidas a Kristian y Evelyn.
Y la seleccionada reconoció la voz en seguida. Aún de la mano del príncipe y con la otra sobre el pecho, giró hacia la izquierda, de donde provenía el sonido. Por aquel lado de la calle se accedía a un gran paseo que llevaba a las nuevas zonas de construcción, dónde la mayoría de jóvenes necesitados de trabajo acudían.
Se encontró con un rostro casi idéntico al suyo. Un chico de pelo azabache revuelto y algo largo, con la piel blanca, manchada y sucia por el trabajo, y la mirada intensa. Un rostro que había visto desde que había nacido y que pertenecía a la persona en la que más confiaba del mundo.
El joven tampoco tardó en reconocer a Evelyn, escondiéndose bajo una capucha y una gran bufanda de lana tapando hasta la nariz. Aunque poder ver los ojos era suficiente para reconocerla.
- Evelyn... - Pronunció con cautela, deteniéndose a pocos metros de ellos, como si no pudiese terminar de creer que estaba allí, que era real.
En cuestión de segundos salió corriendo a abrazarla. Le sujetó de la cintura con tanta fuerza que acabó elevándola, girando con ella al mismo tiempo que los ojos se le volvían borrosos. La seleccionada le rodeó el cuello con la misma fuerza con la que el joven le sujetaba, y tuvo que soltar la mano del príncipe.
- Elyan. - Saludó esta, con la voz entrecortada y la vista nublada por culpa de las lágrimas. Escondió su rostro en el cuello de su hermano mellizo cuando dejaron de dar vueltas, e inhaló con fuerza el aroma que desprendía. Olía a polvo, metal y algo de sangre. El olor de los hombres trabajadores en Iretia.
Elyan no terminaba de salir del estado de asombro en el que se encontraba sumido. Repetía el nombre de su hermana constantemente y acariciaba su pelo y espalda sobre la capucha con tantas ganas como quien sabe que haciéndolo no le obligarán a soltarla.
- Evelyn, eres tú.
- Sí. - Respondió la seleccionada dejando escapar una risa. - ¿Tanto me has echado de menos?
- No demasiado, aunque me ha sorprendido verte. - Respondió sarcástico su hermano, afianzando más el abrazo.
Habían sido seis meses sin ella en casa, alrededor de cuatro desde la última vez que la habían visto. Era demasiado tiempo para ellos, teniendo en cuenta que no se habían separado ni una sola vez en dieciocho años.
A escasos metros, Kristian observaba la escena realmente conmovido. ¿Reaccionaría él así si estuviese meses sin ver a Stefan? No tenían una relación tan íntima como los hermanos Aberdeen, pero al fin y al cabo eran hermanos.
Le inundó de felicidad ver el reencuentro de Evelyn con su mellizo y se lamentó no haber hecho nada antes para que se hubiesen encontrado. También se prometió mentalmente no volver a separar a la seleccionada de su familia durante demasiado tiempo, si podía evitarlo.
- ¿Cómo es posible que te hayan dejado salir? ¿Te has escapado? - Quiso saber Elyan cuando hubo pasado el impacto del reencuentro.
Evelyn no negó con la cabeza, aunque tampoco asintió; esbozó una amplia sonrisa y aprovechó la pregunta para introducir al príncipe en la conversación.
- Su alteza el príncipe Kristian ha tenido el detalle de acompañarme. - Susurró. Se soltó del abrazo de su hermano y señaló al príncipe, que permanecía al margen hasta aquel momento. Apenas se apreciaba por la capucha y la bufanda, pero él también tenía una sonrisa en el rostro.
Elyan le dedicó al príncipe una mirada de desconfianza, enarcando una ceja. Estuvo debatiéndose consigo mismo si Kristian era de fiar o no, si había dejado que Evelyn fuese a visitarlos sin maldad ninguna o tenía algún plan oculto para perjudicarla.
Pareció llegar a la conclusión de que solo pretendía ayudar, pues indicó con un urgente gesto de cabeza que entrasen al interior de la casa.
- No creo que queráis que descubran a uno de los principitos en Iretia. - Comentó sonriendo irónico mientras se acercaba a abrir la puerta de la casa. - Será mejor que entréis cuanto antes.
Evelyn estaba de acuerdo, si permanecían más tiempo en la calle acabarían llamando demasiado la atención y, tal vez tardasen más en reconocer al príncipe, pero ella había vivido en aquella ciudad toda su vida y le conocían de sobra.
Dejó que Kristian pasase antes que ella para cerrar la puerta y colgar los abrigos en un pequeño gancho que había a la entrada y tenía la función de perchero.
- ¡Kaira! ¡Sven! Os he traído una sorpresa, venid. - Gritó Elyan mientras se quitaba las botas llenas de barro antes de adentrarse en la sala-comedor.
No tardó en escucharse la voz de los pequeños de la familia Aberdeen, que habían acudido al llamado de su hermano emocionados. Kristian aprovechó para alejarse del centro de la pequeña entrada y dejar que los hermanos de Evelyn la viesen a ella primero.
La primera en atisbar a Evelyn fue Kaira, que se detuvo de golpe al final de las escaleras. Llevaba un vestido gris que había pertenecido a Evelyn años atrás y tenía su larga cabellera castaña suelta y rebelde, justo como Evelyn recordaba. Daba la sensación de haber crecido en altura y haberse vuelto más hermosa desde la última vez que se vieron, y observaba a Evelyn con los ojos bien abiertos.
No tardó demasiado en reaccionar, sin embargo, saliendo a abrazar a su hermana mayor a la carrera mientras gritaba de alegría.
- ¡Evelyn! ¡Eres tú! ¡Y estás aquí!
- Sí. - La joven estaba eufórica, tan feliz que no pudo contener la risa y abrazó a Kaira con toda la fuerza que tenía.
La reacción del más pequeño fue más calmada, aunque igualmente notoria. Quedó perplejo al final de la escalera, tal y como le había ocurrido a Kaira, con los ojos igual de abiertos. No terminaba de asimilar que su hermana hubiese vuelto a casa. No había ido a verlos cuando su madre había muerto y, sin embargo, allí estaba.
Se acercó a ella despacio, observando cada uno de sus movimientos con detalle. No tenía muchas fuerzas para hablar y tampoco había tenido tiempo de ordenar sus pensamientos para decir sus ideas en orden.
Sin embargo, cuando estuvo frente a Evelyn y esta se agachó hasta quedar a su altura y le rodeó con sus brazos en un cálido abrazo no pudo contenerse el llanto. Le había echado muchísimo de menos...
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La Corona
RomanceCinco son las seleccionadas que quedan. A estas alturas, Evelyn podría llegar a pensar que tiene posibilidades de ser una de las dos ganadoras. ¿Se hará con la corona de Xirian? ¿O tendrá el destino otros planes? *Basada en las historias de Kiera C...