XXXI

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- Elyan.

- Caspian, ¿Qué haces aquí? Pensaba que estarías en tu casa. - Una expresión de sorpresa se dibujó rápidamente en el rostro de Elyan al encontrarse con su hermano mayor en la puerta de su casa, aparentemente esperándole, con los brazos cruzados.

- Quería despedirme de Evelyn en condiciones.

- Sí, no sabemos cuándo volveremos a verla.

- ¿La echas de menos?

     Elyan dejó vagar la vista por la fachada de su casa, hasta llegar al suelo, ensimismado en sus pensamientos. Por supuesto que la echaba de menos. Se había tirado diecinueve años compartiéndolo todo y haciéndolo todo con ella. Y en esos meses le habían obligado a aprender a vivir sin ella.

- Sí. Bueno, todos la echamos de menos. - "Igual que a mamá, igual que a papá" pensó. Aunque no lo dijo en voz alta, Caspian le conocía demasiado bien como para darse cuenta de sus pensamientos.

     Cuando su padre los abandonó, el mayor de los Aberdeen tuvo que ejercer el rol de hombre de la casa, y eso supuso terminar de criar a sus hermanos pequeños igual que si fuese su propio padre. Desde que él se había ido a vivir con Annie, Evelyn se había marchado y su madre había fallecido... Aquel papel había pasado a los hombros de Elyan. Y aquello le estaba pasando factura.

- ¿Quieres hablar? ¿Por qué no damos una vuelta? - Propuso Caspian, con su típica sonrisa, incorporándose completamente y alejándose de la puerta de su casa.

- Estoy sucio y he sudado muchísimo, quiero darme una ducha y comer. - Respondió Elyan. Parecía que hablaba estando de mal humor, aunque Caspian sabía de sobra que era una manera de protegerse y escabullirse de su oferta, para no tener que hablar de sus pensamientos y emociones.

- Vamos, ¿Es que ya no te cae bien tu hermano mayor? A mí me da igual que estés sucio y huelas mal, sigues siendo mi hermanito chiquitito. - Caspian acorraló a su hermano, pasando un brazo alrededor de su cuello y revolviéndole el pelo con cariño pero con fuerza con la mano contraria.

- ¡Quítate! ¡Déjame en paz! - Ambos se enzarzaron en una pequeña pelea, sin eliminar las sonrisas de sus rostros. Caspian podría haberle ganado años atrás, pero Elyan había crecido y había ganado mucha fuerza trabajando, por lo que se deshizo del ataque de su hermano en pocos minutos. - Además, ¿De qué quieres hablar?

- De todo un poco, supongo. - Respondió Caspian encogiéndose de hombros.

     Comenzaron a andar calle arriba, sin rumbo fijo. Aunque no estaba en la mente de ninguno la idea de alejarse demasiado.

- ¿Cómo estás? ¿Es duro? - Fue lo primero que Caspian preguntó, en un tono de voz más bajo y calmado.

- ¿El qué?

- Trabajar todos los días. Y cuidar de Kaira y Sven.

- Bueno, no es para tanto. El trabajo es el mismo de siempre, simplemente durante más tiempo. Y Kaira y Sven se portan bien. Kaira tiene alguna idea descabellada de vez en cuando, y como Sven es tan pacífico se acaba viendo arrastrado, pero en la mayoría de los casos llego a tiempo para evitarlo. Los dos me ayudan mucho.

- Eso está bien, ya tienen edad suficiente para no tener que ir detrás de ellos.

- Aunque Sven...

- Sí, ya lo sé, pero Sven es especial.

- Y dentro de poco habrá otro pequeño Aberdeen u otra pequeña Aberdeen. - Añadió Elyan sonriendo y dándole un golpe amistoso a su hermano en el hombro.

- Ya, la verdad es que tengo miedo. - Contestó Caspian. Seguía sonriendo, aunque la duda se percibía en sus ojos.

- Supongo que es normal. Pero no tengas demasiado, serás un padre estupendo y Annie también será una madre ejemplar. Vuestro hijo tendrá buenos padres, que le querrán y no le abandonarán. Y, por supuesto, al mejor tío del mundo.

     Caspian dejó escapar una corta carcajada y volvió a pasar un brazo por los hombros de su hermano. Llegaba el momento de la conversación que él había estado esperando.

- Cuando llegue el momento tú también serás un gran padre. Ya lo estás haciendo de maravilla.

- ¿Qué?

- Sé el peso que hay sobre tu espalda. Tienes que trabajar todos los días mañana y tarde y cuidar a Kaira y Sven. Estás viviendo separado de Evelyn, que es posiblemente la persona en la que más confías y has tenido que ser fuerte por todos cuando mamá se fue.

     Caspian detuvo sus pasos y Elyan hizo lo mismo, imitándole sin ser realmente consciente. Caspian posó sus manos, cada una de ellas sobre los hombros de Elyan, y cuando continuó hablando lo hizo mirándole directamente a los ojos.

- Sé que hubieses deseado salir con Evelyn y Kristian hoy, aunque fuese solamente para pasar más tiempo con tu hermana. Sé que te da rabia ver cómo el príncipe está con Evelyn.

- Por su culpa... por si culpa tuvo que irse. Y después de ella, mamá... - Elyan  no pudo más que dejar aflorar sus emociones ante la sinceridad de su hermano. Y un nudo comenzó a formarse en su garganta.

- Lo sé. Está bien, suéltalo todo. Es necesario dejar salir lo que uno lleva dentro, y sé que no has querido hacerlo por Kaira y Sven, pero ahora puedes hacerlo sin miedo.

     A pesar de las amables palabras de ánimo de su hermano mayor, Elyan todavía se resistía a dejar escapar sus emociones por completo. No podía dejarse ver débil, él era en ese momento la única persona que podía asegurarle un buen futuro a Kaira y Sven, era el único que podía mantener la casa y un sueldo para cuando Evelyn regresase definitivamente, si él se derrumbaba...

- Eres una persona muy fuerte. Pero está bien llorar de vez en cuando, no por ello te vuelves débil o incapaz de seguir esforzándote tanto. Estás haciendo un buen trabajo manteniendo a la familia, Elyan. Mamá estaría muy orgullosa.

     Fue la última frase lo que le arrancó el llanto a Elyan. Las lágrimas salieron solas al evocar la imagen de su madre en sus recuerdos y sintió cómo el corazón se le encogía con fuerza.

     Caspian se acercó a su hermano y le rodeó con los brazos, dándole pequeñas palmaditas en la espalda mientras Elyan dejaba salir todo lo que había estado guardado durante meses, llorando sin poder controlarlo.

     No dijo nada más, ninguno de los dos habló, aunque no fue necesario. Caspian había dicho todo lo que necesitaba decir y Elyan pudo desahogarse y deshacerse momentáneamente del gran peso que cargaba, volviendo a ser un chico de diecinueve años sin preocupaciones y arropado por el resguardo de su hermano mayor.

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