XIII

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     No volvieron a palacio, aunque Kristian le dejó a Evelyn el espacio que necesitaba. Él se sentó en el césped verde junto a los caballos, tranquilos y dispuestos a descansar, mientras la seleccionada paseaba por los alrededores.

     No le quitaba un ojo de encima de todas formas, ¿Y si salía corriendo con la intención de llegar hasta Iretia y se perdía en el bosque? No era excesivamente frondoso, pero a él le había pasado un par de veces de pequeño, sobre todo cuando iba sin Stefan, que era el que tenía un buen sentido de la orientación.

     La idea pasó por la mente de Evelyn, aunque la acabó descartando al darse cuenta de que no sería capaz de encontrar el camino a Iretia ella sola y que, aún pudiendo, no tenía ni agua ni comida para el improvisado viaje.

     Pensó también en robar uno de los caballos y huir con él, a pesar de haber montado tan solo unos cuantos minutos. Esa idea también la acabó eliminando cuando se giró y observó al príncipe sentado pacíficamente con los animales.

     Cuando ya no le surgían más ideas y había descartado todas las que habían aparecido en su mente, Evelyn se dejó caer al césped, derrotada. Fue entonces cuando la cabeza comenzó a dar vueltas sobre otro asunto: el príncipe.

    BRecordó la conversación que habían tenido anteriormente. ¿Sería capaz realmente de pedirle permiso al rey para salir de palacio? Le imponía, hasta le daba miedo, no lo podía negar, no después de lo que había hecho. Sin embargo... Tal vez llegase a sentirse lo suficientemente motivada como para hacerlo.

     Y tal vez llegase a sentirse lo suficientemente motivada como para abandonar el palacio. Habían pasado tantos días... Casi se había olvidado de cómo era vivir sin estar rodeada de lujos. Y eso no podía ser, pues cuando fuese eliminada volvería a su vida anterior, a su verdadero mundo.

     Soltó un suspiro y cerró los ojos, abrazando el frío contacto del césped bajo las palmas de sus manos abiertas. El aire le acariciaba el rostro y se podía escuchar toda clase de ruidos naturales allí, lejos del ajetreo del palacio: pájaros, agua, algún que otro insecto... Era realmente agradable.

     Kristian tardó varios minutos en darse cuenta de que Evelyn se había dormido. No le había perdido de vista, pero no llegó a esa conclusión hasta que pasó el tiempo y la seleccionada no se movía de la misma posición.

     Sintió la tentación de levantarse y caminar hacia ella, la tentación de tumbarse a su lado... Aunque no lo hizo. Acarició el cuello de los caballos, que permanecían tranquilos a su lado, a punto casi de rendirse también al sueño.

     Él sabía que quería conocerla más, no recordaba desde cuándo, pero lo sabía. Sin embargo, si Evelyn no quería permanecer en palacio, si ella no quería conocerle a él, si no correspondía sus sentimientos... La cabeza comenzó a darle vueltas de tanto pensamiento negativo. Tal fue el efecto que decidió echarse sobre el césped también y descansar la vista durante pocos minutos, al igual que Evelyn.

* * *

- ¿Me he dormido? - Preguntó la seleccionada con voz débil y melosa, abriendo los ojos despacio y encontrándose con el rostro del príncipe a pocos metros de ella.

     Kristian se había acabado acercando a ella y agachándose a su lado. No había podido resistir el impulso al haberse despertado de su corta siesta y haberla visto en la distancia aún descansando.

     No sabía cuánto tiempo había estado observándola; el sol ya empezaba a ocultarse en el horizonte y él estaba seguro de poder seguir viéndola durante horas.

- Sí, pero no te preocupes, yo también. Un poco. - Respondió el príncipe dibujando una sonrisa y sin moverse de su posición.

- Lo siento. - Musitó la seleccionada incorporándose en el césped y desviando la vista de la mirada del príncipe.

- No te disculpes, sé que es demasiado agradable estar fuera como para no abandonarse al sueño.

- No. Lamento... No haber estado con vos. Me pedisteis una cita y yo... Os he hecho caso omiso todo el tiempo.

     Kristian dejó escapar una leve risa, para restarle importancia al asunto. También dirigió sus ojos al horizonte, viendo como el sol se ocultaba despacio entre los pocos árboles que formaban aquel bosque menudo.

- No te preocupes. Sé que tienes muchas cosas en que pensar y... Bueno, tu vida ha cambiado mucho en poco tiempo.

     Evelyn asintió despacio. Sí, tenía muchas cosas en las que pensar, entre ellas lo que sentía hacia el príncipe, pero eso no era excusa para haber estado todo el tiempo de la cita pasando de él. El príncipe también tenía una vida dura, y estaba segura de que él también tenía muchas cosas en las que pensar.

- En la próxima... - Comenzó susurrando, sintiendo cómo los latidos de su corazón golpeaban sus tímpanos y las mejillas se le coloreaban. - Prometo estar más presente en la próxima cita que tengamos.

     Kristian giró su rostro tan pronto aquellas palabras abandonaron los labios de Evelyn y una enorme felicidad le recorrió cada centímetro del cuerpo. La próxima... Evelyn ya contaba con que tendrían más citas... Y la felicidad se vio rápidamente aplacada por la imagen de su padre.

- Hablando de eso... - Comentó, carraspeando ligeramente. - He de tener más citas, con otras chicas.

     Los latidos de Evelyn se detuvieron un instante y los ojos se le abrieron sin ser ella consciente. Aunque permaneció inmóvil, a la espera de una explicación.

- No es que yo quiera, realmente. Pero... Mi padre dice que debo darle una oportunidad a la mayor cantidad de seleccionadas posible.

- Claro, lo entiendo perfectamente, alteza. - La respuesta de la joven llegó más rápido de lo que ambos habían previsto.

     Evelyn había girado su cabeza hacia el príncipe, ofreciéndole una amplia sonrisa que, a pesar de estar bien fingida, denotaba falsedad. No era capaz de entender del todo el porqué pero, al imaginarse a Kristian teniendo citas con más chicas... Llegaba a sentirse ansiosa.

- Sé que puede ser precipitado, pero voy a tener una mañana. Creo que con Brielle.

- No tenéis por qué informarme, alteza. - Respondió la seleccionada, desviando la vista otra vez y sintiendo cómo la sonrisa desaparecía de su rostro.

- Lo sé. - Kristian dejó escapar una corta risa, aunque regresó a la seriedad en cuestión de segundos. - Solo quería decírtelo. Y... También quería tener una cita contigo, antes de empezar a tener con las demás.

     Un agujonazo de culpa asaltó el pecho de Evelyn con las últimas palabras: Kristian había querido tener una cita con ella primero y a cambio ella le había dejado durante horas a la espera de que despertase.

     Sin duda no se sentía nada conforme consigo misma y con cómo se había comportado. Y, tal vez, aquel sentimiento de inconformidad no fuese el único que se había instalado en su cuerpo.

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